Lo que dejó la elección y la segunda vuelta
Resultados sorpresivos y la proliferación de los análisis respecto de qué es lo que verdaderamente refleja cada votación, especialmente en la Región del Biobío, dejó el proceso de elecciones presidenciales, parlamentarias y de consejeros regionales del domingo último.
Y lo primero que parece resaltar -tal como lo señalan expertos consultados por EL SUR y que expresan su opinión en un reportaje publicado en esta edición- es que en el escenario actual "nadie es dueño de los votos". Eso explica, por ejemplo, la sorpresa -y también desazón- que provocó especialmente en las fuerzas de izquierda el resultado de la votación presidencial. Y es que luego del categórico triunfo del sector en las elecciones de convencionales constituyentes en mayo de este año, muchos esperaban que aquello se reflejara también en una adhesión mayoritaria al candidato de Apruebo Dignidad.
Pero aquello no ocurrió y fue José Antonio Kast -carta del Frente Social Cristiano- quien capitalizó la mayor cantidad de votos (1.961.387, 27,91% del total nacional) de entre los siete candidatos. Le siguió el representante de Apruebo Dignidad, Gabriel Boric, con un 25,83% (1.814.77 votos) y Franco Parisi, con un 12,80% (899.230), quien a su vez superó por estrecho margen a Sebastián Sichel, que quedó relegado a un cuarto lugar (12,78%) y a Yasna Provoste, que se ubicó en un discreto quinto puesto (11,60%). En el caso de Biobío, la diferencia fue mucho más amplia en favor de Kast, quien obtuvo el 32,58% de los votos, versus el 19,17% de Boric.
Que Kast y Boric sean quienes compiten en el balotaje confirmó lo que muchos adelantaban, incluidas las vapuleadas encuestas. Y es que el país entró en un proceso de mayor polarización entre quienes representan a izquierda y derecha, con el consiguiente impacto negativo para las fuerzas ubicadas más al centro del espectro político, las que por primera vez desde el regreso a la democracia quedaron fuera de la disputa por la presidencia del país.
A nivel regional también se observaron importantes sorpresas, que dan cuenta de un giro relevante si se compara con los sufragios previos. En la elección senatorial fue donde aquello más se notó, dado el triunfo de Sebastián Keitel (Evópoli), con un 11,70% de las preferencias (64.271 votos). Ese respaldo le permitió al pacto Chile Podemos + sumar también a una segunda carta en la Cámara Alta, el actual diputado por el distrito 20 Enrique Van Rysselberghe (UDI), quien en una apretada "disputa" con su colega y correligionario del distrito 21 Iván Norambuena, se quedó con el 6,47% de los votos (35.557 sufragios).
El tercer cupo para Biobío quedó en manos del actual diputado del PS por el distrito 20 Gastón Saavedra, quien con su 10.77% de adhesión prácticamente dobló lo conseguido por sus compañeros de lista, los también diputados José Pérez (PR, 5,41%) y José Miguel Ortiz (DC, 5,12%).
Lo conseguido por Keitel es, sin duda, lo más llamativo. Aquello porque su presentación estuvo cruzada por acusaciones de "turismo electoral" y de "afuerino", cuestión que no fue relevante para el votante, que se inclinó mayoritariamente por una figura con un alto grado de conocimiento y, a la vez, respeto por su condición de destacado deportista. Otro elemento que sorprendió en Biobío fue la irrupción del Partido de la Gente, que logró elegir a dos parlamentarios -uno en el distrito 20 y otro en el 21- además de cuatro consejeros regionales.
A nivel nacional, en tanto, luego de que se conocieran los resultados de la primera vuelta presidencial, esta semana la disputa con miras al balotaje -programado para el domingo 19 de diciembre- comenzó con fuerza y, tal como se esperaba, no precisamente orientada al debate de ideas, proyectos país y visiones de fondo.
No hay duda que el clima de tensión política irá aumentando de tono a medida que se acerquen las elecciones. En ese escenario -poco edificante, pero esperable- hay cuestiones que no deberíamos permitirnos como país, con miras a resguardar lo que aún queda de seriedad en el debate público.
La principal dice relación con exigir a las fuerzas políticas que se apeguen a la verdad -los datos, la evidencia sólida- para sostener sus posiciones y no apelen solo a intentar activar emociones en la ciudadanía para conseguir sus objetivos, tergiversando o hasta de plano mintiendo. Aquello, por cierto, no es exclusivo de un sector o sensibilidad política. Es cuestión de observar -por ejemplo- la forma en que se intercambian los mensajes en las redes sociales, para dar cuenta de que son muy pocos los ponderados, que son capaces de plantear ideas o puntos de vista sobre temas de interés público, sin que prime la argumentación ad hominem, donde lo mínimo que se busca es la descalificación o incluso la "cancelación" de aquel que sostiene una posición distinta a la propia.
Aquello, lamentablemente, también se expresa en nuestra Región del Biobío, donde hay varios actores políticos que si bien ostentan importantes cargos y, por consiguiente, deberían asumir una responsabilidad especial en cuidar nuestra democracia y necesaria convivencia, se dedican a extremar posiciones utilizando para ello un tono impropio, denostando a quienes tienen visiones contrarios e, incluso, difundiendo informaciones falsas.
Así, es difícil pedir a la ciudadanía que mantenga el respeto hacia los otros, cuando los líderes no son capaces de sostener una actitud templada y que contribuya a una adecuada convivencia democrática.
El país entró en un proceso de mayor polarización entre quienes representan a izquierda y derecha, con el consiguiente impacto negativo para las fuerzas ubicadas más al centro del espectro político, las que por primera vez en las últimas tres décadas quedaron fuera de la disputa por la presidencia del país. En ese escenario, se debe insistir en la necesidad de mantener una adecuada convivencia democrática.