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Ante los trabajos de remodelación y mejoramiento iniciados en enero

La voz de los personajes que "emigraron" de Plaza de la Independencia por faenas

Un mimo, un lustrabotas y un fotógrafo artesanal cuentan sus desventuras a más de dos meses de abandonar sus históricos puestos. Si bien se muestran optimistas ante los resultados que tendrán los trabajos, reconocen que el hecho de reubicarse en otros lugares ha tenido un impacto notable en sus respectivas actividades. Algunos, incluso, deben llevar a cabo emprendimientos paralelos para sostener sus finanzas.
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Por Nicolás Álvarez Arrau

"Yo le digo a la gente que se puede llamar Arbolito, porque está hecho de madera". José Alvial está sentado frente a Casa Orellana y ríe al ser consultado por el nombre del pequeño caballo de fantasía que lo acompaña bajo un sol de marzo que poco a poco se cuela en su cabeza y que comienza a ser insufrible a medida que avanza el mediodía. Tiene colgada en su cuello una cámara Nikon y pese al intenso calor extiende la conversación cuando se le pregunta por su pasado y por los motivos que lo llevaron a instalarse como fotógrafo artesanal en la Plaza de la Independencia de Concepción hace ya más de 40 años. La historia, sin embargo, la cuenta desde un lugar distinto al habitual, casi al llegar a la esquina de Aníbal Pinto y Barros Arana.

Aunque se encuentra solo a metros de su tradicional lugar, a no más de media cuadra, este emprendedor relata que los trabajos de remodelación que experimenta la plaza, y que obligaron a perimetrar toda la manzana del centro penquista con planchas estructurales de madera para evitar el tránsito de peatones, han tenido un impacto notable en su negocio. Si antes de las faenas podía atender hasta siete clientes cada mañana, actualmente no recibe a más de dos.

"Claro que he tenido mermas, pero no me quejo, ya que uno sabía que había que reparar la plaza. Eso sí, aquí hago muy poco trabajo y a veces me he visto obligado a cobrar más caro, porque como hay menos clientes tenemos que financiarnos de alguna manera. Adentro de la plaza la gente se relaja y los niños juegan, y ahí los padres lo comienzan a pensar y piden una foto, pero acá afuera no ocurre eso", grafica, impertérrito a los rayos del sol.

A su izquierda un mimo interrumpe gracioso el tránsito. Es Francisco Norambuena, quien posee una trayectoria de 30 años en plena esquina de Barros Arana y Aníbal Pinto. Mientras descansa después de 20 minutos de show callejero y aplausos generosos cuenta que el cierre de la plaza le quitó una buena parte de su escenario, sobre todo el que está bajo los pies de la base que alguna vez albergó a Pedro de Valdivia, el mismo monumento que fue arrancado en pleno estallido social.

"Están bien los arreglos y que se preocupen, pero lo malo es que se afectó a todos los vendedores ambulantes que vendían cabritas o máscaras. Yo ahora tengo casi encima a la gente, además de que solo logro juntar unas 30 o 50 personas por show, con suerte. Todo bajó por culpa del cierre", lamenta el artista.

Fue esta situación, y en gran parte también la pandemia, la que hizo que el mimo de Concepción decidiera ocupar buena parte de su tiempo para sostener un emprendimiento familiar destinado a la peluquería canina y que lleva por nombre "Pancho el Mimo". Con ello, dice, espera recuperar el déficit de 70% de ingresos que registra hoy su espectáculo.

"Hice un curso de peluquería canina y soy peluquero canino autorizado. Tengo mi título, por lo que si no trabajo aquí estoy con mis perros. Me tuve que reinventar con eso y con un programa infantil por cable", revela Norambuena.

Las consecuencias son iguales para todos los emblemáticos personajes que ocupaban hasta inicios de enero el espacio común de la Plaza de la Independencia. Tal como el fotógrafo artesanal y el mimo "multifacético", Juan Sufan dice sufrir similares penas. Él se ha desempeñado como lustrabotas por 53 años y en ese más de medio siglo le ha tocado emigrar de su histórico punto de trabajo unas tres veces, según aclara.

Explica que desde que cruzó la calle hacia Barros Arana, al frente del Centro Español, la clientela ha bajado de manera considerable, "porque nuestros clientes andan perdidos y no es como estar en la plaza".

"En un día normal uno puede atender hasta 30 personas, pero ahora no pasamos las 15. Hemos tenido problemas con esta remodelación, aunque sabemos que si todo eso va bien al final será mejor para todos. Por eso esperamos que no la vuelvan a hacer pedazos", puntualiza el lustrabotas, justo antes de atender a uno de los últimos clientes del día. Al igual que sus compañeros, Juan Sufan apuesta desde hace unos meses por terminar la jornada cerca de las 15 horas -más temprano de lo acostumbrado- para partir rumbo a Chiguayante, comuna en la que reside.

En las tardes, advierte, no vale la pena quedarse. A esas horas ya no quedan clientes dispuestos a sacarle brillo a sus zapatos.

DESESPERANZA

La primera fase de los trabajos que se proyectan en Plaza de la Independencia partieron durante enero y se mantendrán en el lugar hasta julio, según han precisado desde el Serviu. Con ello se busca retirar adocretos existentes e instalar baldosas, además de retirar bolardos y remover escaños, todo en el contexto del daño urbano sufrido tras las manifestaciones registradas en el estallido social de 2019.

Esta primera etapa también considera la mantención del odeón y mobiliario, así como la arborización y la renovación y reubicación del sistema eléctrico, que actualmente se sitúa en los baños públicos.

La segunda parte del proyecto, en tanto, debiese comenzar dentro de este mes y extenderse hasta fines de septiembre o inicios de octubre. El objetivo es mejorar las aceras que están frente a la plaza, lo que afectará de alguna manera y nuevamente a los actores consultados en este reportaje, siempre y cuando sigan desperdigados y en puestos de trabajo ajenos. En total, ambos planes consideran una inversión de $1.728 millones.

Aunque aventuran que una vez que las faenas culminen habrá un beneficio para toda la comunidad, Alvial, Norambuena y Sufan se muestran desesperanzados respecto a que los trabajos finalicen en los tiempos establecidos. Al ser consultados por el tema, agachan la cabeza, toman una pausa y dicen que "ojalá que todo termine en septiembre". Para ellos las Fiestas Patrias son una fecha única en el año y que debe ser aprovechada, más aún después de vivir dos años terribles en materia económica y sanitaria.

"La gente que viene para acá me hace casi las mismas preguntas que usted: qué pasa con la plaza y cuándo cree que van a entregarla. Y ahí uno tiene que decirles que son seis meses, pero la verdad es que no creo que se logre en seis meses. Septiembre es un buen tiempo para que todo esto vuelva a abrir", plantea el lustrabotas chiguayantino.

Como él, José Alvial también tiene presente en su mente un plazo restante de seis meses, "pero siempre las cosas se atrasan un poco más, por eso le digo a la gente que me pregunta que ojalá inauguremos la plaza para el 18 de septiembre, porque esa es una buena fecha. Tengo la esperanza que después de la inauguración todo será para mejor y esto quedará más bonito, y así yo tendré más trabajo".

En tanto, el mimo Francisco Norambuena -y peluquero canino en ocasiones- cree que será complicado que las obras se finiquiten de acuerdo al cronograma. Lo mínimo, estima, será un año, ya que "no se van a cumplir los tratos, porque hay políticos que dicen que cumplen los tratos, pero no lo hacen. Lamentablemente, no hay nada que hacer y solo hay que esperar, y arreglárselas como se pueda, encima de la gente".

Durante los primeros días del año, cuando las planchas de madera comenzaban a instalarse, se comunicó que la Municipalidad de Concepción había establecido una conversación previa con la directiva que representa a los clásicos oficios penquistas y a los demás emprendedores que dan vida al céntrico lugar. Así, afirmaron en ese instante, se llegó a un acuerdo para iniciar un proceso de reubicación.

Mientras algunos serían enviados a la Nano Plaza Caupolicán, a los pies del Hotel El Araucano, otros serán enviados al portal de Galería Alessandri o a las afueras del Banco de Chile y del Teatro Universidad de Concepción, por Avenida O'Higgins.

Será cuestión de tiempo, entonces, que más zapatos sean lustrados frente a la pileta, que la cámara Nikon de José Alvial vuelva a flashear al caballito de fantasía bajo la sombra de un árbol y que el mimo de siempre retome su espectáculo a los pies de la base que en algún momento sostuvo al polémico Pedro de Valdivia.