Degradación de ecosistemas y de biodiversidad aumentará riesgo de epidemias
Hoy se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente y su acento está en conservar la diversidad biológica, en un contexto global de pandemia que parece gritar el impacto de una acción humana que invade, interviene y daña al planeta
Quizá la pandemia del covid-19 cambió los planes en relación a las actividades programadas, pero no el sentido del Día Mundial del Medio Ambiente 2020. Al contrario, es un hecho lamentable que aparece como un grito que refuerza el llamado a actuar para proteger al planeta bajo el lema "Por la Naturaleza" y con un mensaje cuyo foco es la conservación de la biodiversidad.
Según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), que desde 1974 impulsa esta efeméride cada 5 de junio, la naturaleza está al borde del colapso por el gran deterioro de los ecosistemas y la irreversible reducción de la diversidad biológica, y la emergencia sanitaria global ha puesto en evidencia que la acción humana es la principal responsable de efectos de los que la humanidad es también una vulnerable víctima. La destrucción de hábitats provocada por factores como la contaminación, invasión e intervención del hombre, se asocia a pérdida de flora y fauna, y a alteraciones de delicados equilibrios naturales que tienen tras de sí cientos o millones de años de evolución conjunta entre especies como animales y virus, por lo que también aumenta la exposición a organismos potencialmente patogénicos que permanecían aislados. Así, se incrementa el riesgo de enfermedades y epidemias como las que provocó el recién descubierto coronavirus, cuyo brote se atribuye que comenzó en un mercado en la ciudad china de Wuhan donde se comercializaban animales silvestres.
El covid-19 es lo que se conoce como enfermedad zoonótica, es decir, que se traspasa desde animal al humano, explica Patricio Oyarzún, biotecnólogo doctor en Bioinformática y director de Investigación de la Facultad de Ingeniería de la Universidad San Sebastián de Concepción, advirtiendo que "en la literatura se puede encontrar que hay cerca de un millón de virus potencialmente patogénicos para nosotros asociados a especies silvestres".
COMPORTAMIENTO Y RIESGO
Según el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente, el 60% de las enfermedades infecciosas humanas registradas se transmiten desde animales a personas y cerca del 75% de las enfermedades infecciosas emergentes son zoonóticas; junto al nuevo coronavirus y otros de la misma familia, en este grupo están también el VIH, ébola, y zika, entre otros. Desde allí, el doctor Oyarzún afirma que "científicamente es conocido que los patógenos emergentes están apareciendo con mucha fuerza en los últimos 40 o 30 años, y se han cuadriplicado las emergencias por la aparición de brotes epidémicos ligados a estos".
Para él no hay dudas de que esto tiene una directa asociación con el comportamiento humano y los cambios en el medioambiente que ha provocado, por llegar cada vez más lejos con sus intervenciones como la urbanización o la tala de bosques e incluso hábitos alimentarios, pues el investigador asevera que para que "se genere el cruce de virus de animales a humanos tenemos que estar cerca del virus" y, por ende, del animal. En efecto, las situaciones descritas y otras vinculadas a la invasivamente dañina acción humana "conectan directamente con el hecho de acercarnos cada vez más a donde viven virus y microorganismos que están normalmente asociados a especies animales, que son parte de ecosistemas que han evolucionado por millones de años, y a los que no estaríamos potencialmente accesibles".
Pero, al invadir un hábitat que no es naturalmente propio se genera de inmediato una exposición, en riesgos que se incrementan en la medida que se degradan los ecosistemas y se pierde riqueza o diversidad biológica en una comunidad, es decir, desaparezcan especies. "Al alterar los ecosistemas y equilibrios dinámicos que hay en estos, y al disminuir la biodiversidad, disminuye la cantidad de especies que pueden infectarse de esos virus y de eventualmente actuar de barrera para que nosotros nos veamos menos expuestos", destaca Oyarzún.
Por ello, no es descabellado decir que mientras el ser humano más lejos llegue a invadir e intervenir la naturaleza, mientras menos cautela y consciencia tenga en sus acciones, más expuesto y susceptible estará a patógenos para los que el organismo no tiene inmunidad ni la humanidad fármacos para tratar o prevenir, y que así se gatillen situaciones como la pandemia que vivimos actualmente.
CUIDAR BIODIVERSIDAD
Lo expuesto deja en evidencia que cuidar al medioambiente, respetar a todos los ecosistemas y formas de vida que habitan el planeta, es crucial, vital, para la salud humana. En el mismo sentido, mientras más biodiversidad haya también habrá más fuentes de material genético y recursos provenientes de plantas o animales que permitan obtener principios activos para desarrollar fármacos, por ejemplo, menciona el ingeniero forestal Juan Pedro Elissetche, doctorado en Ciencias Biológicas mención Botánica y docente de la Facultad de Ciencias Forestales e investigador asociado al Centro de Biotecnología de la Universidad de Concepción.
El valor sociocultural que el medioambiente y biodiversidad tienen para las comunidades es otro que destaca, pues muchos pueblos se han desarrollado en sintonía con los productos que provee la naturaleza. No sólo los paisajes caracterizan a un lugar, también pasa con ciertas frutas, flores, árboles y animales. De esta forma, no se puede desvincular el aspecto económico asociado en muchos casos.
"También hay factores psicológicos asociados a la biodiversidad. Por ejemplo, el concepto de 'baños de bosque' se está acuñando mucho últimamente", cuenta. En éste, el bosque con sus sonidos, aromas y especies que le habitan, brinda una experiencia de desconexión con el ajetreo cotidiano y conexión con la naturaleza, que se transforma en una herramienta de relajo y en muchos casos sanadora.
Siguiendo con los bosques y el mundo vegetal, su existencia permite fijar carbono y de esta forma limpiar y brindar al aire que respiramos. La ONU afirma que las plantas marinas producen más del 50% del oxígeno en la atmósfera y la otra parte es función de las terrestres, por lo que mares y forestas son pulmones del planeta.
Aunque las dichas son razones que permiten comprender el rol de la biodiversidad y de la naturaleza, por tanto la importancia de su cuidado y conservación, para Elissetche no debe hacer falta argumentar, porque la diversidad biológica y cada especie de las millones que existen es un tesoro de riqueza invaluable que debe resguardarse. Buscar motivos, plantea, es parte de la visión antropocénica, del hombre como el centro de todo en virtud de obtener provechos; lo mismo asociado a los severos impactos ambientales que hoy se lamentan.
En ese sentido, la sensibilización que hace la ONU es que urbanización, tala indiscriminada de bosques, incendios forestales, deforestación, agricultura intensiva y minería ilegal son los principales factores asociados a la degradación de ecosistemas y pérdida de la biodiversidad a nivel global. Por tanto, en esa línea deben apuntar las acciones, los cambios.