Pausas activas previenen efectos asociados a sobrecarga física y mental
La mantención prolongada en una misma posición y falta de movimiento, como ocurre al trabajar largas horas frente a un computador, tiene distintas repercusiones como dolores o daños a nivel musculoesquelético y estrés.
La evidencia científica y clínica es vasta para afirmar que la sanidad integral del organismo tiene directa relación con la actividad física y el movimiento. La razón es simplemente vital: "el cuerpo humano está hecho para moverse y necesita el movimiento para mantenerse en óptimas condiciones", asevera el kinesiólogo Claudio Carvajal, director del Magíster en Kinesiología Musculoesquelética de la Universidad San Sebastián de Concepción.
Así, asevera que todas y cada una de las estructuras del cuerpo, la salud física y la mental, necesitan del movimiento y, por tanto, se ven perjudicadas por la inmovilidad, por lo que las consecuencias pueden ser a distintos niveles. Y "a mayor tiempo de exposición a la quietud o sedentarismo, mayor riesgo habrá de que la falta de movimiento se traduzca en distintas condiciones", asegura, que así también pueden variar en severidad e impacto en la salud y calidad de vida.
Aunque la asociación inmediata que se hace al pensar en esta temática tiene que ver con deporte o alguna práctica, con intensas rutinas de ejercicios, las consecuencias incluso se dan con la mantención prolongada de una misma posición, que suele ser un factor común en muchos trabajos que se realizan sentados frente a un computador, muchas veces en una posición ergonómica que no es la adecuada, y que afecta especialmente al sistema musculoesquelético. Los efectos van desde molestias inmediatas y momentáneas hasta dolores crónicos y patologías que requieran intervenciones y, en consecuencia, muchas se traducen en importantes motivos de ausentismo laboral y de merma en la calidad de vida, como la tendinitis y problemas articulares, por mencionar algunos ejemplos. Peor es el panorama ahora, en una situación de confinamiento y adopción masiva del teletrabajo, que para algunas personas lleva más de 2 meses y es aún de fin indeterminado, que inevitablemente han derivado que parte de los trabajadores pasen mucho más tiempo frente a pantallas y se ha reducido bastante la movilidad en relación a la previa normalidad.
LAS SEÑALES
Claudio Carvajal explica que con la mantención prolongada de una misma posición se "tiende a generar una demanda permanente sobre las mismas estructuras del aparato locomotor y el caso de la columna vertebral suele ser paradigmático". Y aunque aclara que no es mantener la misma posición lo dañino, sí lo es la sobreexigencia o sobrecarga en una misma estructura. En cambio, indica que "las estructuras en movimiento distribuyen las demandas sobre distintos puntos".
Y como el movimiento es una necesidad del cuerpo, éste da distintas alarmas para saber que se debe satisfacer, cambiar de posición, moverse.
Al respecto, el kinesiólogo afirma que "en general, ante posturas mantenidas y sobrecarga de estructuras, la primera señal es la sensación de incomodidad y presión o carga sobre la zona". Cuando el tiempo de exposición aumenta, la molestia puede transformarse el dolor, sobre lo que detalla que "estos dolores suelen aparecer en las regiones cervical, escapular, lumbar y zona glútea".
Cuenta que cuando el tejido demandado es un nervio pueden aparecer las sensaciones de parestesias (hormigueos) y adormecimiento. "Otro síntoma habitual de la inmovilidad prolongada es la rigidez o escasa flexibilidad de los tejidos", añade, lo que dice que se produce por la falta de un estímulo dinámico óptimo de los tejidos que se encuentran alrededor de las articulaciones.
"También puede ocurrir que la región de tobillos y pies aumenten de volumen (edema), ya que tanto por acción de la fuerza de gravedad como por la falta de la acción de bomba de nuestros músculos de las extremidades inferiores, se obstaculiza la circulación sanguínea y se tiende a acumular líquidos en esta región", advierte el profesional por otro lado.
Siguiendo la línea "otra de las manifestaciones asociadas a mantener una posición constante, sobre todo frente a un computador, es la aparición de dolor de cabeza, molestias oculares, agotamiento y desconcentración. En general, esto se asocia a una demanda alta desde el punto de vista cognitivo y mental junto con sobretensión de la musculatura bajo la nuca", expresa Carvajal.
RELEVANCIA DE LAS PAUSAS
Atendiendo a lo expuesto, el punto en el que pone el acento el kinesiólogo es que apenas se note una de las señales descritas el llamado es actuar, moverse, ojalá ante una molestia o sensación pasajera, porque el efecto favorable suele ser inmediato, y sin dejar que se transforme en dolor ni mucho menos que se cronifique y se vuelva compañero de las jornadas. No obstante, lo ideal sería prevenir, por lo que mantenerse activo y tomarse breaks para moverse en medio de las jornadas deberían ser normas generales, tanto en normalidad como en confinamiento y no sólo pensando en los trabajadores, sino también en los estudiantes, según sostiene Jorge Salgado, prevencionista de Riesgos de Santo Tomás sede Concepción.
Es lo que se conoce como "pausa activa", periodos breves de detención de las actividades para moverse y activarse. Afirma que un foco es el movimiento del sistema musculoesquelético, por lo que aconseja hacer "ejercicios compensatorios, estiramiento y elongación". Pero, Salgado dice que también es recomendable que estas pausas, además de implicar un cambio de posición y movimiento, conlleven cambios de actividad y ambientes, sobre lo que Salgado menciona como una buena idea en tiempos de cuarentena el cocinar relajadamente. Todo esto repercutirá directamente en la salud mental y física.
Justamente, según el kinesiólogo Claudio Carvajal, estas pausas activas, han demostrado ser efectivas para prevenir los fenómenos asociados a la sobrecarga física y mental y que "la evidencia científica ha comprobado que el elemento más importante de la pausa activa es la pausa en sí misma, ya que al detener transitoriamente la actividad laboral permite cambiar de posición y disminuir la sobrecarga física y mental generada por el trabajo". Eso sí, recalca "el efecto se potencia cuando la pausa es acompañada por ejercicios y actividades físico-recreativas" y que los estudios han demostrado "alta efectividad de las pausas activas en disminuir el dolor musculoesquelético y estrés cuando se aplican 2 a 3 veces a la semana por 15 a 20 minutos cada vez", concluye.