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recuerdo", es muchas cosas, pero la más importante: es una carta de amor a su mamá, a la mamá de Emiliano. Una manera de recordar y dejar en el papel los momentos importantes de esa vida y todo lo que vivieron juntos y que ella ya no puede recordar. La memoria también es dúctil, huidiza y poderosa como un sueño.
-¿Qué tan poderosa?
-En este libro, yo estoy dibujando los recuerdos que me contó Emiliano sobre los recuerdos que le contó su mamá. ¿Qué tan apegados a la realidad son, si pasaron por el filtro, del filtro, del filtro? Sin embargo, al revisar algunas de las páginas dibujadas, Emiliano se emocionaba y me decía "¡te quedó igual, ocurrió así tal cual!" Porque él los mira con el filtro de sus propias emociones y memoria. Ese proceso es algo bien mágico y misterioso. Los seres humanos necesitamos el pensamiento mágico, si no la realidad se vuelve demasiado dura. Sentir que las personas y lugares que amamos siguen con nosotros de alguna manera, nos conforta.
-Emiliano, ¿cuál es tu reflexión sobre los resortes de la memoria y cómo vamos construyendo nuestro pasado?
- Siempre pienso en qué cosas puede salvar uno. De la vida, la desaparición e incluso de la muerte. Qué cosas salva o puede salvar uno de su propio deterioro o de su propia desaparición. Hay un orgullo de pertenecer a la memoria histórica de Chile, pertenecer a un dolor que nos hace dignos y nos fortalece, nos construye y nos levanta de nuestras caídas. Ese fuego interno, esa chispa, nos mantiene lúcidos y evita que nos convirtamos en un rebaño de muertos vivientes o empleados del poder. Nos enseña a ver que aún tenemos el sueño brillante de un porvenir más justo.
-¿Con qué sueñas?
- Yo tengo una hija de cinco años y me gustaría que ella creciera creyendo en ese sueño, el sueño que tuvo mi madre y me traspasó todos los días de su vida y que yo intento traspasarle. Esa es la manera: la memoria, el nombre de los mártires, de los asesinados y los perseguidos, de las mujeres que creyeron en un viejo sueño, de los hombres que dieron su palabra y empeñaron su vida por cumplir esa palabra. Es un legado por el que vale la pena luchar.
-Teresa Castro, profesora de artes plásticas y un ser humano con toda una historia es además tu mamá. Escribiendo este libro, Emiliano, ¿cuánto pudiste aquilatar de su dimensión social, de quién era y cómo fue su vida, más allá de ser tu madre?
-Mi mamá no fue solamente eso; fue una mujer poderosa, independiente y que representa a la mujer de los años 70 del siglo XX. También representa la derrota del pueblo chileno pero a la vez su enorme generosidad y entusiasmo para sobreponerse a todo y dar la cara. El optimismo que se despliega no solo en los fracasos colectivos, sino en el minucioso mundo de las pérdidas personales. Su vida fue siempre una alegría y el mundo que construyó para nosotros en medio de la pobreza o las dificultades, estuvo hecho con la generosidad de la mujer modesta de Chile. Es decir, con una resiliencia impresionante. Teresa Castro era una persona en la que habitaban viejas multitudes y que representa la historia de un país cono todos sus fantasmas, héroes y muertos.