Por Amelia Carvallo

"Matriarca", la nueva obra de Gabriela Mistral que acaba de publicar Ediciones de la Biblioteca Nacional, agrupa un conjunto de poemas del enorme legado de la Nobel. Son textos de puño y letra y otros escritos a máquina, con y sin correcciones, que dan cuenta del caudal inagotable de la poeta.

En el año 2007, gracias a la gestión de Pedro Pablo Zégers -Director de la Biblioteca Nacional de Chile- se trasladó al país el legado de la Premio Nobel. Desde esa fecha que el poeta Gustavo Barrera Calderón ha trabajado en él como investigador junto a bibliotecarios y diseñadores, que han digitalizado y restaurado miles de documentos, escribiendo sobre ellos una descripción, un resumen y extrayendo la mayor información posible.

"Muchos papeles venían con manchas de humedad, hongos o con un nivel de acidificación tal que se deshacían solos si alguien llegaba a tocarlos. Se trabajó con técnicas que parecen magia. Así pudimos rescatar muchos manuscritos", relató el investigador.

Tres años

El proceso de catalogación y digitalización duró tres años y terminó en el 2010. Barrera lo describe así: "Leí cada uno de los 14 mil documentos, más de 10 mil cartas en diferentes idiomas: inglés, francés, italiano y portugués. Llegaron muchos objetos, una colección de figuritas de ciervos que, parientes del huemul, eran sus animales favoritos. Había muebles, fotografías, cheques, pasaportes, libros de otros autores dedicados a Gabriela Mistral. Mucho de ese material se envió al museo de Gabriela Mistral en Vicuña. Los manuscritos hoy están en una bóveda con la temperatura adecuada y en cajas libres de ácido".

-¿Qué fue lo que te gustó más?

-La lectura de cartas. Escribía y recibía un promedio de diez cartas diarias. El eterno tiempo presente de las cartas me dejaba en un estado que no había experimentado nunca. Por ocho horas diarias me trasladaba y vivía la vida de otras personas, en otra época. Desde asuntos cotidianos hasta temas políticos, noticias, confidencias, incluso aparecían supuestos parientes que le pedían ayuda económica. O admiradores, muchos admiradores que le pedían fotografías autografiadas como a una estrella de cine.

-¿Qué más?

-Los derechos de la obra ya están liberados y hay material para seguir trabajando por mucho tiempo. Me cuesta entender cómo una sola persona fue capaz de producir tantos escritos de ese valor, tan visionarios que no pierden nunca su vigencia y, por el contrario, hoy tienen más valor que nunca. Lo interesante es que, al estar el material disponible y los derechos de autor liberados, Gabriela Mistral es hoy más democrática y accesible que nunca por lo que no tengo duda en que vendrán muchas publicaciones que ya no son exclusividad de instituciones o academias.

Hallazgos y sorpresas

Sobre este volumen de 62 poemas inéditos, Barrera cuenta que hubo preciosos hallazgos y sorpresas.

"Muchos poemas cuentan con varias versiones diferentes. Algunos están mecanografiados y con correcciones a lápiz, otros son manuscritos que cuesta bastante descifrar por su caligrafía. Lo interesante es que todo eso está disponible en el catálogo digital de la Biblioteca Nacional. Es posible descargar y visualizar los archivos originales. Sería interesante que los lectores hicieran el ejercicio de acceder a los originales y cotejarlos con lo que aparece publicado en el libro. Eso amplificaría la experiencia de apreciar estos hallazgos que tienen mucho de revelación".

-¿Qué revelan?

-A una Gabriela Mistral en tránsito hacia una escritura en verso libre, como me hizo ver mi amigo, el poeta y crítico Carlos Henrickson. Hay una perspectiva más amplia y madura de su veta espiritual. Incorpora todas esas búsquedas y estudios que la acercaron a visiones en apariencia tan disímiles como el hermetismo, la teosofía o el budismo, sin abandonar su conexión profunda con la experiencia cristiana de los místicos que nutrieron sus primeros escritos. Aparece también su vida cotidiana de esos últimos años en Long Island, en "Para Doris" aparece ese Valle de Elqui mítico de su infancia, la madre, la abuela: "Vieja santa, boca de salmo, estampa buena para eterna", aparece el nacimiento de un niño en secreto como un Moisés salvado de las aguas del Nilo. Son poemas en los que dijo todo sin callar nada.

-¿Por qué se llama "Matriarca" el libro?

La palabra Matriarca, así con mayúsculas, aparece en el poema "Las cuatro", y es una figura bastante enigmática. Cuatro mujeres suben a una colina en un acto que tiene mucho de ritual, de trance, y la voz que revela estos actos, hace una promesa tan inquietante como fundamental: "No te faltaremos, Matriarca, /aunque la noche se nos cierre. /No fallaremos para que no caiga/ tu escritura caliente en la nieve". No es fácil descifrar quién es esa Matriarca, ¿es la montaña, el planeta, la creadora, la realidad? Sea cual sea la interpretación, es esa matriarca una figura tutelar en la escritura de gran parte de los poemas de este libro.

-Las secciones que dividen al libro son "Con tinta", "Con resina", "Con fuego", ¿de dónde viene esto?

-En el mismo poema Las cuatro: "Con resina, con tinta o con fuego/ escribe sobre nuestra carne/ y nada calles, y nada te dejes". En la selección quise rescatar la manera en que Mistral organizaba sus libros, en secciones, agrupaba poemas sobre oficios, naturaleza, mujeres, materias, pero en lugar de darles títulos genéricos, opté por buscar esos títulos dentro de los poemas, en los versos que tenían la potencia de definir esas distintas fuentes o esos meridianos que atraviesan en paralelo su creación poética.

La Obra Reunida de Mistral terminó de publicarse digitalmente en 2020, por las Ediciones de la Biblioteca Nacional y consta de ocho tomos que agrupan todos los libros de poesía que publicó en vida, ediciones póstumas, poemas inéditos, prosa, todos sus recados y una selección de cartas. Están disponibles en formato digital para descarga gratuita.

-¿Cómo llegaste a Gustaf Sobin y qué fue lo que te cautivó de él? -Llegué a él como poeta. Me sorprendió su registro, su verso ajeno a cualquier "adorno", desnudo de toda retórica en el mal sentido de la palabra. Brevedad, concisión, e incluso, podríamos decir, abstracción, aunque no me gusta esa palabra para describir un poema. Cuando supe que era también ensayista, saqué sus libros en ese género de la biblioteca de mi universidad, la de Madison-Wisconsin, y quedé tan sorprendido que de inmediato decidí traducirlo. Me cautivaron sus temas, lenguaje y la portentosa imaginación con que lee el paisaje de la Provenza y Languedoc.

-¿Cómo fue el proceso, los problemas y epifanías? -De largo aliento, porque leer la prosa de Sobin requiere lentitud; no es un escritor para leer rápido, sino para seguirle la pista a sus referencias y alusiones. Traduje los textos que me gustaron, pero al mismo tiempo quise elegir una variedad que representara de la mejor manera posible la trayectoria histórica que sus tres libros de ensayo cubren; desde la prehistoria hasta el renacimiento temprano. Los escollos fueron los que todo traductor sufre: buscar la expresión más cercana a lo que el autor dice, lo que en el caso de Sobin es muy desafiante por los temas que aborda.

-¿Cómo definirías a Sobin? -Lo definiría como un escritor visionario. Su sentido de la historia, de lo humano, de lo que los habitantes de una antigüedad hace tiempo perdida- todavía pueden decirnos por medio de los vestigios que dejaron, resuena en nosotros con una fuerza inédita. Leerlo me hace pensar en lo que de común podemos tener con esas lejanías, que es mucho más de lo que creemos. A cualquier persona interesada en las zonas de contacto entre la arqueología, la historia, la filosofía y la poesía le gustarán estos muy singulares ensayos, llenos de expresiones felices en cada vuelta de página. Invito a leerlo.