El trabajo colaborativo que impulsa a Alto Biobío hacia un turismo sustentable
Si bien se trata de actividades que llevan años realizándose, como el trekking, rafting cabalgatas y gastronomía pehuenche, entre otros; existía poca colaboración mutua para promover el destino y su protección. Pero ya dieron el primero a la asociatividad.
Por Lesly Zurita Arriagada / lesly.zurita@diarioelsur.cl
Podríamos comenzar esta nota hablando sobre el inigualable sabor que tiene la miel producida por los Apicultores de Callaqui o sobre el trabajo en equipo de bajar en balsa el río Biobío con el emprendimiento Whiter Water Biobío. También sobre los hermosos parajes de montaña que se recorren junto a Ruta Pewenche o la experiencia intercultural que entrega Sendero Ruka Manque, así como las pizzas con changles, piñones y digüeñes que ofrece Las Montañas, sólo por nombrar a algunos. Y aunque cada uno realiza un gran trabajo de turismo en la comuna de Alto Biobío, se dieron cuenta que trabajando de forma individual era imposible avanzar hacia un fortalecimiento del sector. Así surgió el Primer Encuentro de Sustentabilidad Local.
"Todo partió con una conversa con otros emprendedores, de querer hacer algo, de reunirnos. Y nos empezamos a preguntar, ¿qué pasa si nos asociamos? ¿si hacemos un encuentro? Se fue sumando más gente y el restaurante (Las Montañas) tiene una onda y yo estaba terminando el Salón Raulí (espacio para eventos) y se fue sumando más gente", dice Carlos Aguayo, administrador de Las Montañas.
La idea de reunirse asociativamente la tenía Paulo Urrutia, director de Geoturismo Chile, la tenía rondando en la cabeza desde que conoció una experiencia similar en Europa, ligado a potenciar el turismo sustentable, cuidando los espacios naturaleza y focalizados en que los visitantes vivieran una experiencia y no sólo fueran a un paseo. Pero también que esto se realizara de forma autogestionada y sin depender de las instituciones públicas como cabecillas de estas actividades. Y, para eso, primero tenían que establecer una relación de confianza.
En dos días, aquellos que sólo se conocían por trabajar en la misma comuna experimentaron el servicio que ofrece su compañero, probaron sus productos y degustaron su comida. Pero no sólo eso. Quizás, lo más importante, es que conocieron sus historias de vida y se abrieron a compartir sus sueños y esperanzas sobre el territorio que esperan construir en conjunto. Las relaciones se estrecharon y sentaron las bases de que el trabajo en asociatividad es hacia donde deben caminar y que, entre ellos, no son competencia.
TURISMO EN EQUIPO
La primera parada de la cita fue en los Apicultores de Callaqui quienes estaban ya en su propio proceso de asociatividad. Cada uno producía su miel de forma individual, hasta que se dieron cuenta que en conjunto podrían generar una mayor identidad y potenciarse gracias a la postulación de fondos públicos para capacitarse y formalizar su trabajo. Gracias a eso obtuvieron su sala de cosecha que están actualizando para cumplir con todas las normas sanitarias.
"Hoy todavía no estamos envasando aquí, pero ya tenemos todas las cosas, el mesón, una máquina de centrifugado y extractor de miel, así como un receptáculo para poder recoger la miel. Aún no estamos en tiempos de cosecha, así que esperamos en diciembre estar funcionando acá", cuenta Guillermo Purrán, director de las Asociación.
Para fines de ese mes, además, esperan ya contar con la sala de ventas en el mismo lugar, que queda en el sector Callaqui, de camino a Ralco. Mientras, también se están capacitando en los subproductos del propóleo, para producir jabones y cremas.
Sobre este nuevo paso, Purrán agrega que "no vamos a acelerar el tiempo, no queremos transformarnos en máquinas, porque las abejas no son máquinas. Tenemos que respetar nuestros propios ritmos. Cuando ya perdemos eso, es porque nos estamos transformando en otra cosa".
Si bien un estudio concluyó que la miel de Alto Biobío es única en el mundo producto de sus condiciones ambientales y la vegetación nativa, Purrán reconoce que no venderán de forma masiva, por ejemplo, en supermercados. "Nunca van a valorar este producto, somos quienes tenemos que cuidarlo", puntualiza. No por nada, la miel se agota rápidamente tras la cosecha.
Tras la degustación, la segunda parada fue deportiva: rafting. Tres de las empresas que prestan el servicio en Alto Biobío participaron del encuentro y mostraron una bajada en balsa o kayak por el río Biobío. La dinámica era que los grupos fueran mezclados, entre personas que no se conocieran para generar un lazo en el trabajo en equipo que se que realiza al remar río abajo.
La bajada no es rápida. En las partes de aguas tranquilas se disfruta del paisaje y la fauna que sólo se dejan ver si se va por el río, esos momentos son aprovechados por los locales para identificar sitios o contar leyendas pasadas de generación en generación. El calor se sortea con el agua que entra en las corrientes rápidas y que son los momentos en que el trabajo en equipo se pone a prueba. La salida, es con una sonrisa para todos, especialmente para quienes, como Boris Vita, de la comunidad de Pitril, nunca había practicado el deporte pese a vivir en la comuna toda su vida.
CONOCIMIENTO ANCESTRAL
La segunda jornada es en la montaña. El camino es siempre en subida, de ripio y al borde. A 10 kilómetros de Ralco, está la comunidad Pitril donde opera Sendero Ruka Manque y Ruta Pewenche, que lideran los hermanos Boris y Héctor Vita.
Héctor cuenta que no fue fácil iniciarse en el turismo. Abrirles las puertas de sus rukas a gente de la ciudad es algo resistido por algunos pehuenches, especialmente por las amenazas de que afecte el cuidado de su entorno natural. Poco a poco, fueron convenciendo a sus padres, participando en ferias donde vendían asados al palo y una vez que visitaron Concepción, la gente les preguntó dónde los podían encontrar. Y así decidieron recibir en su ruca a los visitantes.
"La gente que ha venido es súper respetuosa, yo no tengo nada que decir. Mucha gente dice que con el turismo queda la tendalá, pero hemos mantenido el lugar, el sector y hemos aprendido mucho de la gente de afuera. Todos tienen kimün (conocimiento), no es que ustedes no más aprendan de nosotros", relata Héctor Vita, quien partió con Sendero Ruka Manque y luego se independizó junto a su esposa en Ruta Pewenche donde trabaja con otras comunidades.
Al llegar a la ruka, Boris primero explica que tenemos que presentarnos a los ngenes (espíritus) del lugar. Es la forma de pedir permiso por estar ahí. Desde ahí, se da la bienvenida en chedungun, la lengua pehuenche y se da paso a la ruca, entrando siempre por la derecha y rodeando el fogón, como símbolo de respeto y para que existan buenas vibras durante el día. Adentro, siempre espera comida típica, en este caso sopaipillas y sus acompañamientos como café de trigo, huevos de gallina, merkén caliente y pebre. En todo el proceso de la confección de las sopaipillas pueden participar los turistas, eso sí, las recetas se quedan de generación en generación.
Esa ruca también es el punto de partida de las caminatas, que también se pueden hacer a caballo. Se trata de senderos, de distinta extensión y dificultad, que eran los mismos utilizados por las comunidades históricamente. Con colihue en mano para un mejor equilibrio, el camino es en subida y a al sonido de las pisadas se le suma el del bosque y al final, una pequeña cascada, donde nuevamente se vuelve a pedir permiso para conectar con la ñuke mapu (madre tierra), donde hay espacio para pedirle ayuda en temas personales.
EL PRIMER PASO
Cada una de las visitas a los distintos servicios estuvo cruzada por charlas de distintos expertos que también formaron parte del recorrido: turismo sustentable, trabajo colaborativo y derechos ambientales, fueron algunas de las temáticas de las que también se nutrió todo el grupo.
Boris Vita, de la comunidad de Pitril y parte del equipo de Sendero Ruka Manque, dice que les faltaba "poder conocernos, interactuar, intercambiar lo que uno tiene, para formar una red de equipo para ofrecer un servicio más completo con nuestros vecinos. Y todo bajo el respecto hacia las ñuque mapu, para que el día de mañana las futuras generaciones ojalá puedan disfrutar lo que hoy día tenemos".
Para Paulo Urrutia, gestor de la iniciativa "existía la necesidad de generar espacios de encuentros, que también tienen que nacer de nosotros. En la medida en que creemos que somos capaces, nos da pie a crear nuevas iniciativas y podamos mostrar, en consecuencia, que las personas que trabajan en distintas instituciones que somos capaces, porque lo van a ver y lo van estar viviendo".
Parte de esta organización incluyó financiamiento, vía FNDR, por parte de Sernatur. Y en ese sentido, la directora del organismo, Natalia Villegas, comenta que "lo más relevante de estas actividades es generar vínculos, conocernos y hacer alianzas que nos permitan promocionar nuestro turismo. La asociatividad es fundamental para generar productos turísticos contundentes que satisfagan y conformen a los turistas, es por eso que seguiremos apoyando y organizando estas actividades junto a los actores locales del turismo".
Carlos Aguayo, administrador del restaurante y hospedería Las Montañas es crítico del turismo en Alto Biobío y en general de la Región. "El Biobío es una zona de sacrificio, si comparamos con otras regiones, Alto Biobío tiene un potencial y patrimonio único, pero la gente pasa de largo. No viene la gente porque no se promociona, ¿por qué no se hacen los grandes festivales como en Las Trancas o Pucón? Y es porque somos zona de sacrificio".
Por eso cree que el trabajo que se debe realizar en un turismo respetuoso con el medioambiente es relevante, sin explotarlo y así quedó reflejado en este primer encuentro. Que todos, sin excepción, recalcaron que si fue el primero, es porque vienen más, porque esta asociatividad está recién empezando para ofrecer un servicio completo a quienes lleguen a vivir la experiencia que ofrece Alto Biobío.