Secciones

  • Portada
  • Opinión
  • Actualidad
  • Nacional
  • Economía y empresas
  • Tendencias
  • Deportes
  • Clasificados
  • Defunciones
  • Página del lector
  • Espectáculos
Se cree que se adquirió esta conducta en la evolución

Bebés de ocho meses fueron capaces de hacer juicios morales y actuar de acuerdo a ellos

Una investigación descubrió que eligieron "castigar" el comportamiento antisocial, lo que indicaría que la moralidad es intrínseca y no aprendida.
E-mail Compartir

Por Agencias

Los bebés de ocho meses son capaces de hacer juicios morales y actuar acorde con ellos, según un estudio en el que los pequeños castigaban el comportamiento antisocial de un tercero contra otro, representados estos últimos como dibujos en la pantalla de un computador.

La investigación, liderada por la Universidad de Osaka (Japón) y que publica Nature Human Behaviour, indica que la motivación que impulsa al castigo podría ser intrínseca y no aprendida.

El castigo del comportamiento antisocial solo existe en los humanos y se ve en todas las culturas; sin embargo, el desarrollo del comportamiento moral no se conoce bien, por ello el equipo realizó una serie de pruebas con niños de ocho meses, a pesar de la dificultad que ello entraña.

"La moralidad es una parte importante, pero misteriosa de lo que nos hace humanos", y por eso el equipo quiso saber si el castigo a terceros con actitudes antisociales está presente a una edad muy temprana, pues "ayudaría a señalar si la moralidad es aprendida", explicó el autor principal del estudio, Yasuhiro Kanakogi.

Sorprendentes

El primer paso fue familiarizar a los bebés con un sistema informático que mostraba animaciones en la pantalla, en concreto dos cuadrados de diferentes colores y con ojos.

Los niños podían controlar las acciones en la pantalla con la mirada, de manera que al fijarla en uno de los objetos durante un periodo de tiempo suficiente quedaba destruido, en este caso caía una piedra desde arriba que aplastaba al cuadrado.

A continuación, uno de los cuadrados parecía "hacer daño" al otro, con empujones, golpes y arrinconándolo en los bordes de la pantalla, tras lo que los investigadores esperaron a ver la reacción de los bebés y si miraban al cuadrado antisocial para castigarlo.

Kanakogi calificó los resultados de "sorprendentes", pues los bebés preverbales eligieron castigar al agresor antisocial aumentado el tiempo de su mirada hacia él.

Además de esa prueba, los investigadores realizaron otros tres experimentos de control para excluir interpretaciones alternativas de los comportamientos de la mirada de los bebés.

El castigo

La observación de este comportamiento en niños muy pequeños "indica que los seres humanos pueden haber adquirido tendencias de comportamiento moral durante el curso de la evolución", según Kanakogi.

El científico consideró que "el castigo del comportamiento antisocial puede haber evolucionado como un elemento importante de la cooperación humana".

Este nuevo paradigma para estudiar la toma de decisiones en un contexto social podría significar un importante punto de inflexión en la investigación cognitiva infantil.

Muchas de las investigaciones anteriores sobre han utilizado observaciones de terceros y, por tanto, han examinado las respuestas pasivas a los acontecimientos. El paradigma de la mirada permite observar la toma de decisiones activa en los bebés.

Este modelo de investigación, consideran sus autores, puede ser útil para descubrir información adicional sobre las capacidades cognitivas de los bebés preverbales.

Por la producción de la hormona del estrés

La genética da pistas de cómo el perro se convirtió en nuestro mejor amigo

E-mail Compartir

Dos mutaciones en un gen que interviene en la producción de la hormona del estrés pueden haber desempeñado un papel en la domesticación de los perros, al permitirles desarrollar habilidades cognitivas sociales para interactuar y comunicarse con los humanos.

Un estudio que publica Scientifics Reports encabezado por la Universidad Azabu (Japón) sugiere que las mutaciones en el gen receptor de la melancorina 2 (MC2R) pueden haber facilitado la domesticación de estos animales, al promover niveles más bajos de estrés alrededor de los humanos.

La domesticación de los perros ha implicado cambios en diferentes genes, generalmente en el control de las hormonas que influyen en el comportamiento social, pero no se había establecido con precisión los cambios genéticos ocurridos.

El equipo, liderado por Miho Nagasawa. investigó las interacciones cognitivas sociales de 624 perros domésticos mediante dos tareas. En la primera, debían decidir qué plato tenía comida escondida bajo él en función de señales, como miradas, señalamientos y golpecitos realizados por miembros del equipo, lo que ponía a prueba la comprensión del perro de gestos y comunicación humana.

Luego debían intentar abrir un recipiente para acceder a la comida y los investigadores midieron la frecuencia y el tiempo que los canes pasaban mirando a los investigadores, lo que representaba el apego social a los humanos.

Los perros fueron separados en dos grupos en función de su raza: el grupo Antiguo formado por razas genéticamente más cercanas al lobo, como el akita y el husky siberiano; y el grupo General que incluía a las más alejadas del lobo.

Los del grupo Antiguo miraban a los humanos con menos frecuencia durante la tarea de resolución de problemas, lo que sugiere que estaban menos apegados a estos, mientras que no hubo diferencias significativas relacionadas con la raza en la primera tarea.

Los autores buscaron diferencias en los genes asociados a las capacidades cognitivas relacionadas con el ser humano entre los grupos Antiguo y General, y entre los que estudiaron estaban el de la oxitocina (OT), el receptor de la oxitocina (OTR) o el receptor de la melanocortina 2 (MC2R).

Dos cambios en el gen MC2R se asociaron tanto a la interpretación correcta de los gestos en la primera tarea como a mirar más a las personas en la resolución de problemas.

Opinión

Día mundial del Océano

E-mail Compartir

La vida del planeta Tierra se originó en los Océanos, hace 3.600 millones de años. Al principio, todos los seres vivos en la Tierra eran organismos unicelulares. Luego estas formas de vida evolucionaron a organismos pluricelulares y, luego de eso, la biodiversidad del planeta incrementó de gran forma, con extinciones masivas de por medio, hasta lo que conocemos hoy. Actualmente hay descritas unas 230.000 especies marinas, pero se estima que la cifra de especies que viven en el mar es largamente mayor, pudiendo alcanzar 1 millón de especies. El océano libera más oxígeno a la atmósfera que todos los bosques combinados del mundo, esto gracias al fitoplancton. El océano, también, es una fuente vital de proteína animal para mil millones de personas alrededor del mundo y al menos el 50% de la población mundial vive en las costas. Pero, a pesar de esta importancia incomparable, ¿Por qué somos tan irresponsables con el Océano?

Todos nuestros desechos van a parar al mar, y como no se ven, dejan de ser nuestro problema, pero no, se mantienen ahí, afectando alguna especie marina o llegando a alguna playa o al fondo del mar. Nuestros residuos plásticos han formado cinco grandes "islas" de plástico en los Océanos, dos en el Pacífico, dos en el Atlántico y una en el Índico. A esto se suman la contaminación por petróleo, y vertimiento de otros residuos tóxicos, que son una amenaza sin control sobre los océanos y su diversidad. Practicas pesqueras no sustentables como la pesca de arrastre o las jaulas salmoneras y todos sus desechos, son otras amenazas a estos ecosistemas. Todo indica que su extensión, que cubre alrededor del 72% del planeta, podría ser también una desventaja para la sesgada mirada del hombre. Los desechos que llegan al mar no desaparecen, siguen ahí, ¡afectando este ecosistema y también a nosotros!

Este 8 de junio se celebra el Día de los Océanos, una iniciativa de la ONU para informar sobre el impacto de los humanos en el océano, desarrollar un movimiento mundial de apoyo y unir a la población en un proyecto para la gestión sostenible de nuestros mares. Chile es un país privilegiado por contar con poco más de 4.000 kilómetros de costa marina, pero ¿qué estamos haciendo para proteger nuestros océanos? Individualmente tenemos la responsabilidad de proteger nuestro océano no contaminándolo ¿y cómo? Fácil, no fumando en la playa y tirando las colillas a la playa (Ley N°21.413), no tirando basura en las playas, paseando nuestras mascotas con correas en las playas, y por que no, limpiando nuestras playas, si ves basura en la playa, recógela, es un bien para ti. Otra opción es consumir productos marinos certificados, o denunciando a las autoridades (e.g. DIRECTEMAR, Capitanías de Puerto) la presencia de vehículos en la playa (Orden Ministerial N°2 Ministerio de Defensa), o la presencia de contaminación producto de actividad industrial.

Si la vida se inició en los océanos y dependemos de el para nuestra existencia, ¿no será tiempo de preocuparnos más por él? Sin los océanos nosotros no existimos.

Heraldo V.

Norambuena

Biólogo en gestión de recursos naturales e investigador del Centro Bahía Lomas UST Concepción