Coordinación: el gran desafío del gobernador
El miércoles de la semana entrante se cumplirá un hito muy relevante en la historia de la Región. Por primera vez, asumirá el liderazgo territorial una autoridad elegida democráticamente, con lo cual se corrige una anomalía que caracterizaba a la regionalización del país. Esto, porque son muy pocos los países a nivel mundial que no cuentan con votaciones para definir a quienes gobiernan unidades político-administrativas tan relevantes como éstas.
En el caso del Biobío, la autoridad electa es Rodrigo Díaz Worner, de quien se reconoce una trayectoria pública con un sello dialogante y respetuoso de las diversas visiones que conforman la actividad política y social de la Región. Y en el contexto que vive el país, esas características resultan especialmente necesarias, considerando la tarea más urgente hoy en día, como es contribuir a la recuperación económica y -por consiguiente- al mejoramiento de las condiciones de vida de los habitantes de la zona, golpeados por los efectos de una pandemia que junto con la irreparable pérdida de vidas humanas ha traído otras muy malas noticias, como el aumento de la pobreza en Biobío y el país.
Para el gobernador regional entrante, esa primera responsabilidad es solo uno de los grandes desafíos que tanto él como las restantes autoridades del país tienen, con miras al proceso descentralizador, que se vincula a la ya citada democratización del cargo. Y es así porque el resultado de la gestión que estas nuevas figuras cumplan en cada una de las regiones marcará un hito para comprobar en los hechos una de las tesis que sustentan la petición de mayor poder para los territorios. Esto es, que cuando las decisiones en torno a las políticas públicas se toman más cerca del lugar en que se aplican, resultan mucho más adecuadas y exitosas.
Según lo establece la Ley 21.073, será el gobernador regional quien -entre otras funciones- tendrá a su cargo la formulación de las políticas de desarrollo de la región, así como los instrumentos que las aterrizan, además del presupuesto regional. Junto con ello, le corresponderá también la coordinación, supervigilancia o fiscalización de los servicios públicos que dependen o se relacionan con el Gobierno Regional.
Adicionalmente, la figura del gobernador regional está llamada a ser clave en la alineación del camino que se trace la propia Región en materia de su desarrollo, con las prioridades que se soliciten establecer con miras a que toda la inversión pública sea coherente con esos principios específicos establecidos en cada territorio.
De esta forma, la autoridad deberá apelar de forma muy intensa a una buena coordinación con todos los niveles de gobierno -desde los municipios hasta el Gobierno central- así como a una creciente capacidad de fomentar la articulación público-privada en la definición de un "proyecto regional", que represente verdaderamente los intereses y aspiraciones locales de manera transversal.
Con todo, no puede perderse de vista que la nueva autoridad compartirá el poder e incluso la misma planta del edificio del Gobierno Regional de avenida Prat con el delegado presidencia regional, quien será la figura encargada de ejercer el gobierno interior de cada región.
Según lo establece la normativa legal, se trata del representante natural e inmediato del Presidente de la República en el territorio de su jurisdicción, por lo cual será nombrado por el jefe del Estado y se mantendrá en sus funciones mientras cuente con su confianza.
Al delegado -cuyo nombre aún no ha sido confirmado por el Gobierno central- le corresponderá la coordinación, supervigilancia o fiscalización de los servicios públicos creados por ley para el cumplimiento de las funciones administrativas que operen en la región, que dependan o se relacionen con el Presidente de la República a través de un Ministerio, entre otras funciones establecidas en la Ley Orgánica Constitucional de Gobierno y Administración Regional.
Frente a esta coexistencia de autoridades, es evidente que se requerirá algunas condiciones adicionales si lo que se quiere es guiar adecuadamente los destinos de la Región.
Lo primero es intensificar el proceso de comunicación hacia la ciudadanía de estos cambios fundamentales en la administración pública regional. La baja participación que tuvo la segunda vuelta para definir al gobernador regional -un 13,7% en Biobío- es las más clara prueba de la escasa sensibilidad general respecto de la importancia que tiene este proceso de democratización, en particular por el esperado impacto asociado hace una menor centralización del país.
Lo segundo fundamental será -nuevamente- la forma en que se establezcan las relaciones entre ambas autoridades, de manera que prevalezca la cooperación y coordinación por sobre el conflicto. De lo contrario, será muy difícil avanzar de forma significativa en aquellas iniciativas que requieren de un trabajo conjunto para beneficiar a las comunidades. Este es, sin duda, el mayor desafío que se proyecta a nivel regional y requerirá de mucha altura de miras, generosidad y visión de futuro de parte de quienes la semana entrante asumirán sus nuevas responsabilidades.
Será fundamental la forma en que se establezcan las relaciones entre las autoridades entrantes, de manera que prevalezca la cooperación y coordinación por sobre el conflicto. De lo contrario, será muy difícil avanzar de forma significativa en aquellas iniciativas que requieren de un trabajo conjunto para beneficiar a las comunidades.