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-La polarización no ha sido algo de ahora en Chile. Si son circunstancias más bien cíclicas de grandes crisis cada cierto tiempo. ¿Hasta qué punto daña eso el asentamiento institucional?
-Entrega dinamismo, si se encauza en legitimar a un sistema que sabe acoger y a la vez apacigua a los "polarizados". En Chile hay muchos antecedentes que apuntan o que arrastran a la crisis de la democracia. Quizás no será una simple dictadura, pero sí una democracia desordenada, carente de verdadero progreso, avanzando hacia una violencia cotidiana. Y nos olvidaremos de continuar con la modernización económica.
-Usted defiende una noción "limitada" de la democracia como un "sistema de la crisis". ¿Ha funcionado relativamente bien hasta ahora en Chile?
-Si abstraemos de las crisis institucionales que han advenido con esa extraña regularidad, y mirando al mundo -cosa que nuestros sabios escasamente efectúan- yo diría que de todas maneras ha sido así.
-¿Se puede entender el proceso constituyente como una profundización democrática? Y, de ser así, ¿se puede compatibilizar con el desarrollo económico, que parece darse, quizá con demasiado optimismo, por descontado?
-Como método de pacificación, pude ser antecedente de una consolidación democrática. Lo que ha sucedido no indica en esa dirección. Si uno se guía por programas, me pregunto, ¿dónde han tenido éxito? Se olvida el proceso y mentalidad económicos que llevaron a que una parte del mundo sea desarrollada, que imagino que es allá a dónde se quiere ir cuando se habla de progreso.
-¿Hasta qué punto el exceso de expectativas en la labor de la Convención puede generar una frustración en la ciudadanía y cuán intensa podría ser tal frustración?
-De todas maneras, pero para eso falta tiempo. La actual ebriedad tiene para rato. Espero que la resaca no ocurra cuando sea demasiado tarde. Queda la ligera esperanza que se configure una mayoría que pueda hallar un acuerdo para un texto sensato, que pida a la Carta lo que ella puede dar y no un país de Jauja decretado por escribas.
-¿Podría ocurrir lo mismo, la decepción, ante las exigencias de un trato distinto a los pueblos originarios?
-El único problema real, en este sentido, es el conflicto mapuche en el sur, un verdadero conflicto de insurgencia ya en plena ebullición. Todo lo demás tiene respuesta, siempre que no se los sobredimensione.
-El tema indigenista, ¿responde, a su juicio, a un fenómeno realmente vernáculo o más bien a los aires de la época?
-Aires de época de la política mundial de las corrientes de identidad surgidas de las ideologías modernas. Se hacen más patentes justo al finalizar la Guerra Fría, lo que se reprodujo automáticamente en nuestro país. Fíjese, algunos de los líderes indígenas se visten y actúan como "indios de Hollywood", tal cual hace medio siglo funcionaba el verde olivo y los trajes Mao. Al final era "fashionable".
-¿Y se inscribe dentro de la defensa y manifestación de otras minorías o causas: sexuales, animalistas u otras demandas identitarias?
-Sí, tiene que ver con la llamada política de identidad, sustituto tanto al eclipse de las ideologías totalitarias -algo sobreviven en América Latina- con una crisis en la relación entre los seres humanos, una humanidad que poco sabe qué hacer con la libertad moderna y juega con ser adalides de causas altisonantes; también mucho Hollywood. En algunas pocas partes y casos tienen que ver con superar situaciones de desmedro.
-¿Hay algo romántico en todo eso? Con romántico entender no sólo aventurado, sino en el sentido de la historia de las ideas…
-Cierto, en sus dos vertientes, la roussoniana del "buen salvaje"; como la alemana -la más inspirada- de retorno a la sabiduría del mito original, gran creación cultural y espiritual pero de nefastas consecuencias políticas. Ha sido una manera de ser modernos también. Hasta Marx por momentos tenía algo de esto.
-En una columna reciente, "La balanza", de cara a las primarias, habla de la necesidad de restablecer un equilibrio y que esa tarea podría recaer en la derecha política. ¿Por qué cree eso y considera que está la derecha en condiciones de realizarla?
-En una democracia tienen que haber actores que ejerzan la función de ser de izquierda y derecha -y de centro, llegado el caso- o carecerá de dinamismo o será estática; o bien habrá un desliz autoritario o despótico. En Chile desde los años de 1930 las derechas han sido más débiles y me parece que ha sido una de patitas que le ha fallado a la democracia.
-Propone respecto de las primarias ejercitar la "suspicacia huasa". ¿A qué se refiere?, ¿es aplicable lo mismo a todo el proceso político actual?
-Desmontar el discurso del vendedor de perlas de fantasía -contrapartida moderna de los que por siglos vendían trozos de la cruz de Cristo- que jamás han dado resultado alguno. A veces esto es recogido por la sabiduría popular. Reconozco que no es fácil efectuarlo en estos momentos.
"Al parecer, una mayoría considerable ambiciona una Constitución de estilo populista, de democracia 'participativa', un eufemismo de democracia directa. Ninguna, pero ninguna democracia ha funcionado de esa manera".