"No vamos a elegir presidente o presidenta, sino un administrador de incertidumbres"
"En un debate, el que se pica, pierde", dice el analista al repasar el primer cara a cara que tuvieron esta semana Boric, Sichel, Kast, Provoste y Artés. Además, evalúa el desempeño de cada uno y explica en qué acertaron y en qué fallaron.
Por Mauricio Ávila C.
Como experto electoral, los últimos meses han sido frenéticos para el sociólogo Axel Callís. Como director de la plataforma Tuinfluyes.com está focalizado en realizar análisis sobre el comportamiento de los electorados ante el complejo presente político que vive el país, y con tantas votaciones ha debido trabajar horas extra.
Obviamente, el primer debate presidencial con cinco de los siete candidatos cuyos nombres estarán en la papeleta de noviembre, es materia obligada de opinión y análisis. Sólo faltaron Marco Enríquez-Ominami (por estar en cuarentena tras arribar desde el extranjero) y Franco Parisi (en Estados Unidos), debido a que el formato exigía presencialidad.
-Todos se dan por ganadores y todos dan por perdedores a los demás. ¿Hay ganadores y perdedores en los debates? ¿Tienen efecto en los electorados?
-Voy a decir algo poco sistemático. Lo debates producen efectos. Producen efectos en distintas dimensiones de la política y que después, dependiendo de la magnitud de estos, pueden generar conductas electorales. Los efectos son, en términos metodológicos, multidimensionales, desde estados de ánimo, desde personas que pensaban votar y que se restan de hacerlo, hasta quienes no pensaban hacerlo y salen a votar. O personas que toman decisiones por ideas, afectos o comunicación no verbal, expresiones corporales de los candidatos. Y a esto hay que sumarle que sólo una pequeña parte de las personas ve el debate en directo, y otro grupo enorme, gigantesco de personas, ve pedazos del debate, o highlights, a partir de las redes sociales, sin contar todos los subproductos, como los memes. Mucho meme. Todo eso es un debate, no es sólo el día que se da. Genera múltiples efectos en distintos ámbitos de una lección.
-Hay mucho de estrategia, de puesta en escena en estos debates, ¿no?
-Cada uno se prepara con una estrategia para enfrentar el debate y esta consiste en definir qué quieres lograr, porque para entender bien un debate, cada candidato se autopercibe de una forma con respecto a los otros y en la carrera por La Moneda. Ahí, aunque ellos digan que no, influyen mucho las encuestas. Es decir, el mote de ser favorito de Gabriel Boric lo dan las encuestas, que todo el mundo puede decir que están equivocadas o que son buenas o malas, que son imprecisas, pero generan el efecto de que Boric entra como el favorito y que Eduardo Artés entra como uno testimonial, por ejemplo. Se produce, entonces, un ránking de favorabilidad y sobre ese ránking diseñan su estrategia para esa noche. Evidentemente las encuestas y la sensación térmica hacen que, por ejemplo, un vespertino publique el día del debate "Hoy se la juega Yasna". Y se comienza a generar un ambiente en que Yasna se la tiene que jugar y tiene que entrar a romper este tercer o cuarto lugar y tratar de acercarse a los primeros. O que Sichel tiene que tratar de mantenerse como favorito, que Kast tiene que ir a interpelar. O sea, las encuestas generan efectos y la estrategia de cada uno responde a esos lugares que cada uno tiene en ese universo de favorabilidad electoral.
-Considerando lo que dice, ¿estuvieron bien en su estrategia?
-Yo diría que hay algunos a los que les fracasó la estrategia, a otros les fue mucho mejor de lo que pensaban y otros que cumplieron. Boric cumplió. No le fue ni más bien ni más mal, sino que cumplió y sacó adelante en la tarea.
-Como era favorito, no debía arriesgar tanto.
-Claro, tenía que tratar de no mellar su capital político y él sacó adelante la tarea. Entonces, uno podría decir que sí tuvo éxito, pero tampoco podría decir que descolló. Tampoco le fue mejor de lo que se pensaba. Yo creo que Sichel, en cambio, no sacó adelante la tarea. Estuvo incómodo en el debate, nunca encontró su lugar y no tener un lugar en un debate es no tener un lugar en la presidencial. A qué me refiero con esto, a que se pueda quedar ubicado políticamente con ciertos valores y decisiones y programas con respecto a los demás candidatos. Se le vio en el aire. A (José Antonio) Kast le fue mucho mejor de lo que pensaba. Es decir, si me dices quién sumó esa noche, sin ninguna duda te digo que Kast.
-Es un buen debatista. El formato sin duda le ayudó.
-Pero ojo que no llegó igual que antes. Llegó menos histriónico, más educado y moderado en el lenguaje, nunca se le vio enojado ni picado. Porque en un debate, el que se pica, pierde.
-¿Como Yasna Provoste?
-Exactamente. De hecho, lo dije antes, esta noche todos venimos a ver a Yasna Provoste, pero vamos a terminar viendo a Kast. Porque sé que Kast está acostumbrado a jugar solo y eso es súper importante. Tiene como el síndrome del hijo único. Como está acostumbrado a estar solo y a generarse agendas solo creando peleas con personas y organizaciones, cuando está acompañado la ansiedad lo podría matar. Pero eso no pasó. Pudo administrar esa ansiedad, interpelar y le dieron mucho más juego de lo que yo pensaba. Igual, Boric no lo pescaba de repente, no le contestaba. Pero a Kast le fue bien porque supo decir en qué lugar estaba en ese debate. Él dice "soy de derecha, esos son mis valores, les guste o no, pero estos son", y tenía una opinión para todo.
-¿Y Sichel?
-En un debate uno tiene que transmitir ubicación política, y así como Sichel cuando debatió con Lavín, Briones y Desbordes dijo "yo soy el cambio, soy la juventud, la renovación dentro del espectro político", eso no lo transmitió en este debate, porque ya no le resulta, porque ya no tiene a un Lavín enjuto al lado, disminuido físicamente, con el cual diferenciarse.
-¿Cómo evalúa a Provoste?
-Yasna Provoste trataba de resaltar, pero lo hacía a través de formas, con cosas como el plebiscito que iba a hacer tres meses después. Trató de generar efectismos, como este lapsus de Sebastianes, y en eso fracasó. Creo que hubo un buen intento con eso del feminismo, o de la meritocracia que trata de trasuntar, que es mujer que viene de regiones, que es mitad indígena y eso podría encontrar un valor en un cierto electorado, pero todavía es un esbozo de personaje. Todavía no está desarrollado.
-En estos debates uno percibe que hay algunos candidatos que tienen poco margen de crecimiento y que sólo van a hablarle a su electorado y otros que sí van a lanzar la red. ¿Es así?
-Es que es muy importante que cada candidato defina a quién le va a hablar y eso es muy relevante. Hay algunos que llegan a hablarles a todos y a ellos les va mal. A un "todos" que no existe. Sichel y Provoste le están hablando a un espectro que no existe, que es el concepto de centro. Siempre trato de explicar que en esta coyuntura, en este tiempo -en realidad hace mucho tiempo en Chile-, nadie se siente de centro. Como concepto político, digo. Porque Sichel ganó la primaria no siendo de centro, sino el cambio, que es distinto a ser de centro. El concepto de centro, izquierda o derecha, esos ejes, están absolutamente obsoletos, porque hoy se movilizan electorados en base a atributos y proyecciones que