Secciones

  • Portada
  • Opinión
  • Actualidad
  • Nacional
  • Economía y empresas
  • Tendencias
  • Deportes
  • Página del lector
  • Clasificados
  • Defunciones
Stéphanie Alenda, socióloga y profesora en la UNAB:

"Existe una derecha solidaria que se fortalece en la triple crisis: social política y sanitaria"

La docente francesa se sumergió en la derecha chilena y desmenuza su anatomía en un trabajo que recién publicó. Acá analiza las corrientes en Chile Vamos, sus dilemas , cómo enfrentaron el estallido y el futuro de sus figuras.
E-mail Compartir

Por Patricio Tapia

¿Por qué en la franja televisiva "Chile Vamos" aparece tanto en el Apruebo como en el Rechazo? ¿Es reflejo de otras diferencias en el sector? ¿Es posible que el proceso constituyente afecte su unidad y cómo enfrentará las elecciones posteriores al plebiscito?

La socióloga francesa avecindada en Chile Stéphanie Alenda, académica de la Universidad Andrés Bello, ha estado con la mirada hacia la derecha, analizando al sector político, desde hace ya un tiempo. Le empezó a llamar la atención, dice, cuando en torno a la elección de Piñera en 2010, se produjo un debate sobre el advenimiento de una "nueva derecha", que no prosperó. Fruto de esa labor es el libro "Anatomía de la derecha chilena" (FCE, 2020), del que fue editora y que reúne una serie de estudios sobre este sector político nacional (y alguno sobre la derecha regional), en varios de los cuales es coautora. Según esas investigaciones, existe más de una derecha al interior de "Chile Vamos". Un insumo fundamental del libro fue una encuesta hecha a cerca de 700 "cuadros dirigentes" (desde comunales a nacionales) de la coalición, demostrando distintas "sensibilidades" que identifican como "subsidiarios", "solidarios" y "ultraliberales".

-¿Hay una derecha renovada en Chile, cómo opera a través de las sensibilidades identificadas?

-Mostramos que hay elementos de cambio, pero también continuidades. Ponemos en evidencia tres sensibilidades en relación al papel que debería jugar el Estado en la economía: los dirigentes, a los que clasificamos como solidarios, cumplen a la vez con el criterio de apoyar las políticas de focalización del gasto público heredadas de una concepción subsidiaria del rol Estado que pretende circunscribir su acción a lo que la sociedad civil no puede alcanzar por sí misma; y con una postura favorable a aumentar la carga tributaria personal para financiar políticas del ámbito de la protección social. Los subsidiarios solo cumplen con el primer criterio; no el segundo. Y por último, los ultraliberales se oponen a cualquier intromisión del Estado en la economía. Estas tres sensibilidades muestran ciertas continuidades, pues la subsidiaria es la mayoritaria (55% de la muestra) y se le puede sumar un 13% aproximadamente de ultraliberales que defienden un liberalismo económico a ultranza, lo que les asemeja a posturas anarcocapitalistas o capitalistas revolucionarias propias de la ultraderecha, y distintas de las tesis subsidiarias.

-¿Qué es lo nuevo, entonces?

-Lo nuevo que muestran estos resultados es la existencia de una derecha solidaria, que empieza a perfilarse durante los últimos años, en particular en Renovación Nacional, y se fortalece en el contexto de triple crisis: social, política y sanitaria. Esta derecha tiene un parecido de familia con lo que fue el socialcristianismo como familia de pensamiento arraigado en el partido conservador, pero no podemos suponer una filiación histórica directa entre aquella tradición y la sensibilidad actual, considerando la ruptura que se produjo desde fines de los años 60 con lo que fue la derecha oligárquica del siglo XIX. En cambio, sí cabe recalcar que, en Chile, al igual que en las derechas de otros países del mundo, existieron tanto en el Partido Liberal como en el Partido Conservador posiciones proclives a cierto grado de reformismo e intervención estatal, aunque minoritarias. Entonces, para volver a la pregunta anterior, podemos decir que hay en Chile un proyecto político que busca renovar a la derecha mediante ideas de centroderecha, sin que esa renovación aleje a esa sensibilidad de uno de los denominadores comunes de la derecha en Chile: la defensa del liberalismo económico interpretado en un sentido más social que liberal. Los solidarios son también subsidiarios, para decirlo de otra forma.

-¿Qué significa que esas categorías se repartan de forma homogénea en los tres principales partidos de la coalición?

-Efectivamente estas tres sensibilidades están repartidas en proporciones similares en los tres principales partidos de "Chile Vamos", lo que fue uno de nuestros principales hallazgos. Podríamos por lo tanto decir que se trata de una diversidad en la uniformidad, lo que constituye un capital importante para la coalición, pues muestra un potencial de renovación, minoritario pero relevante, pues abarca un tercio de los dirigentes, con a la vez una mayoría que sigue adhiriendo a las tesis subsidiarias. Estas diferencias no son superficiales, puesto que involucran visiones distintas en relación a las políticas redistributivas. Su peculiaridad es que todos los partidos cuentan con díscolos en relación a las posturas dominantes: Desbordes en RN, Lavín en la UDI, entre otros. Por ahora, el progresismo de Evópoli parece expresarse más visiblemente en el eje sociocultural a través del apoyo al matrimonio de personas del mismo sexo o al haber empujado la Ley de Identidad de Género con la que sintonizó el gobierno, pero existía también en ese partido al momento de nuestra encuesta el mismo porcentaje de solidarios.

-En el libro señala que las coyunturas de crisis suelen favorecer la radicalización política, refiriéndose al "estallido social". ¿Ocurrió así?

-Las coyunturas críticas, como el momento en el que nos encontramos desde octubre pasado, son por definición inestables e intensas en el sentido de abrir ventanas de oportunidades para que diferentes tipos de actores irrumpan en el juego político, muchas veces desde lo que los teóricos de la acción colectiva llaman la "política contenciosa", que permite introducir nuevos temas e ideas en las agendas públicas y se expresa a través de acciones, a veces violentas (huelgas, marchas, actos de desobediencia civil e incluso insurrecciones o revoluciones). A su vez, el poder constituido, si no ha logrado leer adecuadamente y encauzar el malestar, termina desbordado por esas acciones a veces muy disruptivas. Las posiciones políticas radicales, los extremos, estimulan a su vez la polarización. Ese deterioro gradual de la convivencia democrática puede por supuesto suceder en países conducidos por actores políticos moderados.

-Otras crisis, como la sanitaria, ¿pueden acentuar la radicalización o adormecerla?

-Por un lado, se adormeció debido a la contingencia sanitaria, pero relegando la protesta a un estado de latencia, que puede reactivarse en cualquier momento, con la reaparición de formas de acción violenta. Nuestro desafío como sociedad consiste en lograr canalizar ese malestar por la vía del plebiscito constitucional, desacreditando todo tipo de discurso y acción que no reconozca ese mecanismo como una forma pacífica y democrática de resolución del conflicto. Por otro lado, la crisis sanitaria puede acentuar la radicalización, pues se acompaña de una crisis económica, que se suma a la crisis social que estalló en octubre pasado. Esta coyuntura extraordinaria obliga al gobierno no solo a dar muestras de su capacidad de gestión, sino de su capacidad de conducción política.

-¿Indica algo que los presidenciables con mayor aceptación sean figuras no particularmente de centro: Lavín y Jadue?

-Lavín es todo menos una figura polarizante. Al contrario, la moderación programática de la derecha desde fines de los años 90 debe mucho a su capacidad de leer la realidad y adaptarse, dejando de lado el dogmatismo. A partir de la elección de 1999-2000 la derecha empieza con Lavín a hablar de la necesidad de expandir el Estado de Bienestar. Busca crecer hacia el centro y constituirse en una opción electoral mayoritaria. Mientras Lavín encarna la superación del clivaje izquierda-derecha, y demuestra así entender que el tipo de conflicto que irrumpe en el estallido social tiene poco que ver con esa partición tradicional de la política, Jadue tiene una propuesta más ideológica, marxista ortodoxa. Sin embargo, ambos tienen en común el hecho de ser alcaldes realizadores, que rompen con las figuras de las élites políticas tradicionales por su conexión territorial y mayor cercanía con los problemas reales de la gente. Varias encuestas muestran que son los alcaldes quienes gozan de un mayor respaldo de parte de la opinión pública. En la derecha, las primeras voces que levantaron su parecer disidente respecto al rumbo económico y también político del gobierno, tanto durante el estallido social como durante la pandemia, fueron los alcaldes. Forman parte de los "solidarios" de nuestra encuesta. Lo llamativo es que, hasta la fecha, las encuestas muestran que es la propuesta más moderada, la de Lavín, la que obtiene la preferencia de la ciudadanía.

-¿Qué significó para el sector la entrada en escena de José Antonio Kast?

-La irrupción de José Antonio Kast tensiona a la coalición, considerando que "Chile Vamos" alberga también un polo centrista, con más probabilidades de lograr construir una mayoría social, política y cultural en el Chile que viene, que un programa de derecha radical. El hecho de que la coalición cuente también con posiciones más ortodoxas en relación a la defensa del modelo económico y a la Constitución vigente, aunque estas posiciones se hayan debilitado, permite neutralizar por ahora la opción de crecimiento de Kast.

"En Chile está en juego es la renovación de la derecha en el eje redistributivo, lo que plantea desafíos de otra envergadura a la coalición, pues implica cambios estructurales haciéndose cargo

de las demandas sociales".