Durante los próximos meses oiremos posturas y propuestas para aspirantes a cargos municipales, regionales y constitucionales, estos dos últimos en proceso electoral por primera vez. La confusión sobre los roles de alcaldes y gobernadores será evidente, así como también la constante explicación, en el caso del Biobío que el nuevo gobernador regional no sólo reinará desde el área metropolitana de Concepción, sino para la región completa.
Otra complejidad de este nuevo cargo es que, al mismo tiempo, habrá un delegado presidencial. Este último, tendrá un rol articulador o coordinador de las secretarías regionales ministeriales, a la vez que será representante del Presidente o Presidenta de la República en el Biobío.
El nuevo gobernador o gobernadora regional deberá representar a sus electores y a los ciudadanos de la región. Esta nueva figura democrática a nivel territorial genera también la necesidad de distinguir cuáles son las necesidades de sus electores, y de cómo dialogará de manera permanente con ellos para recogerlas y también para tomar decisiones.
Al respecto, hay algunos temas de índole supracomunal o metropolitano que serán de atención obligada, como es la necesidad de una infraestructura verde o red de espacios naturales que incorpore grandes parques urbanos, y humedales y cerros localizados dentro y fuera de los límites urbanos, para beneficio de la ciudadanía, a partir de una visión integral del territorio.
Otro tema será la gestión del transporte urbano, donde la planificación del sistema de trenes para fines de transporte de carga y de pasajeros requiere de especial atención, especialmente por los efectos que tiene sobre los lugares por los que transita y donde se detiene, y el equipamiento que puede potenciar, sin confundir su rol respecto a las atribuciones municipales y ministeriales.
Finalmente, y entre otros desafíos a nivel regional, hay un tema que encaja perfecto en la acción de un futuro gobernador regional: la consideración sistémica de la actividad agroforestal, la expansión periurbana a través de parcelas de agrado y la gestión del agua rural. Estos temas escapan a las competencias municipales y son pobremente abordados por las carteras ministeriales.
Iniciamos la construcción de una verdadera Torre de Babel de candidatos, todos muy bien formados, que deberán satisfacer a una ciudadanía que pregunte inquieta al futuro o futura gobernadora sobre estos temas regionales. Importa, en especial, saber cómo harán uso de sus competencias para ejecutar y eventualmente rediseñar una estrategia regional de desarrollo que represente el modelo de desarrollo que prometan a sus electores, para hacer una planificación territorial que se haga cargo del desregulado territorio rural, y para construir y fortalecer un presupuesto que haga posible la implementación de iniciativas que aseguren la gobernabilidad y efectivo desarrollo de nuestra Región del Biobío.
