La permanente y a veces silenciosa labor local de auxilio a las personas que viven en situación de calle
La puesta de hospedajes o comedores, la realización de recorridos nocturnos y la entrega de viviendas son parte de las iniciativas que lideran los organismos. Algunos lo hacen de forma completamente autogestionada.
Por Nicolás Álvarez Arrau / nicolas.alvarez@diarioelsur.cl
La vida no es para nada fácil, y para qué decir de la vida de las más de mil personas en situación de calle de la Región del Biobío que esta semana debieron enfrentar fríos extremos y lluvias colosales, como esas que se observaban a mediados de la década de los 90 o en los primeros años del 2000, cuando sí llovía de veras. Caminando por el paseo Barros Arana vi el lunes pasado cómo una guardia de una emblemática galería comercial expulsó de sus instalaciones a un hombre de clara situación vulnerable. Por supuesto, era hora de cierre, pero ¿qué pasó con él? ¿Dónde durmió? Pocas horas después el hielo cubrió Concepción y los termómetros digitales o de mercurio -si es que aún quedan- marcaron -1° Celsius.
Según estimaciones de la Seremi de Desarrollo Social y Familia, en la Región hay alrededor de 1.500 individuos que sufren este problema. Concepción, en tanto, concentra entre 440 y 470 personas que deambulan por las vías y pernoctan en lugares públicos y privados. La Plaza de la Independencia, el máximo lugar de encuentro de este grupo, les fue arrancado a raíz de los trabajos de remodelación que se realizan en el espacio, razón que los hizo trasladarse hacia sectores más periféricos.
Mientras se mueven, detrás de ellos les siguen instituciones y organizaciones de diferente índole que han apostado por entregar condiciones mínimas de cuidado en el contexto de este clima extremo, sobre todo a la espera de que se aplique en la zona el plan Protege Calle que lidera Desarrollo Social. Esta iniciativa busca ofrecer alternativas de alojamiento y atención en la vía pública con la finalidad de evitar los riesgos para la salud y mortalidad en época invernal y de condiciones climáticas adversas.
Mientras tanto
A la espera de que se active esta última medida -afectada por una demora en su proceso de licitación-, desde Desarrollo Social cuentan que existe una oferta permanente de hospedaje que ya no solo se entrega en épocas especiales del año. En Concepción, por ejemplo, están disponibles los albergues Esteban Gumucio, Trinitarias y Roberto Paz, los que se vieron reforzados estos días con la apertura de otros dos recintos temporales en la Región. Se espera que este número crezca a 18 una vez que se inicie el plan Protege Calle, escenario que posibilitará abrir 373 cupos y 86 mil atenciones para este período.
El seremi Hedson Díaz precisa que uno de los fenómenos que a la fecha concita mayor atención por parte del Ministerio tiene que ver con los grupos extranjeros que han llegado a la zona en medio de la crisis migratoria que vive el país. De hecho, el 30% de la oferta de las hospederías que están instaladas en Biobío es hoy ocupada por inmigrantes, principalmente de nacionalidad venezolana.
"Si bien no son del perfil de las personas en situación de calle, ellos muchas veces llegan a albergues y al día siguiente salen a buscar trabajo. Mientras solucionan su problema de habitabilidad, se quedan en nuestros albergues", sostiene el seremi, quien advierte que por lo mismo ya se tomó contacto con ONU Migrantes para activar dispositivos asociados a la compra de útiles de aseo, alimentación e, incluso, al arriendo de viviendas.
Agrega que este fenómeno ha obligado en el último tiempo a intensificar el proceso de auxilio y adecuar algunos recintos de acogida, especialmente en vista de aquellos que pudiesen llegar con familias desde otros países.
En paralelo a estas ayudas, existe también el Centro de Acogida Territorial que está emplazado en calle Angol. Este dispositivo cuenta con 125 cupos en Concepción y pretende que quienes están en situación de calle y necesitan asearse o cocinar durante el día, puedan hacerlo. A este servicio se sumaron 10 camas para la noche.
"Allí tienen todos los implementos y hasta pueden lavar y secar su ropa. Hay una biblioteca habilitada, un comedor y televisores. En definitiva, es un centro diurno, que es una experiencia única y exitosa, porque llegan muchas personas a compartir a ese espacio", recalca Díaz.
Aunque el plan Protege Calle aún no parte, el seremi asegura que se están aplicando rutas de Carabineros para detectar casos y entregar una primera atención de alimentación con cafés o sándwiches.
Colaboración y autogestión
La labor local de asistencia para gente en condición de calle es una tarea que se efectúa de manera colaborativa, en donde además participa la Iglesia y organizaciones que ejecutan parte de los recursos destinados por el Ejecutivo. A ellos se añaden algunas comunidades que mediante un rol autónomo logran brindar apoyos.
Fernando Sanhueza, coordinador de la hospedería Esteban Gumucio de la Avenida Manuel Rodríguez, dice que este establecimiento está abierto todo el año y que tiene una capacidad diaria de 60 personas. Estos días han logrado hacer ingresos por medio del aviso que entregan los hospitales de la zona o la pesquisa que se logra a través de ciertos programas, además de la decisión voluntaria de los asistentes.
"A la persona se le recibe con una cena en la tarde, duchas, elementos de aseo y actividades. Al otro día se les entrega un desayuno para que puedan salir. Tenemos un equipo de profesionales y trabajadoras sociales que están encargadas de casos y de desarrollar un plan de intervención individual, de tal manera de habilitar condiciones mínimas, como el carnet de identidad o una inscripción en un Cesfam, entendiendo que todos son sujetos de derecho", plantea Sanhueza.
En esta misma línea, comunidades como Capilla Cristo Peregrino de Santa Sabina se han esforzado para generar una labor permanente, pero de una forma independiente. La coordinadora del área social de esta instancia, Alejandra Valverde, cuenta que hace cuatro años comenzaron con un comedor solidario. Eso sí, a la fecha funcionan solo los fines de semana y mediante un sistema de entrega de colaciones.
"Ahora se están atendiendo unas 35 personas, aunque en pandemia se entregaban más de 70 colaciones. Para esto tuvimos que formar equipos voluntarios de distintas comunidades, en donde asisten familias completas para ayudar los sábados y domingos", explica la coordinadora.
Los recursos para comprar alimentos son proporcionados de forma particular o a través de proyectos impulsados por el Arzobispado.
Una de las iniciativas más destacadas del último tiempo en Concepción fue la habilitación del primer albergue móvil, en 2017. Se trataba de un bus que fue bautizado con el nombre de "La Misericordia" y que contaba con cuatro camas, dos baños y dos duchas para quienes pernoctaban en las inmediaciones del centro penquista. Hoy, la máquina coordinada por el Arzobispado se encuentra en el sector de San Vicente y da cobijo a una familia extranjera.
Nuevo paradigma
Desde fines de 2019 la política de personas en situación de calle dio un giro drástico a raíz de algunos cambios en la oferta programática que ejecutan parte de las instituciones relacionadas a la inclusión social. Organismos como Catim, corporación con 29 años de historia en la Región, aplica en estos momentos un modelo que infiere que la vivienda es primero que la mirada asistencial.
"Nosotros sacamos a gente que está en condición de calle dura para entregarles una vivienda, y desde ahí generamos los otros apoyos situacionales de salud, empleo o familia. Eso es fuerte, porque en la historia chilena todo esto es al revés (...) El primer piloto latinoamericano de ese modelo se hizo acá durante la pandemia", puntualiza Freddy Venegas, director de Desarrollo y Vinculación con el Medio de Catim.
En este contexto, la entidad también está a cargo de entregar viviendas compartidas a jóvenes de entre 18 y 19 años, que son usualmente los que salen de las residencias del Sename y, al ser mayores de edad, terminan en la calle. Dicho trabajo es posible debido al financiamiento entregado por el gobierno.
"Inicialmente, pagamos el arriendo de las propiedades y los servicios básicos, pero la idea del modelo es la autonomía. Las personas que llegan a la vivienda luego deben hacerse cargo, y es eso lo que les tiene que cambiar la vida (...) Hay que dejar de ver a estas personas como objetos de intervención o asistencia y avanzar hacia un modelo autónomo en donde se les reconozcan sus capacidades y fortalezas", concluye Venegas.