La segunda batalla: el largo proceso para recuperarse del covid
En la región hay dos instituciones que tienen unidades para abordar este tema: Las Higueras y Clínica Andes Concepción. Ambas han tratado a 770 pacientes. Otros centros de salud también están realizando esta tarea.
alma.canales@diarioelsur.cl
El caso de Saúl Millalaf es uno de los más emblemáticos para el Hospital Las Higueras de Talcahuano. El hombre de 53 años, que vive en Hualpén, estuvo cinco meses internado producto del covid. Inconsciente y complicado estuvo dos. El resto los pasó en el establecimiento como la primera etapa de su rehabilitación.
Allí logró recuperar su movilidad, volver a hablar y a comer, pues perdió todas esas funciones por la gravedad de su enfermedad y su estadía en UCI.
Millalaf llegó en marzo de este año al hospital y a fines de agosto recién pudo irse a su casa, pero no de alta, sino para continuar allí su proceso, pues aún se cansaba al caminar, tenía dificultad para moverse y hablar.
Ni pensar en trabajar. En las condiciones en las que dejó Las Higueras no podía retomar sus labores de construcción, lo que hacía antes de contraer el coronavirus.
Lo que le pasó a Millalaf es algo visto en muchos otros que se han contagiado con el virus. Es algo que observaron en Las Higueras y también en la Clínica Andes Salud Concepción. La respuesta en ambos recintos fue crear un programa focalizado en la rehabilitación, cuyo objetivo es ayudar a los pacientes a recuperar su funcionalidad, tanto para que puedan hacer su vida con normalidad como para que vuelvan a trabajar, pues durante todo este proceso están con licencia médica.
Estos planes se trabajan con kinesiólogos, que apuntan a la recuperación de la capacidad respiratoria y la movilidad; fonoaudiólogos, que les ayudan para que vuelvan a comer y trabajar la voz; y terapeuta ocupacional, que los entrenan para que puedan hacer cosas tan cotidianas como abrocharse los botones de la camisa o los cordones de los zapatos.
Entre ambos ya han ayudado a casi 800 personas.
Los equipos de los dos lugares plantean que la pandemia mostró lo relevante que es la rehabilitación y que, además, abrió la posibilidad de generar estos planes específicos para apoyar a quienes, producto de las complicaciones por el coronavirus, se veían impedidos de retomar normalmente sus vidas una vez dados de alta.
Público y del puerto
La fisiatra Andrea Araneda es la jefa del Servicio Medicina Física y Rehabilitación de Las Higueras. Cuenta que el año pasado la cantidad de personas ingresadas a la Unidad de Paciente Crítico por covid fue tan grande, que los esfuerzos estuvieron puestos en salvar la vida de la mayor cantidad posible de pacientes.
Con el aumento de la vacunación, comenta, los casos empezaron a bajar y también su complejidad. De hecho, la mayoría de quienes se complican carecen de vacuna o tiene su esquema incompleto. Pese a la disminución, se dieron cuenta de que muchos de quienes estuvieron en UCI y fueron dados de alta no estaban en condiciones de retomar su vida normalmente. Así surgió la idea de crear el programa de rehabilitación para pacientes covid.
El equipo, detalla la fisiatra, está compuesto por 13 profesionales: cuatro médicos, seis kinesiólogos, dos fonoaudiólogos y un terapeuta ocupacional. Ya han atendido a 220 personas y actualmente trabajan con 34 pacientes.
Para ingresar al programa se requiere la derivación de un médico. Trabajan con personas con daño moderado y severo, a quienes atienden con, al menos, 10 sesiones. Antes de ingresar se hace una evaluación, que considera la aplicación de cinco instrumentos.
El plan de trabajo se genera según la condición del paciente. "La mayoría llega débil y les cuesta caminar. Eso es lo más frecuente. También presentan dolores neuropáticos", describe Araneda respecto a la situación en la que llegan los usuarios.
Con ellos se hace un trabajo aeróbico y de fuerza, donde se entrenan los músculos y la función cardiorrespiratoria, explica.
Las atenciones son tres veces a la semana y se efectúan en el mismo servicio, que cuenta con el equipamiento adecuado para esto. El resto de los días se trabaja con teleatención, para mantener la terapia.
Al término del plan se hace una evaluación para ver la condición del paciente. Alrededor del 20% debe sumar otras 10. Quienes han mejorado son dados de alta, pero siguen con terapia, pero esta vez en la red de atención primaria.
Todos los usuarios de la red pública de salud pueden acceder a este programa, pero tienen que ser derivados por un médico.
"Ahora queremos extrapolar este trabajo a pacientes que hayan pasado un tiempo prolongado en UCI, porque nos hemos dado cuenta que presentan problemas similares cuando salen. Ya tenemos a uno", dice Araneda.
Monitoreo permanente
El equipo de la Clínica Andes es más pequeño que el de Las Higueras. Aquí trabajan cuatro personas: tres kinesiólogos y una fonoaudióloga.
Los kinesiólogos Waldo Osorio y Carlos Martínez fueron los primeros en plantear la necesidad de generar un plan especial para personas que tuvieron covid. En junio del año pasado partieron con las primeras atenciones y ya hacia agosto tenían listo el programa.
La gracia de tener una planificación especial es que permite acceder al sistema de bonificación, lo que implica que tanto las personas de isapre como las de Fonasa pueden acceder con sus respectivas bonificaciones.
Lo primero que tuvieron que hacer fue definir un espacio para trabajar con quienes se contagiaron, para evitar el contacto con los otros pacientes. "Lo más complejo fue la coordinación logística", reconoce Osorio.
A la fecha han rehabilitado a 550 personas. Algunas de ellas fueron pacientes de la clínica y otros han llegado derivados de otros centros de salud.
María Victoria Sáez es la persona a cargo del programa. Cuenta que lo principal para ellos es el monitoreo. Por eso, se lleva un estricto control de la situación de salud de la persona, sobre todo considerando que la mayoría presenta una condición física deteriorada y se cansa con actividades cotidianas.
"Tenemos saturómetros que nos van mostrando cómo va respondiendo la persona", agrega. Eso, además, les permite ver la evolución, lo que incide en el trabajo de las siguientes sesiones o, incluso, si se requerirán más de las programadas inicialmente.
En promedio, la recuperación toma unas ocho semanas, lo que equivale a unas 20 sesiones.
Sobre éstas, Sáez expone que "son similares al gimnasio. Hay un calentamiento, trabajo muscular, con máquinas, hacemos elongaciones y trabajamos las técnicas ventilatorias, lo que es muy importante porque hemos visto personas que dicen que les cuesta respirar y no es que tengan alguna secuela, sino que respiran mal".
El trabajo, eso sí, no sólo es respiratorio o muscular. La fonoaudióloga Dinka Fernández comenta que hay otros aspectos que considerar, que tienen que ver con la voz y la deglución.
La intubación, detalla, deja secuelas, lo que genera problemas al hablar. Hay otras personas que deben hacer un proceso para retomar su alimentación y tienen que trabajar para recuperar esa función.
Carlos Martínez dice que en todo el tiempo que han trabajado han visto que muchas personas con covid quedan con secuelas, pero no lo asimilan así: "Hay personas que se cansan y creen que es por falta de ejercicios, pero después se da cuenta que es por la enfermedad".
Por eso, recomendó a quienes han tenido la enfermedad a consultar y, si el médico así lo define, acceder a un tratamiento que les permita recuperar su funcionalidad.
Tanto su equipo como en Las Higueras creen que la pandemia ayudó a visibilizar la importancia de la rehabilitación y esperan que la relevancia que se le ha dado, se mantenga.