Viene de la página anterior
DECIDIR VOLVER
"La decisión la tomé cuando la profesora me avisó, yo le dije que sí, porque igual les hace bien a las chicas, ellas están felices cuando tuvieron que volver a clases (…) Igual al principio con un poquito de susto, pero en el colegio tienen todas las medidas de seguridad y confié en eso", indica Denice Carrera.
Yolanda Letelier es la profesora de la Escuela de Peninhueque desde 1986 e incluso les ha impartido clases a varias de las apoderadas. "Yo soy como la abuela de los niños", dice riendo.
Agrega que le preocupaba que los niños estuvieran sin clases, pero que la situación del coronavirus aún era desconocida y no se podía asegurar a los apoderados que no se iban a contagiar. Tal como el resto de los docentes rurales, Yolanda acudía cada 15 días a los domicilios de sus alumnos para entregarles las canastas de alimentación y sus guías. "Los apoderados tenían la inquietud de que en la casa no era tanto lo que hacían, especialmente los de primero y segundo básico, que recién están ingresando al proceso lector", asevera la profesora.
Reconoce que cuando hacía las visitas, algunos niños les comentaban que echaban de menos a sus amigos, jugar con ellos y estaban deseosos de ver otras caras.
Hasta que surgió la posibilidad del retorno: "Tuvimos conversaciones con los apoderados, de que existía esta posibilidad y que era totalmente voluntario, que yo estaba dispuesta. Ellas, en su mayoría, estaban preocupadas por el rendimiento de sus hijos, porque ven que los niños no han logrado lo que deberían".
El Servicio Local de Educación Andalién Sur junto con su director ejecutivo, Gonzalo Araneda, visitaron el establecimiento, realizaron capacitaciones, las demarcaciones de los espacios, la sanitización, entrega de implementos de higiene y se decidió abrir con quienes así lo quisieran.
Fueron cuatro los niños que lo hicieron. "Y no hemos tenido ningún problema, ya estamos en nuestra cuarta semana y yo encuentro a los niños más animados, con ganas, contentos, haciendo sus guías. Echaban de menos", precisa la docente.
EL RETORNO
Antes de la pandemia, el horario de clases era de 9 a 16.30 horas, pero en este retorno se acortó la asistencia de 9 a 12 horas y la profesora es quien pasa a buscar y dejar a los alumnos que volvieron a clases.
Ivonne Ormeño comenta que "Cristóbal va dos horas a clases, sin tareas, está más contento". En el caso de su hijo Hugo Silva que está en el jardín, cuenta que la llamaron para hacer una encuesta sobre si lo enviaba, pero ella lo descartó porque es asmático, el recinto está en el centro de la comuna y son 15 niños en total. Mientras que del liceo de su hijo Damián Silva no ha sabido nada y lo descarta "porque son 45 alumnos por sala y son pequeñas para tantos niños".
Jacquelin Fernández, en tanto, recuerda que "la opción era que, aunque una apoderada dijera que sí, se abría, yo lo conversé con mi marido y como nos dieron seguridad, acepté. En el sentido de que tienen guantes, mascarillas, alcohol gel, tapete para los pies, los asientos están perimetrados y el colegio no funciona los miércoles porque se sanitiza".
Agrega que "esos cuatro niños están bien resguardados, no hay problema al contrario es muy beneficioso porque están con las medidas necesarias y aprenden más. No hay mejor educación que la que da un profesor".
Es más, Yerum ha estado tan motivados que a las 7.30 se despierta solo, se lava, se viste y espera que pase la profesora. Lo mismo pasa con los otros tres compañeros que están más alerta con sus clases.
Y pese a que deben andar siempre con sus mascarillas, no ha sido problemas para estos pequeños estudiantes, quienes se han acostumbrado a usarla e incluso les piden a los adultos que se las utilicen cuando entran en contacto con ellos.
"Para mí ha sido súper bueno, por mis hijas y que se despejen la cabeza de lo que sucedió con su papá y con el apoyo de la profesora", sentencia Denice Carrera.
La profesora Yolanda Letelier reconoce que no encontró retraso en el aprendizaje de sus alumnos, sólo en el caso de Yaritza -quien cursa primero básico- "porque ya debería ir con las consonantes, pero los hacemos leer todos los días y estamos con trabajos en Lenguaje y Matemáticas, que es lo importante".
Para los alumnos que siguen con clases remotas, el sistema se mantiene igual: cada 15 días la profesora les lleva el material a sus casas y está en constante contacto tanto por vía telefónica como por WhatsApp. Asimismo, la materia que pasan ambos grupos es la misma y está regida por la priorización de contenidos entregada por el Ministerio de Educación.
"No hay evaluaciones sumativas, sólo formativas y todos deben ser promovidos", sentencia la docente.
Jacqueline Fernández confiesa que, si los casos de coronavirus en Florida estuvieran al alza, no habría tomado la decisión del retorno. "Para mí, influyó que fueran pocos alumnos y las precauciones que se han tomado".
Los apoderados reconocen que en los habitantes de Florida ha existido un buen resguardo de las medidas sanitarias, lo que ha permitido mantener bajos los casos activos y estar en fase 3 del Plan Paso a Paso del Gobierno. En la comuna rural no se arman aglomeraciones en el radio urbano y el mayor riesgo se presenta cuando sus habitantes viajan a Concepción, que sí presentan grandes atochamientos.
Al cierre de esta edición, la comuna cuenta con 201 casos confirmados y seis personas fallecidas y un solo caso activo. El mayor peak lo registraron el 5 de octubre con 34 casos activos, desde ahí han ido a la baja.
"Pero acá la gente trata de no salir, puede que la población no sea grande, pero nos cuidamos. En vez de ir al centro, hay furgones que hacen fletes y traen las cosas que uno necesita. No queremos que llegue la cuarentena a Florida", sentencia Jacqueline.
Y es que esa es una de las condicionantes de que las clases presenciales se mantengan: sólo pueden desarrollarse en comunas que estén desde la fase 3 de Preparación en adelante.
Los apoderados que aún no deciden tomar esta opción, cuenta Jacqueline, "es por miedo, simplemente, de que pueda pasar algo, de que la profesora pudiera traer el virus, pero son temores que pudiera tener cualquiera, yo no digo que no los tuve. Cada uno tiene su forma de pensar y ellas esperan volver el otro año, cuando todo esté más calmado".
En este caso, al menos la experiencia ha sido satisfactoria: "han avanzado harto estos días, un montón, y yo lo veo en mi hijo que llega feliz, contento, me conversa todo lo que aprendió, todo lo que hicieron y yo con eso soy feliz", finaliza Jacqueline Fernández, madre de Yerum.