La existencia de una política de salario mínimo en Chile data desde hace casi 90 años. Su permanencia en el tiempo se puede entender como un mecanismo de protección de los trabajadores, especialmente de aquellos con menores cualificaciones. En términos estadísticos, alrededor de 800 mil personas en Chile reciben este nivel de salario como compensación por su labor, los cuales cuentan con escolaridad básica o media. Actualmente, el incremento del salario mínimo propuesto por el Ejecutivo fue aprobado por la Cámara de Diputados, quedando pendiente su aprobación por parte del Senado. No obstante, surgen varias preguntas, tales como ¿es éste salario mínimo adecuado?, ¿son los incrementos anuales propuestos suficientes?, ¿cómo afectará al mercado?

Al hacer propuestas de reajuste salarial, lo primero es no caer en la ilusión nominal. Cuando hablamos de pasar de $350.000 en enero de 2022 a $380.000 en mayo y luego en agosto a $400.000, no significa que se tendrá un incremento real total de $50.000. Se debe considerar el costo de la vida, es decir, lo que las familias son capaces de comprar con ese incremento salarial. Así, en realidad, lo que importa es si el incremento propuesto supera la variación experimentada por los precios. Actualmente, estamos ante un escenario inflacionario muy desfavorable, con una tasa de inflación acumulada en lo que va del año de 4,8%, sobrepasando los dos dígitos en los últimos 12 meses. Este escenario empujó al Ejecutivo a condicionar un nuevo incremento en caso de que la tasa de inflación anual se sitúe sobre el 7%, lo que a estas alturas parece más que probable. Es así que el anuncio de 14,3% de incremento en el salario es solo nominal, y se debe considerar el incremento en la tasa de inflación.

Un segundo tema importante es si las empresas serán capaces de hacer frente a este incremento salarial. Cerca del 70% de las personas que reciben el salario mínimo trabaja en MiPymes, las que han sido fuertemente afectadas estos dos últimos años, primero por el estallido social y, luego, con la pandemia. De ahí que es crítico establecer políticas adicionales para evitar incrementos en los niveles de desocupación por la incapacidad de hacer frente a este salario mínimo, tema que centrará el debate en el Senado.

Finalmente, algo que ha concitado menor nivel de discusión y que es también muy relevante de discutir, es analizar qué ocurre con el resto de los trabajadores, es decir, aquellos que hoy reciben más que el salario mínimo. Muchas empresas están reajustando solamente de acuerdo al IPC, lo que claramente desfavorece a esos trabajadores, sobre todo a aquellos que hoy reciben poco más que el salario mínimo. Es por ello que políticas de reajuste salarial deben considerar, no solo la variación del IPC en el último período, sino que también ir alineadas con los cambios en productividad promedio y, en general, con la realidad económica del sector.

Hace unos días se reveló la primera imagen del agujero negro en el centro de nuestra galaxia, la Vía Láctea. Esa imagen borrosa representa una hazaña increíble, en el borde de lo imposible. La única forma de conseguir algo así fue gracias a la colaboración científica del Telescopio del Horizonte de Eventos, un equipo mundial de cientos de científicos. Radiotelescopios de todo el mundo (con un rol protagónico de ALMA en Chile) trabajaron al unísono, sincronizados a la perfección con relojes atómicos. Su objetivo era trabajar no como máquinas individuales, si no que como un solo telescopio virtual del tamaño de la Tierra. Captaron partículas de luz una tras otra, para después reconstruir cuidadosamente esa imagen tras años de trabajo en poderosos supercomputadores.

Gracias a esto, aprendimos cosas increíbles. Por fin tenemos evidencia directa de que el centro de nuestra galaxia esconde un agujero negro supermasivo con cuatro millones de masas solares, el cual está siendo orbitado por un tenue anillo de gas interestelar que se calienta y brilla como plasma. Este monstruo de espacio y tiempo curvo es colosal desde la perspectiva humana: si la Tierra fuera del tamaño de un granito de sal, en esa escala este agujero esférico en el tejido del universo debería tener más de dos metros de diámetro. Pero la galaxia es enorme: este agujero negro se encuentra a más de veinticinco mil años luz de distancia, o sea a más de doscientos millones de millones de kilómetros. ¡Verlo es una hazaña comparable a ver desde la Tierra un picarón en la Luna!

Esta imagen nos enseña mucho: en particular, pudimos corroborar que la Teoría General de la Relatividad de Einstein de hace un siglo atrás describe el espacio y el tiempo con una precisión increíble. Pero más allá de lo científico, también aprendemos más sobre nosotros mismos.

La esencia humana es compleja; tal como lo expresó nuestro físico y antipoeta Nicanor Parra, somos un "embutido de ángel y bestia". Por ello, no es de extrañar que también vivamos en una época compleja, con un país polarizado entre extremos ideológicos, en un mundo aún en pandemia en donde ocurren guerras horribles. Pero en esta misma época, esta fotografía nos regala un mensaje optimista, y nos llena de orgullo: cuando humanos de todo el mundo nos unimos en un objetivo en común y usamos ciencia podemos hacer real, lo que parece imposible. Podemos explorar los misterios de los monstruos más feroces y oscuros del universo, aunque se oculten tras las densas nubes de polvo del centro de la Vía Láctea. Cuando usamos la ciencia y estamos unidos, los seres humanos podemos trascender nuestros límites y alcanzar verdadera grandeza. En momentos como esos, escogemos elevarnos y transformarnos en un trozo de universo capaz de comprenderse a sí mismo. La elección es nuestra.

Cada otoño pasamos de oler hojas secas a oler el humo de los troncos trozados convertidos en calor en las chimeneas de los hogares. Antes le llamábamos smog, como combinación de smoke (humo) y fog (niebla). Hoy, correctamente, le llamamos material particulado, incluso haciendo la diferencia entre aquel respirable (MP 10) y aquel fino (MP2.5). Este avance conceptual ha ido acompañado de un avance instrumental. Mientras el 2006 se declaró que las concentraciones diarias de material particulado alcanzaban la condición de preocupante (latencia) para MP10, y el 2015 de contaminación (saturación) por MP2.5, debieron pasar 4 años, para que el 17 diciembre de 2019 se publicara en el Diario Oficial el Plan de Prevención y Descontaminación Atmosférica (PPDA) de Concepción Metropolitano.

Una de sus medidas más importante es dar seguimiento diario, con carácter preventivo, de las condiciones de la calidad del aire, indicando medidas para evitar la ocurrencia de episodios críticos de contaminación. Así este año ya se han declarado situaciones de alerta, y esperamos no llegar a condiciones de preemergencia o emergencia ambiental.

Frente a estos episodios, la medida más comentada en Concepción es que se decreta la prohibición de humos visibles de artefactos a leña, justificado porque estas fuentes son responsables de aproximadamente un 60% de las emisiones. Otras fuentes relevantes son el sector industrial con un 35% que afecta a prohibiciones de funcionamiento, y el 5% restante, entre transporte, quemas agrícolas e incendios.

Estas medidas inmediatas son mediáticas, llamando la atención de la ciudadanía. Sin embargo, para descontaminar el aire no basta con detener las chimeneas. El mismo PPDA menciona otras medidas de diversa índole a ser logradas en 10 años, las cuales tienen escaso avance. Según información obtenida por Transparencia, en 2 años y 4 meses (23% del periodo) se han realizado 586 recambios de calefactores de los 20.000 comprometidos (3% de avance), mientras que de los 20.000 subsidios especiales de acondicionamiento térmico se han entregado 1.236 (6% de avance). Y el plan va más allá de sólo de evitar las emisiones por calefacción, comprometiendo plantar 20.000 árboles, de los cuales se han plantado 1.010 (5% de avance). Existen también otras medidas, como implementar más áreas verdes, construir ciclovías, renovar la flota de buses, realizar capacitaciones, educación ambiental, etc.

En síntesis, descontaminar el aire exige de transformaciones a la ciudad completa, además de esfuerzos individuales. La contaminación no es más que un reflejo de los problemas urbanos y residenciales, y su abatimiento requiere de esfuerzos masivos. Estamos llegando al cuarto de la hora, y los avances son escasos. Se requiere de más liderazgo y ambición para que el otoño vuelva a respirarse con su fino olor característico de la estación, con niebla, pero sin humo.