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-¿Y qué hiciste con tu biblioteca con todas estos cambios que te has pegado últimamente?
-Dejé mi biblioteca más preciada en Barcelona, mi biblioteca de autoras, que me la iba a traer una amiga, pero hice una mala jugada. Mi biblioteca está estancada. En Chile recuperé libros en cajas de la casa de mi madre y estoy reencontrándome con antiguos libros, que son buenos libros. Pero mi biblioteca esta disgregada, cosa que igual me hace sufrir. Ya estoy viendo como traerme esos libros. Sobre todo, para compartirlos. Son libros difíciles de encontrar y tengo ganas de colectivizarlos.
DE SANTIAGO A VIÑA
-¿Cuál es tu relación con Santiago? Algunos relatos suceden en lugares emblemáticos: cines, el Zoológico, el Cementerio General.
-Con Santiago tengo una relación de amor y odio. Crecí ahí y viví ahí hasta los 30 años, en distintos barrios. Viví en el centro, viví en Ñuñoa, viví en la Reina en el límite con Peñalolén. Santiago, dependiendo donde vives es súper diferente. Es como un aglutinamiento de pequeñas ciudades. Es una ciudad gigantesca en realidad. Ahora siento que es una ciudad invivible, no sé si es políticamente correcto decirlo, pero está muy difícil vivir allá, en todo sentido.
-¿Qué perdió Santiago con la pandemia?
-Ya no ofrece la vida cultural que tenía antes, de ir al cine, de ir a tocatas, al teatro, de caminar por la ciudad. Ahora que se perdió todo eso es un lugar un poco hostil. Es una ciudad muy golpeada también. Es bonito que se está descentralizando, tal vez es un poco romántico decirlo. Yo vengo con cautela a la V región porque sé que están recibiendo una invasión de santiaguinos, o de odiosos santiaguinos, pero me parece que es natural porque Santiago es una ciudad que se ha ido degradando.
-¿Qué pasó con el lugar donde te criaste?
-Me crié en Ñuñoa y ese barrio ya no existe. Botaron todas las casas, lo mismo en el centro. Creo que han destruido la ciudad con la especulación inmobiliaria. Es una ciudad que no existe. O la ciudad que a mí me gustaba no la encuentro.
-Hay un largo relato de un mochileo para rematar el libro. ¿Dónde irías a mochilear ahora, si pudieras?
-¿En un mundo pandémico o prepandémico? Siempre he querido ir a Japón, pero creo que es una pésima idea ahora. Me gustaría ir a un lugar con harta naturaleza a desconectarme. Me gustaría ir incluso a la playa en Concón,y sentirme libre. No soy tan ambiciosa. No sé si me gustaría ir tan lejos, pero quisiera que no haya control, el control me parece tan brutal.