"Más del 90% de las familias está tomando alguna medida para evitar ser víctima de delitos"
Explica que la percepción de temor en la ciudadanía es la más alta en toda la historia de la fundación, pero que los delitos han ido a la baja. Sin embargo, son los hechos más violentos los que indicen en este índice y 2022 ha sido un año fuera de lo común en el alza de los homicidios.
Por Mauricio Ávila Cárdenas
El 2 de abril la Fundación Paz Ciudadana cumplió 30 años dedicada al tema de la seguridad pública y en este camino logró instalar un índice exitoso por su repercusión en la opinión pública, pero que no ha estado libre de cuestionamientos: la percepción de inseguridad. No mide hechos concretos como homicidios, robos o estafas, o más recientemente, "portonazos" o "encerronas", sino que cómo se sienten los ciudadanos frente a su entorno. Estos dos índices no siempre van en paralelo, sino que tienen curvas distintas.
Según la última Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana (ENUSC 2021), la sensación de inseguridad llegó a su récord histórico: un 86,9% se siente inseguro en el país, y esto ocurre justo cuando la victimización ha descendido, vale decir, cuando hay menos delitos que hace un par de años. Daniel Johnson, director ejecutivo de Paz Ciudadana, reconoce la paradoja, pero señala que no hay que subestimar lo que sienten las personas.
-Se habla mucho de la crisis de seguridad en el país. ¿Cuál es la mirada de Paz Ciudadana?
-Tenemos varias miradas para poder entender el fenómeno. Por un lado, la cantidad de delitos que están ocurriendo no ha tenido incrementos tan relevantes en términos globales. Es más, desde antes de la pandemia, en 2020 y 2021, tenemos la menor cantidad delitos de los últimos 20 años. Sin embargo, no es lo mismo contar delitos agrupados que mirarlos independientemente, porque el daño que hace una tipología delictual puede ser muy diferente a la otra.
Por ejemplo, un homicidio evidentemente va a ser muchísimo más dañino que un hurto, entonces puede haber aumentado un tipo de delito más violento; en cambio, ha disminuido uno menos violento, y de pronto pareciera que la situación está igual. Sin embargo, evidentemente si uno ve los más violentos está peor. Lo que está pasando en Chile, si bien todos los delitos disminuyeron durante la pandemia, es que los homicidios dentro del 2022 están aumentando de manera muy importante. Si bien el 2021 tuvieron una baja contra el 2020, hasta ese año habían tenido un incremento en los últimos siete años de cerca del 70 por ciento.
Entonces, por un lado, tenemos que mirar la tipología delictual para poder darnos cuenta si es que están aumentando o no los delitos y lo que estamos viendo es que hay delitos violentos que están aumentando de manera importante y eso evidentemente genera inseguridad en la ciudadanía. Por otro lado, la percepción de inseguridad está en los niveles más altos de toda la historia medida, en los últimos 20 años. En los últimos dos años ha estado en niveles muy altos este índice de temor que nosotros construimos en la fundación Paz Ciudadana.
-¿Pero no es más importante la victimización?
-Se suele pensar que el temor no es tan relevante, porque sería una percepción, y que la realidad es el delito y podríamos pensar que no está aumentando tanto, pero en la práctica el temor puede generar más daño que el delito mismo. Esto, cuando les preguntamos a las familias si han tomado alguna medida para evitar ser víctima de delitos, más del 90 por ciento está declarando que sí. Dentro de las medidas consultadas está el dejar de salir a ciertas horas, dejar de salir a ciertos lugares, invertir en proteger tu vivienda, dejar de usar artículos de valor en público, etcétera.
-¿Qué tanta importancia se le debe dar a este índice?
-Si existe la percepción de temor, tú no les puedes pedir a las familias que simplemente no estén atemorizadas. Las familias están atemorizadas hoy día, entonces más allá de que evidentemente tenemos tratar de bajar el nivel de percepción de temor, porque es muy dañino, primero tenemos que entenderlo y saber qué es lo que está llevando a la ciudadanía a tener esta alta sensación de temor. Por un lado, tenemos que los delitos más violentos no han disminuido y por lo tanto la percepción de que hay riesgo de ser víctima de delitos violentos sigue estando alta y eso se justifica por el riesgo, porque aunque puede ser que la probabilidad de que yo sea víctima de un delito violento es baja aún, porque no son una cantidad exorbitada, el daño que uno de estos hace es tan grande que al final la percepción de temor sigue siendo alta. Por otro lado, estamos viendo dinámicas delictuales que no existían en Chile o que eran mucho menos frecuentes. Estos son síntomas bien concretos de que hay crimen organizado.
-¿Cómo cuáles?
-Por ejemplo, hemos escuchado todos hablar del Tren de Aragua y las redes que se han identificado dentro de Chile. Hemos escuchado también de homicidios por ajuste de cuentas, sicariatos, las encerronas también, que son delitos muy violentos y visibles. Esas dinámicas delictuales distintas generan también incertidumbre en la ciudadanía y pueden estar relacionadas con la percepción de temor que estamos teniendo. No hay que pensar que hay que tomar medidas para tratar de hacer que la percepción de temor esté totalmente vinculada con el delito, porque hay muchos más aspectos que el delito mismo que pueden estar generando temor.
-Hay un entono que no ayuda mucho. Hay gran cantidad de noticias sobre delitos, los políticos lo usan como bandera de lucha para conseguir votos.
-Efectivamente hay responsabilidad, por supuesto. Los medios a través de los cuales las familias declaran que se informan de los delitos son por un lado los medios tradicionales, pero también las redes sociales. Las campañas políticas también instalan la sensación de temor cuando dan cuenta de una situación descontrolada de seguridad que ellos prometen solucionar. Sin embargo, también tenemos algo que no es tan de larga data, y es que la probabilidad de capturar los delitos hoy cuando ocurren en zonas urbanas es infinitamente más alto de la probabilidad que teníamos de capturar esas imágenes hace algunos años. Hoy tenemos una cantidad enorme de cámaras instaladas en las vías públicas, también todos con acceso a celulares que tienen la capacidad de grabar videos en una calidad bien alta, entonces esas imágenes se viralizan de manera muy rápida a través de redes sociales y a través de los medios de comunicación. Eso hace que las familias perciban casi que están viviendo frecuentemente situaciones delictuales y eso aumenta el nivel de inseguridad también.
-¿Le parece que quedó bien plasmado el derecho a la seguridad en el proyecto de nueva Constitución?
-A ver, aparece la seguridad como un derecho y también aparecen algunos cambios institucionales que evidentemente pueden afectar la capacidad que tiene el sistema de hacer frente a la inseguridad. La Constitución tiene aspectos relevantes que dicen relación con la seguridad.
-¿Le habría gustado que hubiera sido más concreta?
-No hacemos una evaluación con respecto a qué es lo que debería haber profundizado más o menos, sino que nosotros pensamos que, en cualquiera de las situaciones, que gane el Apruebo o el Rechazo, tenemos que estar muy bien preparados para que se normen los aspectos que quedan abiertos en la Constitución, tanto en la actual incluso como en la nueva, para poder asegurar que vamos a seguir teniendo una institucionalidad capaz de controlar las materias de seguridad de una manera correcta.
-¿Cómo está respondiendo el sistema? Pregunto porque todos le echan la culpa al otro.
-Con muchas dificultades. Esa excusa de que la responsabilidad queda en la vereda del frente, que suele pasar en los sistemas de justicia, en Chile manifiesta un problema de descoordinación interinstitucional que es necesario romper. Necesitamos tener un trabajo más coordinado ente ambas policías, entre las policías y el Ministerio Público, que si bien funcionan bastante bien entre sí, falta una definición de objetivos comunes. El sistema de justicia tiene como responsabilidad la prevención y persecución y reinserción, ojalá, de quienes han cometido delitos y estos objetivos tienen que cumplirse por el sistema completo. No hay que pensar que Carabineros cumple su objetivo cuando logra la detención, porque si no hay antecedentes suficientes de prueba para poder condenar después en los pasos más adelante, el trabajo no va a ser suficiente.
Lo mismo pasa con los fiscales que tienen que preparar la causas suficientemente robusta a través de las investigaciones que instruyen de manera que puedan ser llevadas a juicio y que eso tenga una consecuencia positiva después. Lo mismo con los jueces, que tienen que sentenciar las causas en función de los antecedentes que han recabado, pero también tratando de aplicar las medidas que sean más conducentes a una rehabilitación. Necesitamos en Chile una mirada integral del problema de la inseguridad para poder coordinar a las distintas instituciones y que cumplan acciones conducentes a un objetivo mayor, común entre todas, y no sigamos teniendo estas miradas parceladas en que cada uno se siente responsable solo de un paso del proceso sin tener claro que lo que uno hace influye en el resultado final.
-Esta semana usted indicó que los menores de edad delinquiendo han bajado. Suena raro.
-Efectivamente, eso es bien necesario de aclarar. La participación de jóvenes en delitos ha disminuido. De hecho, las causas que ingresan a la justicia con menores de edad como hechores han bajado en Chile y en el mundo también. Esto no está alineado con la percepción que tenemos. Sin embargo, al parecer la cantidad de delitos y sobre todo los más violentos donde participan los jóvenes, no ha bajado de la misma forma. Y esto tiene que ver con las características particulares de los jóvenes, que los adolescentes tienden a tener mucho menos control de impulsos, suelen ser más prolíficos, o sea que comenten más delitos también. Entonces, sigue siendo importante el nivel de daño que generan los jóvenes al cometer delitos.
-¿Cómo debemos mirar estas cifras contradictorias? ¿Con mesura o manteniendo la alerta?
-Hay que poner paños fríos, mirarlo con tiempo, hacer comparaciones a largo plazo, No sacamos nada con estar mirando por ejemplo este año, porque vamos todos a alarmarnos al a ver todas las cifras de delitos en ascenso, pero es algo normal después de una pandemia, que es donde evidentemente los delitos bajaron de una forma importante. Efectivamente, los datos nos tienen que ir mostrando cuál es la realidad y las familias tienen que estar mostrándonos qué tan afectados están con la situación delictual. Pero hay una diferencia entre la sensación de inseguridad y los delitos que están ocurriendo y no hay que minimizar esa sensación de inseguridad. Esta genera un montón de daño a la familia, por lo tanto, tenemos que trabajarlo también.
-Llevan 30 años hablando del tema de la seguridad sin que haya muchos cambios. ¿No sienten que están predicando en el desierto?
-Hay cosas que son a largo plazo y otras a corto plazo. Hay cosas que han funcionado muy bien. De hecho, la fundación tuvo una importante participación en la Reforma Procesal Penal. Los conceptos de la reforma de Carabineros están acordados gracias en gran medida a lo que hemos hecho, y así, ponerle métrica al delito, que era algo que no existía hace 30 años, o 20, incluso para tener un instrumento que contrarreste y que por lo menos sea independiente de los gobiernos de turno para poder medir el delito, son sin duda aportes que la fundación ha hecho en todos los años de existencia. Así que no diría que no hemos logrado cambios. No ha sido solo predicar en el desierto y yo creo que hoy también tenemos gracias al trabajo nuestro y de otras instituciones un consenso bastante amplio de cuáles son las medidas que hay que implementar, pero lo que necesitamos es que los gobiernos hoy tengan la valentía de tomar medidas que probablemente no van a ser cosechables en votos, en su mismo periodo de gobierno, pero que van a generar un beneficio a lo largo de Chile. No pierdo las esperanzas. De hecho, que estemos hablando del delito en la prensa es algo que da cuenta de que no tenemos normalizado el delito, que en Chile todavía estamos a tiempo de revertir la situación. Confío en que estamos logrando generar la conciencia necesaria para poder hacer los cambios que se necesitan.