Puente Bicentenario: el interminable camino de un ícono de la reconstrucción
Los retrasos y salida de la empresa Copasa, el cruce con la población Aurora de Chile y el inicio de la tercera fase son parte de los hitos que han marcado el destino del anhelado viaducto.
Por Nicolás Álvarez Arrau / nicolas.alvarez@diarioelsur.cl
Un ícono. Sí, eso es lo que es la obra del puente Bicentenario Presidente Patricio Aylwin Azócar. Un ícono que después de 12 años le sigue diciendo al Gran Concepción que las huellas del terremoto del 27 de febrero de 2010, la catástrofe local más grande del último tiempo, siguen ahí. No ha sido fácil reconstruir esta ciudad. Ni siquiera los gobiernos de Bachelet y Piñera pudieron concretar en un tiempo prudente un viaducto que se vio enlodado por retrasos de la salida de la primera empresa, Copasa, una relicitación de los trabajos, cambios en el diseño o la reubicación de los habitantes de la emblemática población Aurora de Chile. Pareciera que todo confluyó para nunca jamás ver este puente construido en su totalidad.
Afortunadamente, estos demonios parecen hoy apaciguarse. Hace poco más de una semana el Ministerio de Obras Públicas confirmó que los trabajos de la tercera y última etapa que conectará al puente con la Avenida Chacabuco ya iniciaron de manera oficial. Según el cronograma de la autoridad, las faenas debiesen culminar en enero de 2024, completando con ello 14 largos años de espera, siempre y cuando otro inconveniente no salga al paso.
Actores que se transformaron en testigos clave del proceso de construcción analizan los hitos y nudos de la principal deuda urbana de la zona post 27F, aunque también plantean sus esperanzas en medio de un contexto marcado por la alta congestión vial. La consumación de las obras, dicen, tendrá un valor real para quienes viajan diariamente entre comunas como Concepción, San Pedro de la Paz o Santa Juana, incluso para aquellos habitantes que vienen de la Provincia de Arauco.
En total, la iniciativa que se extenderá por 2.250 metros considera un monto superior a los $78 mil millones.
Las últimas trabas
Desde Inglaterra, el exseremi de Obras Públicas en el segundo gobierno de Sebastián Piñera, Daniel Escobar, precisa que hubo varios aspectos que obstaculizaron el progreso de la estructura. Por un lado, dice, están las complejidades para reubicar a la población Aurora de Chile, "que hizo que el contrato no pudiera seguir y que la empresa Besalco (segunda en asumir los trabajos) se paralizara". Por otro, asoma el problema del diseño que llegaba al nivel del suelo por Aurora de Chile, generando una división completa y obligando a cambiar las matrices de Essbio.
"Había que generar un pare obligatorio y establecer 100 metros más allá un semáforo en Chacabuco, lo que iba a producir una congestión insoportable, lo que a su vez mermaría el transporte de carga de los trenes. Por eso la decisión fue terminar el contrato con Besalco, pero exigiendo primero que terminaran de cruzar la costanera para que el puente quedara operativo", dice.
Eso llevó a dividir los trabajos en dos procesos: la implementación de una ingeniería nueva para que la estructura pasara por encima de la línea férrea y el establecimiento de acciones que permitiesen cruzar con un viaducto semioperativo, "lo que ayudó a descongestionar", según Escobar.
Uno de los puntos que lamenta la exautoridad tiene que ver con el traslado de los habitantes de Aurora de Chile, un desafío que, a su juicio, se tornó difícil debido a las sobreexpectativas de la entrega de subsidios. "Los vecinos (del Gran Concepción) ven que el puente no está listo y ese es el problema, y ahí las autoridades tenemos que asumir la culpa, ya que las cosas a veces son complejas, especialmente cuando hay que hacer una obra de ese tamaño en medio de casas", subraya.
Al respecto, la seremi de Vivienda y Urbanismo, Claudia Toledo, puntualiza que la tarea de su ministerio estuvo centrada en desarrollar el denominado "Plan Integral de Regeneración Urbana y Habitacional Aurora de Chile", en donde lo fundamental ha sido la construcción de viviendas para radicar a 206 familias y relocalizar a otras 270.
"Ha sido un trabajo que nos ha exigido al máximo para lograr acuerdos con las familias involucradas, pero ha valido la pena, porque han comprobado que finalmente tienen hoy una mejor calidad de vida y en un espacio que les es propio. Sin embargo, es una tarea que no ha finalizado y seguimos trabajando para ejecutar lo que tenemos pendiente y ello requiere contar con polígonos despejados. De acuerdo a la programación estimada y la situación actual, se proyecta un inicio del diseño definitivo de la urbanización y la construcción del nuevo conjunto habitacional para el primer semestre de 2023", adelanta Toledo.
La autoridad regional añade que contar con estos terrenos despejados implica entregar a las familias una posibilidad concreta de salida transitoria mientras se ejecutan las obras de sus viviendas. Por lo mismo, y en paralelo a la solicitud de subsidios habitacionales, la cartera aborda hoy subsidios de albergue transitorio para los casos más urgentes y que viven en los polígonos que se requieren para la ejecución del proyecto de urbanización y proyecto habitacional.
Los impactos positivos
Más allá de los aspectos negativos del proceso, la lectura del mundo académico se enfoca también en los impactos positivos que traerá la obra una vez que se finiquite la conexión con Chacabuco. Rody Toro, director de Ingeniería Civil de la Universidad San Sebastián e integrante de las mesas de Transporte y Sustentabilidad del Colegio de Ingenieros de la Región del Biobío, cree que el proyecto será clave para la descongestión que sufre el Gran Concepción, aunque recalca que eso es algo que depende de otros factores.
"Lo positivo es que la gente tendrá disponible un puente con dos pistas por lado. Además, tiene bastante conectividad y permitirá aumentar las velocidades de traslado. El problema de la congestión tiene que ver con los cuellos de botella, pero el puente ya no es un cuello de botella", dice.
De acuerdo al profesional, este beneficio no solo llegará a los habitantes de comunas de San Pedro de la Paz, Concepción o Santa Juana, sino que también a aquellas personas que viven en sectores más alejados de la Provincia de Arauco y que diariamente se dirigen hacia la capital regional. Toro espera que los tiempos de viaje se vean disminuidos en hasta 10%, "siempre y cuando se conciba un proyecto integral" que sume a la tecnología.
El presidente de la Asociación de Municipios del Biobío y alcalde de Concepción, Álvaro Ortiz, reconoce que el puente Bicentenario es un trabajo que no ha estado exento de inconvenientes, pero destaca igualmente el hecho de que el cese de los trabajos en 2024 permitirá "una construcción sustentable y primera en su tipo" al utilizar iluminación de poco consumo e incluir absorción de CO2.
"Incorpora también a la comunidad penquista, pues contempla parque e inmobiliario público desde el puente hasta la conexión con Chacabuco. Eso hará que se recupere un espacio que, de no hacerse parque, se convertiría en un punto negro dentro de la comuna. La materialización de este plan es un anhelo de hace años, así que esperamos que el paso desnivelado termine en los plazos estipulados para descongestionar la zona metropolitana del Gran Concepción", sentencia el alcalde.