Necesidad de transformación de viviendas
Francisco de la Barrera, Investigador CEDEUS y académico de Facultad de Arquitectura, Urbanismo y Geografía de la UdeC, Ximena Gauché Marchetti, Profesora Titular y Vicerrectora de Relaciones Institucionales y Vinculación con el Medio, Universidad de Concepción,
Una de las mayores evidencias de la pobreza es el frío permanente. Muchas veces se le ha vestido con el concepto de pobreza energética o bajo objetivos de eficiencia energética o sustentabilidad. Aun siendo conceptos relevantes, tanto en términos de la capacidad de solventar el gasto que implica alcanzar condiciones de confort térmico, como de hacerlo usando menos energía (o con menos contaminantes), derivado de un mejor uso de tecnologías y ajustes constructivos, subyace un problema de fondo: la dignidad del habitar.
Hace 4 años, el Centro de Desarrollo Urbano Sustentable (CEDEUS) trabaja en el sector costero San Pedro de la Paz y las dirigentas nos pidieron rendir cuentas de los resultados, tras medir temperaturas, humedades, calidades de muros y techos, rendimientos energéticos, condiciones de luminosidad, etc. Los resultados son duros, pero ratifica algo sencillo que aseveran con frecuencia ante la pregunta de si acaso sus viviendas son frías, con respuestas rotundas y unísonas: "sí". Este frío, no obstante, se acompaña de otros problemas que ellos detectan como incluso más importantes: el poco espacio que tienen disponible para vivir y también problemas de diseño de la vivienda, como dónde está el baño y lo difícil que es moverse adentro de las casas, por ejemplo, cuando se necesita ingresar una camilla. Es decir, si bien el frio y la humedad causan enfermedades, los temas de espacio priman, por las molestias cotidianas que traen consigo y porque la falta de espacio deriva en ampliaciones autoconstruidas.
Los resultados que les mostramos (o devolvimos), representan evidencias del problema, para que entre todos podamos comunicar mejor sobre la gravedad de la situación, pero también son para estimular la transformación de las viviendas y con ello la forma en la que experimentan sus barrios y la ciudad. Para esto el Estado de Chile dispone de subsidios, que mejoran las viviendas, y que representan oportunidades de transformación. No obstante, dados los problemas de espacio y diseño, prácticamente todas las viviendas están ampliadas, auto-gestionadamente y sin regularización, lo que complica la postulación a dichos subsidios.
Tres tareas inmensas persisten: que los vecinos se animen a postular a los subsidios disponibles para el mejoramiento de la vivienda, pese a la dificultad para cumplir los requisitos debido a las ampliaciones, sin perder la esperanza. Que las entidades gestoras acompañen estos procesos y apuesten por estos barrios. Y, finalmente, que el Estado dé esperanza, acompañamiento y oportunidades extraordinarias a personas de barrios dañados en su dignidad. Desde la ciencia podemos hace los diagnósticos científicos, apoyados por la comunidad, pero para que no quede solamente en el diagnóstico, sino que existan transformaciones, necesitamos que los vecinos se informen y movilicen, para postular y transformar sus viviendas, que los privados colaboren y que el Estado, a través de sus distintas instancias, funcione.