El misterio interminable de Kaspar Hauser
El argentino Ariel Magnus puso en español la historia real del niño que fue encerrado a principios del siglo XIX y luego liberado cuando era ya un adolescente. El clásico alemán acaba de ser publicado en Chile.
Por Amelia Carvallo
"Kaspar Hauser" (Laurel) está basado en una historia real, la de un muchacho que permaneció encerrado y engrillado en una oscura mazmorra desde muy pequeño y que luego, en su adolescencia, fue súbitamente liberado por su captor, que se desvaneció en el aire dejando un gran enigma.
Casi dos siglos transcurrieron desde aquel primaveral 28 de mayo de 1828, en que un desorientado adolescente caminó a tropezones por la plaza de Unschlitt de Núremberg, en Alemania. El muchacho llevaba una carta en la mano y, a las preguntas de quienes lo encontraron, sólo gemía y articulaba un par de frases: "No sé" y "quiero ser jinete como mi padre".
El joven aprendió velozmente a hablar y escribir, le gustaba la música y dormir en su mullida cama, era además muy tierno e incapaz de dañar a nadie. Se convirtió en una especie de atracción turística.
Poco alcanzó a vivir en sociedad ya que murió el 17 de diciembre de 1833 debido al tétano que le provocó una herida a cuchillo que recibió en su tórax el 14 de diciembre. El día anterior había salido a pasear y no volvió a casa. Un día después de haber desaparecido lo encontraron desangrándose y junto a él había una cartera con una nota escrita al revés para ser leída mediante un espejo que decía: "Hauser miente. Se escapó. En la frontera de Baviera. Sobre el río. Me llamo MLO".
Fuente de inspiración para escritores como Jakob Wassermann y cineastas como Werner Herzog, la historia del muchacho que fue llamado "el huérfano de Europa" prendió la imaginación y hasta ahora se niega a ser descifrada. "Aquí yace Kaspar Hauser, enigma de su tiempo. Su nacimiento es desconocido, su muerte un misterio", reza el epitafio de su tumba.
La historia de Kaspar fue escrita por un penalista alemán, Paul Johann Anselm von Feuerbach, autor del Código Penal de Baviera. El jurista se convirtió en el benefactor de Kaspar Hauser y lo llevó a Baviera, donde lo cuidó y le enseñó como a un recién nacido. Este libro recoge el testimonio de von Feuerbach, el informe pericial de un médico que lo revisa minuciosamente, un cándido poema de Kaspar y fragmentos de su autobiografía, así como un texto sobre su agonía y muerte que escribió su profesor de religión.
UNA HISTORIA
El argentino Ariel Magnus ha vertido al español más de 35 libros (desde el alemán, portugués e inglés) y es parte del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires. Autor de "Ideario Aira", donde despliega un diccionario de ideas de su compatriota (César Aira) es, además, la pluma tras "El desafortunado", una ficción que imagina los últimos días en libertad del nazi Adolf Eichmann. "Traducir literatura es mi vocación" confiesa Magnus, quien también ha traducido del alemán al poeta Heinrich von Kleist, al filósofo Walter Benjamin y a la novelista Christa Wolf.
-¿Cómo te enteraste de la historia de Kaspar Hauser?
-De Kaspar Hauser supongo que sé de chico, por haber ido a una escuela alemana. Lo que no creo haber sabido era que se trataba de una historia verdadera, pensaba que era una leyenda, como la del barón de Munchhausen o Hansel y Gretel, por nombrar otros clásicos alemanes.
-¿Y qué te pareció?
-Siendo una historia verdadera me pareció importante ir a las fuentes y traducir los documentos del caso. Y lo cierto es que son tan o más fascinantes que las novelas y películas que se hicieron después.
-¿Tienes alguna explicación para lo que le hicieron y su muerte?
-No más que las que se dan en los documentos. Lo que sí creo es que es verdad, o sea que Kaspar no era un farsante. Y eso, principalmente porque solo así vale la pena que haya servido de base para tantas ficciones.
-El texto original es de un jurista, ¿qué desafíos como traductor te impuso?
-A pesar de ser un texto técnico, von Feuerbach era un estilista, de modo que el desafío estuvo en mantener la calidad literaria del informe, expresada sobre todo en las oraciones largas con que desarrolla sus conceptos. A pesar de ser el texto más objetivo que tenemos, no deja de ser literario a su modo, y me interesaba especialmente que el lector en castellano no perdiera esa dimensión.
EL ÁRBOL Y EL VIENTO
Gran parte del libro detalla cómo Kaspar adquiere conocimientos y lenguaje. También describe sus sentidos y los tormentos que le causan la percepción de olores, colores y sabores de la existencia al aire libre. Sin una pizca de religiosidad, sin embargo creía que todo objeto estaba vivo.
"Durante una bella y despejada noche de verano, su maestro le mostró por primera vez el cielo estrellado. Su asombro y encanto supera cualquier descripción posible."
-De las percepciones que tiene Kaspar sobre el mundo y la realidad, ¿cuál es la que más te impactó?
-No entiendo cómo, después de entender lo que le hicieron, no concentra toda su energía en planear una buena venganza contra el género humano.
-¿Qué piensas sobre lo que le provoca el episodio de la noche estrellada?
-Creo que lo interesante de ese episodio es la idea de Kaspar de que eso que ocurre en el cielo lo produce una persona. Su pregunta acerca de quién enciende y apaga las estrellas refleja una cosmogonía deudora aún de un encierro en el que todo ocurría por disposición de su captor. En ese sentido sigue enclaustrado al aire libre, tiene un síndrome de Estocolmo con una figura ausente.
-Está la figura de su captor, a quien él llama el "Hombre Negro". ¿Qué has pensado tú sobre esa persona?
-Es de los personajes menos comprensibles. ¿Para qué se tomó tanto trabajo?, ¿por qué lo entregó de nuevo a la sociedad? Es la clásica historia del niño al que el encargado de matarlo no puede matar. Eso paradójicamente lo humaniza. Yo creo que Kaspar, con esa mansedumbre de otro mundo, estaba preparado para perdonarlo, pero su captor no lo creía posible y por eso ni intentó esa reconciliación. Aunque él tenía una pizca de bondad, no creía posible que alguien tuviera la estructura inversa, pura bondad con apenas alguna pizca de maldad.