Aumento de los empleos informales
El Instituto Nacional de Estadísticas (INE) ha informado que en el trimestre enero-marzo de 2024 aumentaron 6% las personas ocupadas informalmente, llegando a 2.614.641, lo que llevó la tasa de informalidad a 28,1%. La cifra de trabajadores en esta condición es la mayor desde 2019 a la fecha y afecta mayormente a las mujeres.
Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el empleo informal incluye todo trabajo remunerado, tanto autoempleo como empleo asalariado, que no está registrado, regulado o protegido por marcos legales o normativos, así como también trabajo no remunerado llevado a cabo en una empresa generadora de ingresos. Así, los trabajadores informales no cuentan con contratos de empleo seguros, prestaciones laborales, protección social o representación de los trabajadores.
El empleo de calidad es uno de los indicadores que se utiliza para definir el desarrollo de una economía y el bienestar social de su población. No obstante, en el último tiempo ha crecido la lista de empresas emblemáticas que han debido reestructurarse o quebrar, debido al frenazo que tuvo el año pasado la economía, que trajo mayores costos de endeudamiento y restricciones de liquidez para poder operar. Esto se traduce finalmente en despidos de empleados. El incremento de los despidos por necesidades de la empresa ha ido de la mano con el debilitamiento de la actividad económica, lo que indica que se están produciendo menos bienes y servicios. Como la economía crece a una velocidad muy lenta, no se están creando los suficientes empleos formales para absorber a esa mano de obra y por lo tanto las personas buscan desempeñarse de manera informal.
Los expertos dicen que el incremento de la informalidad laboral implica volver a los niveles prepandemia de informalidad, cuando muchos de estos puestos desaparecieron en medio de la crisis sanitaria, y aún no se aprecian políticas concretas que permitan aliviar este fenómeno, como sería generar condiciones para aumentar de manera importante las inversiones. Algunos analistas indican que, paralelamente se habla de la posibilidad de alzar en forma drástica el salario mínimo, mientras ha entrado en vigencia la ley de 40 horas y el eventual incremento de las cotizaciones, lo que se traduciría en una mayor destrucción de empleos formales, sobre todo a nivel de las pequeñas y medianas empresas.
El tema del empleo y la necesidad de tener ocupaciones de calidad ha sido complejo en los últimos años. Se afectó durante la crisis por el estallido social, cuando muchas empresas tuvieron que cerrar sus puertas, y luego recibieron el fuerte golpe de la pandemia de covid 19. En la actualidad, el bajo crecimiento de la economía ha seguido afectando la actividad, con una tasa de desempleo de 8,7% para el trimestre enero-marzo. Por otra parte, analistas y representantes sindicales han cuestionado lo que consideran carácter regresivo del empleo que se está creando en nuestro país, al decir que el crecimiento de los trabajadores por cuenta propia no solo resulta preocupante como expresión de la tendencia a la informalidad laboral sino que es una alerta respecto del tipo de ocupaciones que se están creando, sin protección social, de salud, y muy probablemente sin cotización para una futura pensión.
Las inquietudes son atendibles y reflejan que el mercado laboral ha tenido marcados cambios en los últimos años: el llamado empleo asalariado está siendo reemplazado por el trabajo por cuenta propia, acorde a los tiempos y a las necesidades. Asimismo, hay una gran rotación de los trabajadores, a diferencia de lo que ocurría hace décadas, cuando los funcionarios cumplían toda una vida laboral en la misma empresa.
Hay que volver el foco al crecimiento económico, que es condición necesaria para reducir el desempleo en general, y disminuir la proporción de empleo informal.
En el país hay 2,6 millones de personas ocupadas informalmente, lo que representa una tasa de informalidad de 28,1%, la más alta desde 2019, y afecta mayormente a las mujeres.