"El aislamiento social no puede ser sinónimo de desentenderse del otro"
Luis Cuevas explica las dimensiones en que se expresa la emergencia sanitaria entre las personas más necesitadas de Biobío. Llama a vencer el individualismo y a "avanzar hacia algo mejor" como sociedad.
Con casi 17 años de labor en el Hogar de Cristo, Luis Cuevas Soto se ha ido enterando cómo esta obra social había impactado su vida mucho más de lo que se imaginaba antes de ingresar a trabajar a la fundación, en agosto de 2003.
Y es que con el paso del tiempo fue reconstruyendo la historia de su padre, quien con 9 o 10 años había sido un niño en situación de calle, luego de abandonar su hogar en Concepción varias veces para trasladarse a Santiago. Fue en la capital donde contó con la ayuda de la institución y, en particular, del sacerdote jesuita de origen belga Josse van der Rest -uno de los íconos de la institución- quien lo condujo de vuelta a la ciudad en tres ocasiones.
Tras escuchar los relatos del religioso y de su propio padre -ya fallecido- a Luis Cuevas le hizo mucho más sentido su rol. Hoy cree que si el Hogar de Cristo no hubiera estado en una etapa clave de la vida de su papá, su propia historia hubiera sido muy distinta.
Es esa máxima -el impacto que puede tener la labor de hoy en las futuras generaciones- la que busca aplicar actualmente en su rol de jefe de la Operación Social Territorial Concepción y Arauco de la Fundación Hogar de Cristo Sede Biobío, una tarea que hoy enfrenta muy especiales desafíos, a propósito de la pandemia que azota al país y que golpea con desconocida intensidad muchos rincones de la Región.
MAGNITUD DE LA CRISIS
-¿Cree que hay suficiente conciencia en la Región respecto de la magnitud de esta crisis?
-Pasa un fenómeno llamativo. Cuando escuchamos a Felipe Berríos, desde la Chimba o a Benito Baranda, describir que las personas están pasando hambre, algo nos pasa y hay gente a la que le cuesta aceptar que eso realmente está pasando. Y no tiene que ver con el conocer, sino que con otro concepto, que es el comprender. Algo parecido nos ocurre también con las alertas sanitarias que las autoridades piden cumplir. Nos intentan educar, enseñar respecto de la importancia de respetarlas, pero no las comprendemos.
-¿Cuál es la situación de los beneficiarios del Hogar de Cristo, desde la perspectiva del cuidado que están teniendo en el marco de la pandemia?
-El escenario es bastante difícil y lo veo en varias dimensiones. Por ejemplo, esta semana se cumplieron 90 días del aislamiento que los chiquillos de la hospedería están cumpliendo voluntariamente. En Concepción, Chillán, Los Ángeles y muchos otros lugares de Chile las personas en situación de calle han decidido resguardarse de los riesgos del covid-19. Hoy en Manuel Rodríguez 50 hay 32 personas que están todos los días, 24-7, tratando de relevar el valor de cuidarse y, de esa forma, cuidar a otros. Con todo lo que eso significa: problemas de abstinencia, victimización, violencia. Porque en mi experiencia he comprobado que no hay una situación de pobreza de mayor magnitud que estar en calle. Allí se expresan las mayores manifestaciones de los dolores humanos. Y que estas personas hagan un esfuerzo de cuidarse -con toda su historia, así como el hecho que a ellos nadie los manda, es tremendamente relevante.
-¿Hay algún problema que se haya intensificado?
-A mí me preocupa el tema de la salud mental. Trabajamos con personas con discapacidad y me ha llamado poderosamente la atención la descompensación siquiátrica de hombres jóvenes, de entre 24 y 38 años. Hemos tenido cuatro internaciones. Y por otro lado, se debe considerar el esfuerzo que están haciendo las mujeres para enfrentar la pandemia. Porque la persona que cuida a sus cercanos tiene rostro de mujer, jefa de hogar, en situación de pobreza, algunas de ellas son mapuches. Imagina ese conglomerado de elementos que nos hace preguntarnos: ¿cómo lo están haciendo, ¿cómo enfrentan esta crisis? ¿qué aprendizaje están teniendo?
ENTREGA DE AYUDA
-¿Cuál diría que es el principal obstáculo para la llegada oportuna de ayuda a quienes más lo requieren en la Región?
-Creo que existe una disociación entre las personas que están viviendo la situación de vulnerabilidad y el sistema, la estructura, que puede llamarse Estado, Gobierno o sociedad civil. Por eso el gran esfuerzo que hemos hecho en estos tres meses es que las personas que viven en pobreza y vulnerabilidad puedan acceder a lo que el sistema tiene para ellos. Porque pasó todo este tiempo y los más pobres entre los pobres no tenían un registro social de hogares actualizado; algunos ni siquiera lo conocen. Además, tienen problemas de conectividad, están disociados tecnológicamente. La brecha digital es enorme. Los queremos incluir rápidamente al barco, pero caramba que es difícil.
-¿Es este el momento más complejo que le ha tocado enfrentar en su labor en el Hogar de Cristo?
-Sí, y antes de marzo al equipo que dirige el Hogar de Cristo nos había tocado enfrentar muchas emergencias: el terremoto de 2010, los incendios forestales, aluviones. Es curioso, porque siempre hay un músculo que surge para enfrentar las crisis. Pero luego de eso -y esta es una tesis personal- el sistema no ha logrado generar tejido social, articulación, que implica que en cada territorio tu entorno pueda ayudarte a solucionar los problemas. Eso que antiguamente se encontraba en el barrio, que ayudaba a formarte como persona a través de organizaciones como los clubes deportivos o grupos scouts y que hoy ya no está tan presente.
-¿Cuál es la situación actual del voluntariado?
-En la Región del Biobío, hasta antes de la pandemia eran alrededor de 750 voluntarios individuales, es decir, personas que han comprometido al menos una acción sostenida en el tiempo que sobrepasa los tres meses de actividad. Y personas que vienen a un proyecto o una situación específica, el año pasado pasaron seis mil por el Hogar de Cristo Concepción. Ese apoyo nos ha permitido intensificar la labor en varios lugares. Por ejemplo en Curanilahue, donde se trabaja con adultos mayores y están preocupados no solo del acompañamiento remoto, telefónico, sino que muchos estos voluntarios tienen la bondad de ser profesionales que nos han ayudado en la atención, desde la salud mental, la actualización de antecedentes, la compra que requiere ese adulto mayor. Otros nos están ayudando a generar material educativo para los jardines infantiles y el equipo técnico -con los elementos de protección personal adecuados- retira esos productos. También hemos tenido experiencias de voluntarios que tienen salud compatible, que nos han ayudado a hacer turnos en la hospedería.
-¿Cuál cree que debería ser el mensaje para una sociedad como la nuestra en torno a lo que se vive en medio de la pandemia?
-El aislamiento social no puede transformarse en desentenderme del otro. Por eso es mejor hablar del aislamiento preventivo o cuarentena. Si bien es necesario minimizar el contacto físico y cuidarnos, creo que el coronavirus nos tiene que llevar a un momento de transformación. Lo que puede pasar acá es que avancemos hacia algo mejor. El individualismo no nos puede vencer.