La silenciosa labor de cuidar
Hace una semana, un triste hecho quedó al descubierto en la comuna de Chiguayante, en el que un hombre de 57 años falleció junto a su hijo, de solo 26 años y paciente postrado, y cuyos cuerpos fueron hallados sin vida luego de 20 días en su domicilio.
El hecho provocó conmoción y preocupación no solo en la comunidad cercana, sino también entre quienes sin conocer la historia familiar, solidarizaron y empatizaron con la situación, entendiendo que el cuidado de personas que presentan discapacidades y el esfuerzo de quien se hace cargo de esa labor es una realizada compleja y muchas veces llena de dificultades cotidianas, sobre todo cuando no existe una red de apoyo concreta.
Desde el municipio se informó que la familia recibía visitas semanales del equipo de salud, compuesto por una nutricionista, químico farmacéutico, enfermero y asistente social, pero que desde el 25 de enero que no abrían la puerta para recibir a los profesionales. Al concurrir, el martes de la semana pasada, los funcionarios detectaron nuevamente, detectaron algunas señales de una situación de mayor gravedad y tras llamar a Carabineros se constató el trágico hecho,
Se trata de un caso que remece y pone en la palestra las condiciones en las que las personas que asumen los cuidados de un familiar enfermo, con movilidad reducida o con algún tipo de discapacidad cumplen con esta labor, muchas veces asumida de forma voluntaria o por falta de otros que puedan apoyar.
Es un caso que también genera empatía, que llama a pensar qué sucede en los procesos de decisiones familiares o de los grupos cercanos, así como también qué rol deben cumplir los vecinos, las instituciones correspondiente y, por supuesto, la comunidad en general.
De acuerdo al Segundo Estudio Nacional de la Discapacidad publicado en 2015, la Región del Biobío mantiene un total de 227.057 personas en situación de discapacidad, misma cifra de cuidadores en la zona. Este estudio de hace siete años es el último que existe de este tipo y son con estos datos con los que opera el Senadis para trabajar políticas en esta materia.
El mismo documento, sostiene que 41,2% de las personas con discapacidad cuenta con asistencia de otras personas para realizar actividades cotidianas, de las cuales 28,8% declara no requerir ayuda adicional. Entre quienes reciben asistencia de otras personas, 77,1% cuenta con un cuidador que reside dentro del hogar, mientras que 23,0% recibe asistencia de una persona que no reside en el hogar.
Pese a que estas cifras están desactualizadas, el dato que alarma a diversas organizaciones es que las personas cuidadoras son principalmente mujeres, ocupando un 73,9% de la cifra total, mientras que sólo un 26,1% son hombres, según datos entregados por el Servicio Nacional de la Discapacidad (Senadis) Biobío.
Desde el Movimiento Regional de Cuidadoras Informales se informó que a nivel de salud primaria existe el programa de postrados, el que se trabaja junto a las municipalidades, indicando que respecto a los pacientes que permanecen en sus hogares y se mantienen inscritos en sus respectivos centros asistenciales, deben ser visitados una vez cada seis meses, periodo que consideran demasiado extenso para poder hacer un real seguimiento de las necesidades del paciente.
Es indudable que quienes tienen mayor autoridad para referirse a las complejidades del cuidado de personas con discapacidad son quienes lo ejercen, por lo que es fundamental que la comunidad se organice y asuma un rol activo de apoyo, con el fin de compartir e integrar mayormente a quienes son cuidadores. Por otro lado, para los cambios de políticas públicas o de leyes enfocadas en el tema se requieren autoridades que se conecten con situaciones como la ocurrida hace una semana, aborden el tema con responsabilidad y trabajen en opciones destinadas a que no vuelva a ocurrir.
Se trata de un caso que remece y pone en la palestra las condiciones en las que las personas que asumen los cuidados de un familiar enfermo, con movilidad reducida o con algún tipo de discapacidad cumplen con esta labor, muchas veces asumida de forma voluntaria o por falta de otros que puedan apoyar.