Tejiendo solidaridad
Tres personas cuentan sobre sus iniciativas, que consideran entregar abrigo a personas de un campamento en San Pedro de la Paz, a las niñas y adolescentes de un hogar del Sename y a pequeños que reciben tratamiento oncológico en el Hospital Sótero del Río.
Por Alma Canales Silva / alma.canales@diarioelsur.cl
La pandemia activó el interés por las artes manuales y también la solidaridad. Ambos componentes están presentes en campañas de tejedoras en las que mujeres de distintas comunas de la Región participan para ayudar a quienes necesiten abrigo, como adolescentes de un hogar del Sename, vecinos de un campamento en San Pedro de la Paz y niños con cáncer que reciben tratamiento en el Hospital Sótero del Río.
Quienes participan en estas actividades coinciden en que a través del tejido no sólo logran relajarse, sino que encontraron una forma de apoyar a otras personas, por lo que le otorgan un doble valor a esta actividad que, como reconocen en las tiendas que venden lanas e insumos de tejido, se incrementó a propósito de la emergencia sanitaria y el encierro de las cuarentenas.
Pese a las restricciones de movilidad, las tejedoras se las han ingeniado para hacer llegar sus productos, los que antes de entregarse deben ser sanitizados, para así evitar ser un vector de contagio del covid-19.
Yo tejo para ti
Francisca Balduzzi, tímidamente, inició en sus redes sociales una campaña para tejer gorros y cuellos para personas que necesitaban abrigarse durante el invierno. Estaba apadrinando a un par de organizaciones. Esto fue el año pasado. No pensó que tantas personas se iban a sumar. Por eso, este año generó un sistema de coordinadoras regionales que pudieran buscar alguna organización para patrocinar y ponerse de acuerdo con las tejedoras en cada zona. Ahora está conectada con personas desde Iquique hasta Castro.
En Biobío, una de esas coordinadoras es Vanessa Culaciati. Arquitecto de profesión, conoció las lanas en su infancia. "Mi abuelita me enseñó a tejer. He tejido de forma intermitente y lo retomé en 2005, con el crochet, y luego a partir de 2010 comencé a usar más los palillos", detalla.
A Francisca, la creadora de la campaña "Yo tejo para ti", la conoce sólo por redes sociales, pero se motivó con la campaña, así que este año, cuando se hizo la convocatoria se inscribió. A los días le llegó un correo avisándole que había sido seleccionada, junto con Rocío Mundaca, con quien reúne las donaciones en Concepción, y con Camila Carrasco, que hace lo mismo en San Pedro de la Paz. Ninguna de las tres se conoce personalmente, aunque tienen amigas tejeriles en común.
"Estábamos todos expectantes respecto a cómo iba a resultar. Nadie vio venir la cantidad de personas que se iban a sumar. A nivel nacional hay como mil tejedoras participando y tenemos 30 coordinadoras", detalla.
Para que la campaña fluyera de mejor forma crearon un grupo de Whatsapp donde van entregando información. Hay cerca de 50 participantes que han ofrecido prendas para las 211 personas que viven en el campamento El Renuevo de San Pedro de la Paz. El nexo con el asentamiento -que, según cuenta Vanessa, se generó durante la pandemia- es una incipiente ONG que se llama Banco de Ayuda, creada por dos hermanos, que regularmente están generando iniciativas para apoyar a las familias del campamento.
"Estoy en grupo de mujeres que compartimos un espacio de acrofitnes y ahí surgió el nexo. Pregunté si alguien sabía de alguna campaña que pudiéramos apoyar y me hablaron de Banco de Ayuda. También me dieron el dato de otras organizaciones, pero ellos fueron los primeros que nos respondieron", detalló. Conoce los datos de primera fuente, pues ahora está apoyando en la coordinación nacional.
En el campamento viven desde recién nacidos hasta adultos mayores. Para los más pequeños sólo harán gorros y para los adolescentes y adultos, conjuntos de gorro y cuello.
La idea es entregar todo en mayo, aunque la próxima semana tendrán la primera recepción. Esto, explica Vanessa, será un primer arqueo de lo que tienen y así podrán determinar cuánto falta para cumplir la meta.
Dice que quienes estén interesadas en sumarse pueden escribirle a hola.quieromilana@gmail.com o pueden buscar más información en las cuentas de Instagram de las coordinadoras (@quiero.mi.lana; @rmundacao; @tejeqteje2020)
Furiosas solidarias
Las tejedoras también pueden ser furiosas. Esa furia tiene que ver con la molestia que generan algunas situaciones, como los femicidios, la desigualdad de género o las condiciones en las que se encuentran los niños que están bajo el cuidado del Servicio Nacional de Menores, Sename, muchas de las cuales están en investigación.
El cruce de esas temáticas llevó a las creadoras del grupo Tejedoras Furiosas (@tejedoras_furiosas en Instagram) a generar una campaña para juntar gorros para las niñas y adolescentes que residen en el hogar que Sename administra en Chiguayante.
Ana Aravena está en el grupo desde que se creó en enero de 2019. Después de unas juntas tejeriles en espacios públicos, las integrantes se dieron cuenta que querían plasmar una visión crítica respecto temáticas específicas.
"En el grupo había inquietud de tejer para causas solidarias. Personalmente a mí no me gustaba la idea, porque encontraba que era una visión asistencialista, pero lo conversamos y llegamos a la conclusión que se trataba más que nada de un gesto de amor, no de caridad", explica.
Alguien sugirió apoyar al hogar del Sename y como esa era una de las temáticas que le preocupaba al grupo, aceptaron. El primer aporte que hicieron fueron cuellos. Los entregaron el invierno del año pasado. Luego, para la Navidad, hicieron estuches y ahora crearon gorros. Fueron cerca de 50.
La entrega se hizo el viernes, pues cada uno contenía huevitos de chocolate, para que las niñas y adolescentes del hogar pudieran celebrar la Pascua de Resurrección.
Esta no es la única causa solidaria en la que han participado, aunque sí la única en la que han tejido directamente. Ana comenta que el año pasado también hicieron varias rifas para juntar dinero para una familia de Rengo. El hijo tuvo un problema médico que demandó millonarios gastos que no tenían cómo cubrir.
El problema lo descubrieron por redes sociales y para apoyar contactaron a distintas tiendas que venden insumos para tejedoras. Les fue tan bien que hicieron tres convocatorias. Juntaron casi 700 mil pesos, los que fueron depositados en la cuenta de la familia afectada.
Ana reconoce que tejer es una actividad que demanda tiempo, del que carece cada vez más, pues es profesora y entre las clases online y las reuniones de apoderados se le va el día. Sin embargo, no ha abandonado los palillos, pues le ayudan a desestresarse.
Menciona que esto no siempre fue así, pues en algún momento ocupó sus habilidades para mantener a su familia. Vendía sus creaciones o incluso tejí para vestir a sus hijos. Todo este recorrido la ha llevado a apreciar este trabajo, el que actualmente mantiene como hobbie.
Abrigo para los niños
Natalia Olate se interesó en las manualidades como algo terapéutico. Es periodista y en 2016 se quedó sin trabajo, por lo que dedicó su tiempo libre a aprender nuevas técnicas. Una de ellas fue el telar. Su profesora vio que tenía interés en las lanas así que le enseño a tejer a crochet. Partió con granny square (cuadrados que luego se unen) y luego aprendió a hacer chales triangulares.
Como le interesa el tejido sigue varias cuentas en redes sociales vinculadas al tema. En una de ellas descubrió una campaña para tejer mantas para niños en tratamiento oncológico en el Hospital Sótero del Río.
Quien lidera esa campaña es Mabel Brown, que vive en Peñalolén, muy cerca de la hermana de Natalia. Por eso se ofreció para recibir los aportes de la Región.
"Le escribí y le pregunté si la ayudaba a difundir. Con mis amigas tejedoras lo difundí, etiqueté a algunas y me empezaron a preguntar". Así, indica, logró convocar a personas de la Región.
Inicialmente la campaña era entre el 1 de febrero y el 31 de marzo, pero por las cuarentenas lo ampliaron hasta el 10 de abril, para alcanzar a recibir las donaciones de otras regiones. Natalia ya ha recibido tres. La de ella, reconoce, está en proceso. "Con mi mamá estamos tejiendo una manta. Todavía no la hemos terminado. Mabel se comprometió con 10, pero le ha ido tan bien con la convocatoria que ya lleva casi 100", cuenta.
Para Natalia, el tejido se ha convertido en la terapia que la ha ayudado a sobrellevar la cuarentena. Y, al igual que las otras tejedoras, si esto sirve además para ayudar a otros, mucho mejor.