La historia de la Casa Marisio, el clásico negocio local que cumplió 130 años
Actualmente en manos de la cuarta y quinta generación, esta empresa ha podido mantenerse vigente tras superar complejos episodios.
La historia se remonta hasta el viejo continente, específicamente Italia, desde donde el relojero Pietro Reggianini Poncemi junto a su esposa, Magdalena Marisio Cuneo y su hija Iginia viajan hasta Chile para abrir en Collipulli su primera joyería, llamada "Francia". No fue hasta un tiempo después que Pietro junto a su familia se trasladarían en busca de nuevos horizontes y oportunidades hasta Concepción, fundando así la emblemática relojería y joyería Casa Marisio, la que se ha mantenido vigente por 130 años.
Sin embargo, el negocio, al igual que muchos otros, no siempre lo ha tenido fácil. Así lo comenta Miguel Ángel Parra Marisio, perteneciente a la quinta generación de la empresa: "En 1960 vivieron el terremoto y tuvieron que trasladar físicamente el negocio a otra ubicación, para luego de varios años, volver a su tradicional y característica ubicación actual, frente a la Plaza de la Independencia".
Una situación que 50 años más tarde volverían a vivir con el terremoto del 2010, tras el daño a la arquitectura que sufrió el edificio perteneciente al Fondo de Indemnización de la Universidad de Concepción (FIUC), tuvieron que trasladarse momentáneamente por unos cuantos meses hasta la Galería Ramos, mientras se realizaban las reparaciones en la estructura dañada.
"También hemos sido víctima de alunizajes y de otras circunstancias difíciles, como lo fue el estallido social, que prácticamente paralizó las ventas durante los meses previos a la época de Navidad, la fecha más importante para el comercio", señaló Miguel Ángel Parra.
Por si fuera poco, meses más tarde del estallido social vendría una pandemia que los golpearía nuevamente, con tal fuerza que los obligaría a cerrar temporalmente sus operaciones desde marzo.
"Tuvimos que bajar las cortinas durante varios meses, pero lo que hicimos fue reorganizarnos como familia y ahí entendimos que teníamos que generar cambios, porque el mundo estaba cambiando de forma acelerada y las condiciones del mercado ya eran distintas. Así que volvimos a abrir en agosto, con todo la experiencia de la cuarta generación y la energía y entusiasmo de la quinta generación", detalló Parra.
Afortunadamente, y a pesar de las pérdidas económicas que han sufrido, Parra comenta que ninguno de sus trabajadores ha tenido que ser desvinculado y que hoy están trabajando codo a codo para llevar adelante una vez más al negocio.
Miguel Ángel Parra señala también que para Casa Marisio las "épocas de crisis también son épocas de oportunidades" y es lo que están intentando aprovechar en este momento, ampliando su mercado a nuevos ámbitos como lo es la venta online de sus artículos, con despacho a todo Chile y complementando además con ventas a terreno.
Esta perseverancia con la que Casa Marisio se mantiene hasta el día de hoy es una enseñanza que va desde Pietro hasta la actual directiva a cargo del negocio, traspasándose de generación en generación como si de una antorcha se tratase y que Miguel Ángel recuerda de su niñez, ya que de pequeño trabajaba junto a sus primos empacando los regalos de Navidad, mientras otros atendían al público y los demás atendían la caja, todos unidos como familia en la tienda.
"A todos nos inculcaron que el trabajo se basa en esfuerzo, perseverancia y seriedad, y eso lo vimos desde niños con mucha alegría. Vimos a nuestros nonnos (abuelos) trabajando, después a nuestras madres y aprendimos de ellos lo que era el trabajo desde muy chicos. Y es también lo que trato de transmitirle a mis hijos, cuando se podía los llevaba a la tienda y ellos conversaban con los trabajadores, intentaban ayudar, fueron aprendiendo a respetar a la gente y también a relacionarse", expresó Parra.
Es la misma perseverancia y disposición que han logrado transmitir a su público lo que también les ha permitido mantenerse en pie pese a cualquier obstáculo que se les ha presentado en estos largos 130 años, una marca que se mantiene firme junto a la identidad penquista.