Viña del Mar, ahora y siempre
"Ampliaciones" es la cuarta entrega del joven escritor Diego Armijo, el más fiel cronista de una ciudad que es mucho más que un jardín con vista al mar.
Por Cristóbal Gaete
¿Qué hace crecer una casa? Uno de los motivos más comunes es que se agranda, sin planificación, la familia. Estas "Ampliaciones" (Kindberg), es el cuarto libro del joven narrador viñamarino Diego Armijo, quien ganó una mención honrosa en el concurso Roberto Bolaño 2020 por su obra.
Esta novela se suma a los anteriores libros del viñamarino: "Glorias Navales" (Balmaceda Arte Joven Valparaíso, 2019), y las novelas cortas "Carcasa" (Calabaza del Diablo, 2020) y "Ropa" (Libros del Cardo, 2022). Sobre esta última, la crítica literaria de Las Últimas Noticias, Patricia Espinosa, escribió: "Armijo se inscribe con pleno derecho en esa grandiosa escuela de autores como Rojas, Cornejo, Méndez Carrasco, aproximándonos a un personaje agobiado por un sistema que jamás le dará un lugar. Su destino será el deambular", inscribiéndolo en la tradición de autores sociales y marginales del siglo XX.
Deambular por Viña del Mar, por la que la literatura de Diego Armijo ha trazado un mapa más real que sentimental. Lo ha extendido, contándonos historias de los sectores lejos del centro de la "ciudad jardín" y la playa, acorde con los más de cien campamentos que se brotan en los cerros de la periferia.
El escritor reflexiona sobre los escenarios que elige narrar: "Son los lugares que he visto toda la vida. Crecí en Glorias Navales, mi familia vive ahí. Son poblaciones que me parecen una galaxia de historias (como diría Alfonso Alcalde de Tomé), más allá de ser los cerros de una ciudad bien iluminada. No se ha escrito casi nada sobre esta parte de la ciudad. Eso es lo que quiero arreglar".
Sin duda, su representación de Viña del Mar es la más contemporánea que ha ofrecido la literatura; tema sensible para el escritor, que es, de profesión, contador y profesor de historia, aunque hoy se dedica a vender libros en ferias.
Sobre el contraste de su obra con la clásica imagen de Viña del Mar, se explaya: "Me gustaría apolillar la imagen de Viña como un paisaje turístico. Seguir el ejemplo de Carlos Pezoa Véliz (quien escribió de la ciudad en 1900), que caminó por estas mismas calles y supo seguir el ritmo. Escribir sobre los nuevos viñamarinos, que son más diversos, en origen y clase".
Los protagonistas, como en otros de sus libros, son jóvenes en un momento crítico, acicateados por la precariedad económica y las pulsiones de su edad. Consultado si imagina personajes suyos de otros rangos etarios, responde:
"Justo ahora estoy escribiendo una novela sobre personajes más viejos, con problemas económicos. Eso es transversal. Creo que, más allá de la edad que tengan, me interesa trabajar la empatía al imaginarlos. Mostrar a alguien distinto a uno, conocerlo y llegar a entenderlo".
Como sea, Armijo construye hoy una obra de palabras, mientras sus personajes construyen su obra en los hogares donde habitarán y llenarán de muebles recolectados en calles, cerros y quebradas.
Armar la casa
La escritura de Armijo es, por lo bajo, particular. En la contratapa de "Ampliaciones", la poeta Claudia Jara Bruzzone señala: "La edificación de la casa familiar se funde con la construcción de la trama, el caos permea el estilo narrativo, la precariedad económica se evidencia en la sintaxis, la falta de materiales genera una atmósfera entrecortada".
Así, Armijo narra cómo se arma un living, con sillas distintas: "Si él construyó, yo no me podía quedar sin hacer nada. Las busqué. Cada una distinta, pues fue por recolección de sobras de comedores de vecinos, o alguna a la intemperie desteñida, oxidada e inflada de agua, en calles y pasajes, en la quebrada perdida, como armado un living bajo las estrellas. Reparadas todas sí, algo, no totalmente".
Mucha de esta casa que se arma en "Ampliaciones" surge de la solidaridad, que justamente es un valor que lo une con la obra del mencionado Manuel Rojas. Sobre si la considera aún en este tiempo posible, afirma que "existe. En pandemia vimos la organización de ollas comunes. Personalmente, cuando tuve que armar mi casa, recibí ayuda de mi mamá, pero también de Paola Gaona, la mamá de un amigo. Digo, la gente sigue ayudando, quizá ahora a los que tienen más cerca".
Las páginas ofrecen distinta diagramación y tachados, entre otros recursos, lo que recuerda el vínculo de Armijo con la poesía. En ese género, por ejemplo, fue antologado en la revista peruana "Hueso Húmero". Sobre la disposición de los textos en página, Armijo comenta "Lo principal que es me gusta divertirme. Desparramar palabras. Cuando escribo acerca de una mesa, uso palabras para dibujar ese mueble. También me gusta desordenar, como mi tía Mary, que al hacer el aseo cambia de lugar los muebles y al llegar mi tío 'Gato' a la casa, siempre se tropieza con el nuevo orden".
Previo a estas "Ampliaciones", el joven escritor parecía, parafraseando a Enrique Vila-Matas, parte de la "Historia abreviada de la literatura portátil", porque esta es la primera vez que logra superar las cien páginas en un libro. Sobre si su destino es ir escribiendo novelas más largas, promete: "Le estoy poniendo carbón a la máquina. Ahora he sido más ordenado y hasta tengo planificación. Pero creo que no todo tiene que ser extenso. Estoy leyendo 'En breve cárcel' de Sylvia Molloy, cortito, pero intenso. Eso quiero".
Pero, ¿serán siempre de Viña del Mar? Armijo remata: "No me gustaría escribir de Santiago, por ejemplo. Me gusta Viña, además, ¿de qué más puedo escribir?"