Investigadores del MIT obtienen el mapa genómico completo del Sars-CoV-2
Los científicos además evaluaron cerca de 1.900 mutaciones que podrían tener mayor o menor peligrosidad.
Pocos meses después de declarase la pandemia de covid-19, a inicios de 2020, los científicos secuenciaron el genoma del virus, pero aún seguían sin conocerse muchos genes codificadores de proteínas. Ahora, un estudio de genómica comparativa permitió generar el mapa genético más preciso y completo del SARS-CoV-2.
Hecho por investigadores del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT) y publicado en la revista Nature Communications, el estudio confirmó varios genes codificadores de proteínas y descubrió que otros -que se habían propuesto como genes- no codificaban ninguna proteína.
"Utilizamos este potente enfoque de genómica comparativa de firmas evolutivas para descubrir el verdadero contenido funcional de codificación de proteínas de este genoma de enorme importancia", destaca Manolis Kellis, autor principal del estudio y profesor de ciencias de la computación del MIT.
En una segunda parte de la investigación, se analizaron cerca de 2.000 mutaciones surgidas desde el inicio de la pandemia, lo que permitió evaluar la importancia de las variantes y su capacidad para evadir el sistema inmunitario o volverse más infecciosas.
Se sabía que, con casi 30.000 bases de ARN, el genoma del SARS-CoV-2 tiene varias regiones que codifican genes de proteínas y otras de las que había sospechas, pero no se habían clasificado definitivamente.
Para determinar qué partes del genoma del SARS-CoV-2 realmente contienen genes, los investigadores compararon el virus (que pertenece a un subgénero llamado sarbecovirus, que infecta a los murciélagos) con el SARS-CoV (que causó el brote del síndrome respiratorio SARS de 2003) y 42 cepas de sarbecovirus de murciélagos.
Así, confirmaron seis genes codificadores de proteínas en el genoma del SARS-CoV-2, además de los cinco ya establecidos en los coronavirus.
GENES INCORRECTOS
Los investigadores también demostraron que otras cinco regiones que se habían propuesto como posibles genes no codifican proteínas funcionales y descartaron que queden otros por descubrir.
Además, los autores vieron que muchos trabajos anteriores utilizaban no solo conjuntos de genes incorrectos, sino también, a veces, nombres contradictorios, por lo que, en un artículo paralelo publicado recientemente en la revista Virology, presentaron recomendaciones para nombrar los genes del SARS-CoV-2.
En el estudio, los investigadores también analizaron más de 1.800 mutaciones que han surgido en el SARS-CoV-2 y descubrieron que, en la mayoría de los casos, los genes que evolucionaban rápidamente antes de la pandemia han seguido haciéndolo, y los que tendían a evolucionar lentamente han mantenido esa tendencia.
Asimismo, analizaron las mutaciones que han surgido en las variantes de mayor preocupación, como la británica, la brasileña y la sudafricana, y observaron que muchas de ellas -que las hacen más peligrosas- se encuentran en la proteína de la espiga, que es el elemento que ayuda al virus a propagarse con rapidez y evitar el sistema inmunitario.
Sin embargo, cada una de esas variantes tiene "más de 20 mutaciones más, y es importante saber cuáles de ellas pueden hacer algo y cuáles no", advierte Irwin Jungreis, el autor principal del estudio.
Para los autores, estos datos podrían ayudar a otros científicos a centrar su atención en las mutaciones que parecen tener efectos más significativos en la infectividad del virus.
ESTUDIAN BAJO RIESGO DE DAÑO DURADERO
Los pacientes de covid-19 que no requieren hospitalización tienen un riesgo bajo de desarrollar efectos graves a largo plazo, según un estudio difundido en The Lancet, aunque los síntomas persistentes podrían derivar en más visitas al médico durante los seis meses posteriores. "Hasta ahora, la mayor parte de las investigaciones de complicaciones a largo plazo se centraron en pacientes hospitalizados, pero la realidad es que la mayoría de enfermos no son internados", señala el autor de la investigación, Antono Pottegard, de la Universidad del Sur de Dinamarca.