Refugio enseña a ocho pingüinos de Humboldt a convivir con la ceguera
Rescatados al borde de morir e incapaces de volver su hábitat, ocho ejemplares ciegos encontraron una nueva oportunidad en el sur de Santiago.
Skipper toma el sol en su piedra como todas las mañanas. Grande acaba de darse un baño y Kowalski empieza a aletear enérgicamente, porque se acaba de dar cuenta de que la cuidadora está abriendo la puerta con un cubo lleno de anchovetas y sardinas.
Son tres de los ocho pingüinos de Humboldt que se recuperan en un refugio a las afueras de Santiago y aprenden a lidiar con una condición que les impide hacer vida normal en el litoral chileno con el resto de ejemplares de su especie: la ceguera.
Presentan cataratas, desprendimiento de retina y membrana vítrea. Fueron encontrados en la playa, luego de que fueran expulsados del nido con apenas tres meses, desnutridos y casi muertos.
"Un pingüino sano, que acaba de salir del nido, pesa más de cuatro kilos, pero los ejemplares ciegos que nos llegan apenas llegan al kilo y medio. No saben pescar, están verdaderamente famélicos, con las plumas secas y sin casi poder abrir los ojitos", explicó Isabel Hernández, quien es presidenta de la Fundación Mundomar y responsable del mencionado refugio.
La veterinaria mexicana recibe a todos los pingüinos ciegos rescatados por el Servicio Nacional de Pesca y Acuicultura (Sernapesca) y los hidrata con sondas, les da vitaminas, los examina y los pesa semanalmente hasta que se recuperan.
NO PUEDEN VOLVER AL MAR
Pero reponerse no es sinónimo de volver al mar, pues "están totalmente imposibilitados para desempeñarse en el medio natural. No pueden ser liberados y deben mantenerse en centros de rehabilitación de por vida", indicó Gerardo Cerda, encargado de la Unidad de Conservación y Biodiversidad de Sernapesca en Coquimbo.
Grande es la más veterana: llegó en 2015 y hasta ha consiguió pareja. Skipper y Kowalski aparecieron en marzo y aún se están haciendo a su nueva casa, aunque ya fueron puestos "a dieta", porque están engordando muy rápido y pueden desarrollar pododermatitis (inflamación de las patas).
Aunque su aspecto es similar a los pingüinos sin problemas de vista, son más lentos y torpes y les toma tiempo aprender a desenvolverse.
Una vez que lo consiguen, conocen cada rincón del refugio, que tiene una capacidad para 20 pingüinos, una piscina salada de más de dos metros cuadrados, ventiladores y una zona seca para descansar.
"Es increíble cómo se mueven aquí. Se colocan a la orilla de la piscina sin caerse y son capaces de salir del agua sin ayuda", indicó Hernández.
SIN CAUSA CONOCIDA
La fundación, junto a expertos de la Universidad de Chile y la Universidad Católica del Norte, están investigando qué les provoca la ceguera y si es de nacimiento o surge durante los primeros días de vida.
Lo que sí se determinó es que se trata de una condición que afecta solamente a los Humboldt, una de las 17 especies de pingüinos que existen en el mundo.
Chile cuenta con 80% de la población de esta especie, cuya distribución se restringe a las aguas de la corriente homónima, entre las islas Foca (Perú) y Puñihuil (Chiloé).
En 2013, los pingüinos de Humboldt entraron en la lista roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), por su estado de "vulnerabilidad".
La escasez de lugares de anidación, la poca oferta de alimentos, la depredación por parte del hombre y, sobre todo, fenómenos como El Niño, han reducido drásticamente su población. "Si Chile no se pone las pilas, esta especie desaparecerá en unos años", alertó la veterinaria.
En el centro, ubicado en el Buin Zoo, ubicado media hora al sur de Santiago, no solo se acogen a pingüinos ciegos, sino que también se rehabilitan ejemplares que fueron hallados enfermos o heridos, con cortes de hélices o mordeduras de otros animales.
"Salvar un pingüino no significa salvar la especie de Humboldt, pero sí ayuda a generar conciencia sobre la fauna marina. Este mundo es uno solo y hay que aprender a cuidarnos entre todos", concluyó.