Prevención del hantavirus
Las autoridades de Salud han reiterado a los veraneantes la necesidad de ser cuidadosos al llegar a cabañas que han estado cerradas y que por falta de limpieza y ventilación podrían contener el hantavirus.
En el año 2020 hubo solo dos casos que llegaron al Hospital Regional. Las restricciones de movilidad y cuarentenas influyeron en una baja de esos contagios, pero durante 2021 fueron confirmados cuatro pacientes en la Región del Biobío. Dos de ellos se contagiaron en la provincia de Concepción, uno en Arauco y otro indeterminado, ya que el afectado estuvo en dos lugares que presentaban riesgo. Sin embargo, en la presente temporada podrían elevarse, en la medida en que las personas han comenzado a viajar de vacaciones hacia sectores rurales. De ahí que se ha llamado a la prevención, considerando que en 2019, antes de la pandemia de covid, hubo 64 casos de infección por el virus en el país y 7 en la Región del Biobío.
El Ministerio de Salud ha pedido que las familias eviten conductas de riesgo, como internarse en matorrales o recoger frutos silvestres. Los llamados están dirigidos a dos grupos especialmente: Las personas que viven o trabajan en el campo y las familias que van de camping o paseos al aire libre, para que no se expongan al posible contacto con ratones o sus desechos, con el fin de evitar contagiarse con el virus.
El hantavirus es una patología que incluso produce muertes, por lo que es importante que las personas conozcan las medidas preventivas antes de salir de paseo o de vacaciones a sectores rurales, que van orientadas al buen manejo de la basura, a evitar que haya maleza afuera de las casas y a manejar bien los alimentos. El hanta es una enfermedad viral que se transmite al ser humano desde el ratón de cola larga, a través de la inhalación de olores de la orina de roedores contagiados. Al ser un roedor silvestre que en nuestro país habita en zonas rurales desde las regiones de Coquimbo a Aysén, el mayor riesgo lo tienen las personas que viven en los campos y quienes por actividades recreativas van a esos lugares, especialmente en primavera y verano. Pero el periodo más complejo de la enfermedad se da entre enero y marzo, cuando las familias salen de vacaciones. La incubación del virus toma entre 20 y 45 días.
El primer virus aislado por investigadores se logró en Corea, durante 1976, a orillas del río Hanta donde ocurrieron las primeras infecciones conocidas y documentadas, por lo cual tomó esa denominación. La enfermedad comienza con un cuadro similar a una gripe, con fiebre, dolores musculares y articulares, dolor de cabeza, a veces acompañado con síntomas gastrointestinales y con dificultad respiratoria progresiva. Estos pacientes necesitan ser diagnosticados oportunamente y derivados a hospitales con camas UTI, ya que su manejo es complejo y requiere atención especial. El Hospital Regional Guillermo Grant Benavente está acreditado por el Instituto de Salud Pública para realizar la confirmación de personas contagiadas por este virus. La letalidad promedio de esta enfermedad hasta antes de la llegada de la pandemia de coronavirus era de 30%, afectando incluso a personas que podrían ser sanas y activas.
La prolongada sequía de los últimos trece años ha influido para que en algunas zonas el ratón de cola larga se acerque más a las áreas pobladas en busca de agua y alimentos, lo que ha aumentado el riesgo en sectores rurales. Los especialistas han reiterado la necesidad de identificar situaciones de riesgo y ser cuidadoso en el manejo de las basuras, la conservación de los alimentos y comportamientos en el sector rural, en los campings y lugares donde pudiese habitar el ratón de cola larga. Antes de ingresar a cabañas o bodegas se debe ventilar el recinto al menos treinta minutos. Una vez dentro y luego de ver si hay señales de roedores, se debe rociar el piso con cloro, utilizando mascarilla y guantes. Sólo después se puede limpiar, aspirar o barrer el recinto para deshacerse cuidadosamente de la basura recolectada.
El Ministerio de Salud ha pedido que las familias eviten conductas de riesgo, como internarse en matorrales o recoger frutos silvestres. Los llamados están dirigidos a dos grupos especialmente: Las personas que viven o trabajan en el campo y las familias que van de camping o paseos al aire libre.