Proyecto para rebajar impuesto a las gasolinas
La comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados ha iniciado la semana pasada la tramitación del proyecto de ley que busca concretar una rebaja al impuesto específico de las gasolinas. Estos combustibles acumulan 31 semanas consecutivas de alzas de precios, que los expertos explican por la variación internacional del valor del petróleo y la subida en la cotización del dólar.
El proyecto, de autoría del diputado Álvaro Carter, tiene por objeto rebajar en un 50% dicho gravamen al combustible en caso de estado de excepción constitucional o alguna calamidad pública que afecte o comprometa gravemente el empleo e ingresos de la ciudadanía. La rebaja, de acuerdo con la iniciativa, se mantendría hasta que cese el acontecimiento que lo motivó, así como también sus consecuencias, según el texto.
Hay que considerar que Chile importa casi la totalidad del petróleo que consume y Enap -que lo refina- fija semanalmente el rango, que corresponde a una actualización de cuánto cuesta importar esos productos. De ahí que existe inquietud por estas alzas, considerando que los combustibles tienen un efecto multiplicador, ya que no sólo afectan a los automovilistas, sino que se traspasan a los mayores costos del transporte de pasajeros y de carga, cuestión que finalmente se traduce en incrementos en la variación del Índice de Precios al Consumidor y, por extensión, de la Unidad de Fomento. Y bien es sabido que hay muchos productos y servicios que se reajustan en forma periódica por esos indicadores de inflación.
La cuestión de fondo es que alrededor de la mitad del precio de las gasolinas que pagan los conductores corresponde a impuestos, donde una fuerte incidencia la tiene el tributo específico, que nació en 1985, con carácter de temporal, cuando se requirieron recursos para que el Estado renovara las carreteras y los puentes que fueron destruidos por un terremoto en la zona central. Pero como suele suceder en el tema tributario, esos impuestos quedaron después como definitivos.
Las coaliciones políticas que han aspirado a ser gobierno tras el retorno al proceso democrático, han protestado contra ese tributo, recalcando que el automóvil dejó de ser un lujo y se transformó en una necesidad. Sin embargo, al llegar al gobierno olvidan sus promesas y se resisten a renunciar a la recaudación tributaria, porque es muy rentable gravar a la clase media, que no se organiza ni sale a protestar por las alzas.
Los diversos paliativos que se han adoptado en el tiempo para estabilizar los precios, como el Mepco, han resultado insuficientes, porque no resuelven el problema de fondo, que es la fuerte carga de impuestos. Desde hace décadas se ha planteado que este tributo ya cumplió con creces su objetivo. Es más, como hoy las carreteras son concesionadas, se condena al automovilista a una doble carga: a pagar peajes y además, a pagar el impuesto específico, cuestión que es carente de toda lógica.
Para los impulsores de esta iniciativa, que no tiene el carácter de eliminar ese tributo sino rebajarlo a la mitad y sólo mientras dure un estado de excepción constitucional o calamidad pública, el impuesto específico en las actuales condiciones deteriora aún más la condición de desempleo y la caída de los ingresos de las familias. El autor de la iniciativa ha dicho que "es de toda justicia por lo menos discutir una rebaja a este impuesto, que fue creado con otros fines y que hoy lamentablemente se ha transformado en una tremenda carga para el bolsillo de los chilenos".
También hay que considerar que por factores que nunca se han podido explicar con credibilidad, nuestra Región del Biobío, teniendo acá una refinería de petróleo, presenta los precios de las gasolinas más altos que otras ciudades, como Santiago, Curicó o Talca, que están más lejos de los centros de distribución. Este es un problema que requiere de una solución definitiva ahora y no de paliativos momentáneos. El impuesto específico cumplió con creces su cometido hace décadas y ya no se justifica mantenerlo.
Los diversos paliativos que se han adoptado en el tiempo para estabilizar los precios, como el Mepco, han resultado insuficientes, porque no resuelven el problema de fondo, que es la fuerte carga de impuestos. Desde hace décadas se ha planteado que este tributo ya cumplió con creces su objetivo.