Secciones

  • Portada
  • Opinión
  • Actualidad
  • Nacional
  • Economía y empresas
  • Tendencias
  • Deportes
  • Clasificados
  • Página del lector
  • Espectáculos
Inicio de la travesía está programada para 2025

Viejas glorias de la NASA rememoran experiencias como ejemplo para Artemis

Aprovechando la conmemoración de los 50 años de la última misión con humanos a la Luna, los tripulantes de Apolo 17 contaron las claves del viaje.
E-mail Compartir

cronica@diarioelsur.cl

Viejas glorias de la NASA, como el astronauta Charles Duke, recordaron el viernes pasado el 50 aniversario de la misión Apolo 17 y las lecciones que pueden extraerse de aquel último viaje tripulado a la Luna para el programa Artemis, que persigue una presencia permanente en el satélite de la Tierra.

La directora del Centro Espacial de la NASA en Houston, Texas, Vanessa Wyche, agradeció la presencia de los antiguos miembros de la agencia, todos con edades por encima de los 80 años, en un debate organizado con motivo del medio siglo de la misión de 1972.

Los participantes mostraron orgullo por su participación en la carrera espacial y confianza en que Artemis, permita, en 2025, poner de nuevo un pie en el satélite.

"Creíamos en poder hacerlo -llegar a la Luna- y actualmente hay muchas mejores herramientas para ello", destacó Gerald Griffin, que fue director principal de vuelo de tres misiones lunares de Apolo, las número 12, 15 y 17.

Mensaje positivo

"Hay que ser positivos respecto a Artemis y disfrutar del proyecto", subrayó Griffin, que además estuvo al frente del Centro Espacial donde se realizó el debate.

Junto a Griffin y Duke participó Eugene Kranz, quien en 1969 fue uno de los directores de vuelo de la misión Apolo 11, la primera que llegó a la Luna con astronautas- y tuvo que lidiar con el trágico accidente de la Apolo 13, en 1970.

Gregory Wiseman, astronauta que formó parte de la tripulación de la Expedición 40/41 a la Estación Espacial Internacional, lanzada en 2014, estuvo también en el Centro Houston para el medio siglo de la misión Apolo 17.

Lanzada en 7 de diciembre de 1972 desde Cabo Cañaveral, Florida, duró 12 días y llevó a la Luna a Eugene Cernan, Harrison Schmitt y Ronald Evans.

Los dos primeros realizaron varias caminatas por la superficie lunar, mientras que el tercero, a bordo de la nave de la Apolo 17, orbitó la Luna 75 veces.

La misión concluyó exitosamente el 19 de diciembre de 1972 con la caída de la nave al Pacífico.

Cincuenta años

Al cumplirse 50 años desde que el hombre pisó por última vez la Luna, la NASA está embarcada en el proyecto Artemis para volver con sus astronautas al satélite terrestre en 2025.

Antes de esa misión tripulada, la Artemis III, está programado un viaje con astronautas en 2024 que reproducirá el trayecto de la Artemis I, que regresó a la Tierra el 11 de diciembre pasado y sirvió para probar los sistemas y las naves -el cohete SLS y la cápsula Orion- y preparar el camino de las siguientes.

"Valió la pena esperar estos 50 años", dijo la directora del Centro Espacial de la NASA, tras recordar la histórica frase "nos vamos como vinimos y, si Dios quiere, regresaremos con paz y esperanza para toda la humanidad", del comandante de la Apolo 17, Eugene Cernan, antes de emprender el viaje de vuelta a la Tierra en 1972.

Griffin recordó que tanto él como el equipo del que formaba parte no querían fallar y que el peso de la responsabilidad se sentía como una presión positiva, razón por la que, finalmente, la misión del Apolo 11 a la Luna fue un éxito.

Duke, piloto del módulo lunar Orión en la misión Apolo 16 y quien junto a John Young exploró el cráter lunar Descartes, dijo que, sin duda, una de las claves de las misiones de Apolo fue la amistad que reinaba en aquellos equipos, lo que pidió que se vuelva a repetir con Artemis.

Amistad entre equipos

"Nos hicimos todos amigos, nos ayudábamos y enseñábamos los unos a los otros", dijo Duke.

Kranz, por su parte, señaló que de cara a lo que puede deparar Artemis hay que seguir "creciendo y aprendiendo", un objetivo que como aseguró se debe continuar "durante toda la vida", en la que "hay que mantener los desafíos".

Respecto a Apolo 17, que fue el primer lanzamiento nocturno de un vuelo espacial humano desde Estados Unidos, destacó que "fue realizado de esa forma porque era la más adecuada en esos momentos".

La Apolo 17 fue la última misión del programa, bajo el cual el hombre llegó a la Luna por primera vez en 1969 con los astronautas Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins (Apolo 11).

Wiseman aclaró que aunque hoy existen muchos más adelantos técnicos que hace 50 años también el mundo de los vuelos espaciales se ha complicado con la llegada de socios comerciales y de otros países que dibujan un panorama con grandes desafíos.

Medio siglo después, el programa Artemis, cuyo objetivo es establecer una presencia permanente en la Luna, se apuntó un éxito con el viaje de una nave Orion no tripulada, que recorrió más de 2,25 millones de kms y viajó más lejos (64.000 kms más allá del lado oculto de la Luna) de lo que jamás haya viajado ninguna nave espacial apta para humanos.

75 veces orbitó la Luna Ronald Evans a bordo de la nave de la Apolo 17, mientras sus dos compañeros daban una caminata lunar.

En colaboración internacional

Lanzado SWOT, "los ojos" que examinarán el agua de la superficie terrestre

E-mail Compartir

El satélite SWOT, que examinará el agua de la superficie de la Tierra, fue lanzado el viernes con éxito desde la Base de la Fuerza Espacial Vandenberg en California, Estados Unidos, a bordo de un cohete Falcon 9 de SpaceX.

Detrás de esta misión están la NASA y el Centre National d'Études Spatiales (CNES), con la contribución de la Agencia Espacial Canadiense y la Agencia Espacial del Reino Unido.

La finalidad del satélite es me dir el nivel de las aguas superficiales de los lagos y las corrientes de agua y el caudal de los ríos, y determinar con un alto grado de precisión la topografía de los océanos, resume en una nota Thales Alenia Space, socio industrial principal de la misión.

Esto ayudará a dar respuesta a algunas de las preguntas más apremiantes sobre el cambio climático y posibilitará la mejora de los pronósticos climáticos futuros, informa por su parte el CSIC.

Tras el lanzamiento se prevé que la nave entre en fase inicial de "muestreo rápido" hasta dentro de seis meses, cuando comenzará a medir la altura del agua en lagos, ríos, embalses y océanos. Orbitará alrededor de la Tierra hasta 2026.

Las mediciones de los instrumentos científicos de la nave también ayudarán a las comunidades globales a monitorear y planificar los cambios en los recursos hídricos, así como los peligros potenciales, incluidas las inundaciones, que se avecinan en diferentes regiones del mundo, añade el CSIC.

Hacer un seguimiento del agua de la Tierra (dónde está hoy, de dónde viene y dónde estará mañana) es fundamental para comprender cómo están cambiando los recursos hídricos del planeta y el impacto que esos cambios tienen en nuestra vida y en la de los ecosistemas.

Tridimensional

Con el objetivo de conocer en profundidad estos procesos y facilitar la toma de decisiones sobre el futuro de las comunidades globales, un equipo de investigadores, pertenecientes al Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados de España y a la ICTS SOCIB, participa en el equipo internacional de la NASA asociado al satélite.

Su contribución comenzará en breve en el marco del proyecto FaSt-SWOT, cuando el satélite empiece a enviar medidas de las aguas del sur de Mallorca para su estudio.

Para el equipo español, el trabajo de muestreo se llevará a cabo durante dos campañas oceanográficas a bordo del Buque Oceanográfico B/O SOCIB: una en abril de 2023 y la segunda en mayo del mismo año. Desde tierra, integrarán los datos obtenidos "in situ" junto con las nuevas observaciones del satélite, en modelos regionales de alta resolución.

El objetivo es conseguir una reconstrucción tridimensional y fiable que logre completar el mapa de las regiones oceánicas invisibles para el satélite, explica el CSIC.

"La unión de fuerzas" por tierra, mar y aire son vitales para un estudio oceanográfico de estas características en el cual se espera observar estructuras de pequeña escala con un importante impacto en los ecosistemas marinos.

Opinión

La expansión de las identidades trans en nuestra sociedad

E-mail Compartir

¿Podría existir alguna relación entre fenómenos culturales como fue el movimiento hippie o punk y la expansión en la niñez y juventud de personas que se identifican como trans? Pese a las diferencias, la analogía permite ilustrar una reflexión necesaria pero escasamente realizada: esta expansión no es resultado de que identidades auto originarias reprimidas ahora logran expresarse. Las identidades personales y sociales son construcciones subjetivas e intersubjetivas que emergen en las prácticas culturales específicas en que las personas vivimos. No había un hippie escondido en las personas antes que la cultura hippie moldeara los valores y formas de posicionamiento social de las personas que con ellos se identificaron. No tendría mucha importancia señalar lo anterior si no fuera porque esta idea, de amplia aceptación en las ciencias sociales y psicología, ha sido, sin embargo, escasamente utilizada para pensar el fenómeno de la explosión de identidades de género no tradicionales que viven diversas sociedades en el mundo. En realidad, este fenómeno es rara vez pensado: o es objeto de agresiones y descalificaciones, o es aceptado en forma no reflexiva y se contribuye a su expansión en forma acrítica por diferentes actores sociales y políticos.

Aun cuando la tesis de que las personas transgénero habrían nacido en cuerpos equivocados que no se corresponderían con sus autoidentificaciones ya es crecientemente criticada incluso al interior del movimiento trans, ha cumplido la función de naturalizar el fenómeno trans, y fomentado la aceptación de prácticas sociales y médicas cada vez más tempranas y agresivas para permitir el logro de la correspondencia supuestamente ausente. En un movimiento complementario al anterior, se intenta desnaturalizar el carácter sexualmente binario de los animales y del ser humano desde el punto de vista biológico.

El efecto de naturalizar el fenómeno trans y la aceptación acrítica de las prácticas señaladas es muy delicado, dadas las consecuencias que puede tener en cada vez más personas que creen encontrar en la experiencia de no correspondencia con su sexo biológico la explicación de todos sus sufrimientos y dificultades personales, y que ven reforzada esa explicación porque van encontrando en el camino una cultura que se niega a explorar distintas posibilidades interpretativas de lo que viven (experiencia real por cierto: la incomodidad subjetiva con el propio cuerpo sexuado existe, otra cosa es su explicación).

El activismo trans tiene valores positivos, lo que ha favorecido que quienes se identifican con el progresismo y el anhelo de justicia social tiendan a solidarizar con este movimiento. Sin embargo, identificarse con esos valores positivos, rechazar la discriminación y violencia hacia las personas en función de sus identidades genéricas, no debiera implicar la aceptación incondicional de todas las propuestas de este movimiento, por lo demás diverso. Para quienes trabajan directamente con niños y jóvenes ello es todavía más necesario pues la aceptación incondicional y apresurada de que basta que ellos presenten expresiones de género no tradicionales y/o incomodidad subjetiva con su sexo biológico para considerar que hay que apoyarlos en consolidar identidades trans puede ser iatrogénico si se hace en forma generalizada y sin un análisis cuidadoso.

Félix Cova Solar

Director del Doctorado en Psicología UdeC