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Cómo debe afrontar los conflictos escolares la comunidad educativa

Expertas en educación explicaron las medidas que deben tomar los establecimientos educacionales para abordar de manera efectiva los conflictos escolares. En ese sentido, recomendaron aplicar la disciplina positiva que involucren la reparación del daño causado, en vez de castigar al alumnado.
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Aunque algunas personas tiendan a evadirlo, el conflicto es inherente a los seres humanos y una gran oportunidad de aprendizaje. Si eso lo llevamos al plano de la convivencia escolar, su valor es mayor, porque impacta positivamente en el desarrollo de los ciudadanos del mañana: niños y adolescentes.

Según el Ministerio de Educación en el documento "Política Nacional de Convivencia Escolar: la convivencia la hacemos todos" de 2019, el término 'convivencia escolar' se define como: "Conjunto de las interacciones y relaciones que se producen entre los distintos actores de la comunidad".

Por eso, para Lisette Bazignan Guerrero, secretaria de estudios de Psicología de la Universidad San Sebastián, la convivencia escolar no solo involucra a estudiantes y docentes, sino también a los asistentes de la educación, directivos, padres, madres, apoderados y sostenedores escolares. "No se pueden solucionar los problemas escolares si solo se deja esta responsabilidad a los profesores o al equipo de convivencia o a los directivos. Se debe actuar en bloque, tanto para la construcción de instrumentos de gestión de convivencia escolar como para su aplicación", indicó.

CONFLICTOS ESCOLARES

Los conflictos escolares son muy variados, porque existen desde las agresiones verbales y la marginación hasta el bullying y el ciberbullying. Para resolverlos, estos dependen de la naturaleza de la situación y las motivaciones que originaron los altercados. Eso, porque en algunos casos es posible trabajar en el mismo momento, aprovechando la emergencia de la situación para que los involucrados puedan aprender sobre lo experimentado.

"Sin embargo, cuando los conflictos escalan a hechos de violencia física, verbal o psicológica es menos recomendable intervenir en el mismo momento, ya que no están las condiciones emocionales ni cognitivas para llegar a acuerdos o reflexionar al respecto", aseguró Alejandra Galdames Riquelme, académica de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián.

De hecho, la psicóloga educacional puntualizó en que también depende de la edad de los escolares, porque la intervención que pueda hacer la comunidad escolar en estudiantes de primer ciclo básico o preescolar es mucho más concreta que la que pueden hacer con preadolescentes y adolescentes. "Lo importante es entender que los conflictos son inherentes a las relaciones entre personas y humanos. Además, son necesarias como punto de partida para procesos de crecimiento o avance", dijo Galdames.

PREVENCIÓN Y DISCIPLINA

Para que los conflictos no se transformen en una situación problemática, el establecimiento debe contar con medidas preventivas que permitan mantener una sana convivencia. Ambas profesionales concuerdan en mencionar la formación socioemocional desde temprana edad y la aplicación de medidas disciplinares consensuadas por la comunidad educativa.

En ese sentido, la directora del diplomado USS en Gestión de la Convivencia Escolar, Lisette Bazignan, recomendó a los establecimientos escolares aplicar la disciplina positiva por sobre la punitiva. "La disciplina positiva tiene por objetivo que los estudiantes internalicen el sentido de las normas y que participen en la construcción de estas. Aquí lo primordial es que exista una reparación del hecho, permitiendo que el conflicto se resuelva sin que queden emociones negativas que puedan originar nuevos problemas", detalló.

Agregó: "El problema de la disciplina punitiva es que, en la mayoría de los casos, el castigo no funciona. Y lo más grave es que estanca el desarrollo de los niños, puesto que los sitúa en una fase moral de cumplir por miedo a ser castigados. Eso, después se traspasa a nuestra sociedad, y vemos que las personas adultas funcionan de la misma manera".

En conclusión, ambas profesionales sostuvieron que las condiciones básicas para fomentar ambientes sanos en el aula escolar deben estar compuestos por una participación de todos los actores que componen la comunidad escolar y una intolerancia hacia cualquier tipo de violencia.

Identificando la depresión estacionaria

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Para muchas personas la llegada de la primavera marca el inicio de una "buena" época del año. Es la etapa donde las temperaturas comienzan a subir y los días se hacen más largos, invitando a realizar actividades al aire libre, a reunirse y disfrutar del buen tiempo. Además, comienzan festividades como Fiestas Patrias, Navidad, Año Nuevo o vacaciones.

Para otras personas, sin embargo, esta es la parte del año donde se inicia un sufrimiento silencioso: la depresión estacionaria. Según explica Juan Pablo Ogueda, académico de la carrera de Psicología de la Universidad de Las Américas sede Concepción, este es un trastorno afectivo que se caracteriza por aparecer en algunas épocas de año y, si bien es más común en otoño e invierno, también puede iniciarse en primavera y continuar durante el verano. Sus síntomas son similares a los de la depresión tradicional: ánimo decaído, pérdida de la capacidad de disfrutar actividades, alteraciones del sueño y de la alimentación, agitación o ansiedad, culpa, pensamientos negativos o de minusvalía. En niños, también puede venir con altos niveles de irritabilidad.

"Si existe alguno de los síntomas señalados anteriormente, lo mejor es consultar con un profesional de la salud mental. También, puede ayudar adquirir hábitos saludables para combatir estos malestares, por ejemplo, mejorar la higiene del sueño y alimentación, realizar ejercicio físico regularmente, practicar meditación o mindfulness y buscar apoyo en seres queridos", afirma.

A pesar de lo difícil que puede ser afrontar sus síntomas, la cara más preocupante de la depresión estacionaria (y de la depresión en general), la constituye la ideación o conducta suicida. Ogueda dice que aún existe mucha estigmatización hacia la salud mental, lo cual junto a una cultura de la "fuerza de voluntad" (¡Tienes que poner de tu parte! ¡Piensa positivo!) y el desconocimiento e incredulidad respecto a este fenómeno (¿Cómo te vas a poner triste en primavera?), pueden aumentar la sensación de desamparo y desesperanza, ingredientes muy comunes en personas que presentan estas ideas.

"Al respecto, un apunte claro y literal: ninguna manifestación de este tipo debe ser desestimada. Los estudios muestran básicamente que estas personas no están tratando de manipular, están pidiendo ayuda, incluso, sin ellos mismos saberlo", explica.

Indica que se necesita formar comunidades que cuiden a sus miembros. Es importante mantenerse atentos a cambios en el humor o comportamientos de nuestras personas queridas y abrir espacios para conversar sobre el suicidio, para manifestar inquietudes o temores en espacios de confianza y seguridad.