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Se requiere contar con habilidades blandas

La importancia de mostrar liderazgo en tiempos de crisis

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N adie las quiere, pero cuando surge una crisis, es necesario estar preparado. Independientemente del tipo o del área que afecta, una crisis puede comprometer la continuidad de la operación y, por lo tanto, es necesario contar con el liderazgo adecuado, para contener la situación, establecer una estrategia para superarla y mantener al equipo cohesionado y en busca de un objetivo común.

Por estas razones, contar con un líder que sea capaz de lograr lo anterior es fundamental. Sin embargo, ¿cuáles son las habilidades que debe tener un líder para hacer frente a una crisis?

En esta área, cobran relevancia las llamadas habilidades blandas. Se trata de un componente muy apreciado por las empresas y que es una combinación de habilidades sociales, comunicacionales, rasgos de personalidad y valores adquiridos. Para el caso de una crisis, elegimos algunas características elementales que debe tener un líder para manejar de forma exitosa una situación crítica:

Adaptabilidad: En un momento de crisis, los procesos y situaciones cotidianas sufren alteraciones de manera inevitable. De esa manera, un líder necesita ser capaz de identificar esos cambios, reconociendo rápidamente el nuevo escenario que debe enfrentar y adaptarse a él.

Comprender el proceso de cambio organizacional: La capacidad de adaptarse a cambios que son inevitables requiere también entender y manejar ese proceso que conducirá a la organización a una nueva etapa. Para eso el reconocimiento de esos cambios exige al líder considerar una etapa de recolección de datos, para conocer todo lo que sea posible del desafío que se tiene al frente, con el objetivo de identificar las necesidades y demandas, por un lado, y las posibles soluciones, por el otro. Recogidos esos datos, es necesario interpretarlos y hacer un diagnóstico que tome en cuenta las preocupaciones, potenciales problemas y consecuencias, para establecer las metas a las cuales apuntarán las acciones posteriores. Finalmente, todo el proceso anterior deriva en la toma de decisiones que determine el curso de acción más adecuado para resolver la situación y su implementación.

Empatía: Los tiempos de crisis generan confusión y turbulencias que afectan a las personas en diferentes medidas. Es en estas condiciones donde el líder debe mostrar sus capacidades para contener a su equipo, mostrándole su empatía, o capacidad de comprender y ponerse en el lugar de los demás, asegurándoles que entienden cómo la situación afecta a cada uno. Para lograrlo es importante crear y mantener canales efectivos de comunicación. El diálogo es fundamental para que las partes involucradas manifiesten su sentir, lo que reduce además los rumores y fomenta la confianza.

Persuasión: Tener la capacidad de influenciar a los demás es una de las habilidades más valiosas que un líder debe tener. Su importancia radica en que se constituye en el eslabón final para todo lo expuesto anteriormente, porque tras adaptarse a un escenario de crisis, comprender el proceso de cambio, recogiendo información, identificando las necesidades o demandas, así como las posibles soluciones, y realizar un diagnóstico que lleve a una toma de decisiones poniéndose en el lugar de los demás, se requiere persuadir a todo el equipo, convenciéndolo y haciéndolo parte del camino elegido para lograr solucionar o destrabar una crisis.

La persuasión se logra echando mano de la inteligencia emocional, paciencia y diplomacia que debe tener el líder, apelando a la razón y al entendimiento de los demás.

Todas estas características no aseguran un resultado estandarizado ante distintos escenarios críticos. Cada caso en particular presenta distintos elementos que derivan en una crisis y el manejo de éstos incide en la forma cómo ésta se resuelve. Sin embargo, poseer estas habilidades permite ejercer el liderazgo de una manera más efectiva, estableciendo un marco de acción y una estrategia definida para hacerle frente a situaciones que ponen en riesgo al equipo humano y la productividad de una empresa.

En la industria de alimentos extractivos

Emprendedora creó sistema de IA para mejorar la calidad y optimizar la materia prima

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Madeleine Valderrama es una Ingeniera Civil Industrial y MBE de la Universidad de Chile que ideó un proyecto para utilizar inteligencia artificial en la industria de alimentos extractivos, como lo son la agricultura, minería, subproductos animales y del mar, entre otros.

Valderrama observó que uno de los principales desafíos de esta industria era predecir las variables que puede afectar la materia prima necesaria para llegar a la meta de producción. Y así fue como creó Altum Lab, empresa que se dedica a aumentar el rendimiento de la materia prima de distintas áreas de producción, creando un sistema llamado Bruna que predice las variables haciendo posible saber de antemano cómo será el producto y con qué tendrá que trabajar la planta posteriormente.

"Uno de los principales desafíos de empresas de alimentos extractivos, como lo son la azúcar de caña, lácteos, aceite de palmas o maravilla, incluso, en la minería, son predecir las variables que puede afectar la materia prima necesaria para llegar a la meta de producción", menciona Valderrama.

Según ella, esta herramienta de optimización, Bruna, permite predecir cómo será la materia prima y generar soluciones. De esta manera, la plataforma opera a través de modelos matemáticos optimizando la mezcla de productos no homogéneo (materias primas) también considera ciertas condiciones de la planta productiva, lo que le permite ser un modelo replicable en múltiples sectores.

El funcionamiento de Bruna está compuesto por cuatro capas distintas. La primera está relacionada con Machine Learning, una Inteligencia Artificial (IA) que aprende del proceso productivo a través de los datos que consigue de distintas fuentes de información que tiene el cliente, por ejemplo, sensores. Una vez que ha comenzado a aprender es capaz de predecir comportamientos

Una vez que captura los datos, la plataforma mapea el proceso productivo de la planta o faena para determinar ajustes necesarios para optimizar la producción, por ejemplo, de qué manera operar, qué máquinas usar y con qué velocidad y capacidad, entre otras variables.

Luego, en la tercera etapa, llamada heurística, un conjunto de algoritmos relacionados busca caminos eficientes para resolver problemas del tipo NP Hard, es decir, aquellos que no pueden ser resueltos en un tiempo definido. En esta etapa, la heurística aprende una solución o 'camino corto' para resolver un problema y recordarlo cuando se presenten dificultades similares.

En la etapa final, se regresa a la IA y se le enseña a la heurística cómo acercarse más rápido, ya sea en tiempo o de costeo de cómputo, al resultado óptimo. "La planta antes funcionaba como cocinero, entonces se debía decidir cómo cumplir la meta de producción con materia prima, que está sujeta a variables como el clima, día de cosecha, nivel de madurez. Lo que hace Bruna es predecir que se va a obtener de la materia prima y después decirte cómo ocupar tu planta productiva para sacarle el máximo provecho", explica Madeleine Valderrama.

Los pros y contras de esta iniciativa

Cuáles serían las implicancias de reducir a cuatro días la semana laboral en las empresas

Si bien es una medida implementada excepcionalmente e imposible de aplicar en muchas empresas, hay casos en los que registra efectos positivos en los trabajadores y sus familias.
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Trabajar cuatro días a la semana es el sueño de muchos. Para algunos chilenos ya es una realidad, pues la empresa People & Partners implementó el programa "viernes libres por siempre" con la finalidad de mejorar la calidad de vida de sus trabajadores. ¿Qué tan factible es que otras organizaciones imiten esta idea?

Lo primero es considerar que esta inquietud surgió en el contexto de la pandemia que ha generado un impulso al teletrabajo, el que implica mayor flexibilidad. En ese sentido, algunos mecanismos que se pueden implementar son disminuir la jornada diaria o bien reducir la semana a solo cuatro días laborales.

Daniela Catalán Ramírez, académica de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad San Sebastián, dice que, si bien preliminarmente se puede considerar como una medida positiva, es necesario abordar los beneficios y también los impactos negativos.

La académica indica que una buena opción para evaluar la efectividad de la medida es conocer experiencia en otros países. Comenta que Microsoft Japón fue la primera multinacional con este tipo de reducción de jornada laboral. "Los resultados reflejaron una mejora notoria en su productividad de un 40% en los 2.300 empleados en los que se aplicó, por otro lado, sus ventas aumentaron un 39% en comparación con el mes anterior. Este es uno de los ejemplos exitosos que ha habido en el mundo".

No obstante, los resultados no siempre son así de auspiciosos. Daniela Catalán se refiere al caso de la empresa estadounidense Treehouse, "una compañía de recursos humanos de tecnología que implementó la jornada de cuatro días y, un año después, se vio obligada a retomar la jornada de cinco días, ya que no pudo enfrentar la competencia".

Reducir la semana laboral a cuatro días tiene positivos impactos en los trabajadores. La académica plantea que la posibilidad de que los colaboradores puedan dedicarle más tiempo a su familia "los haría personas más felices, lo que podría aumentar el cumplimiento de sus objetivos dentro de una organización, al sentirse más comprometidos".

Asimismo, se debe considerar que los llamados millennials valoran mucho más los ambientes de flexibilidad laboral, "lo cual les genera mayor compromiso y productividad".

Por lo tanto, la académica dice que de ser posible alcanzar la armonía entre vida laboral y familiar "ésta sería la clave para lograr mayor rendimiento en la organización".

Pero más allá de los efectos en los trabajadores y sus familias, hay costos para las organizaciones. La académica recalca que una medida de este tipo se debe aplicar de manera gradual, pues hay que considerar posibles impactos negativos. Entre éstos, menciona problemas en la productividad y competitividad, además de reducir el vínculo con la organización y la cultura organizacional.

Asimismo, indica que la reducción de la jornada laboral a cuatro días no es factible aplicarla en todos los rubros de nuestra economía.

Daniela Catalán agrega que en aquellas organizaciones que no pueden adoptar una medida de este tipo, es positivo flexibilizar de alguna manera la jornada con el objetivo de potenciar los vínculos con la empresa y que los trabajadores tengan más tiempo disponible para destinar a su familia e intereses personales.

Ante una iniciativa de este tipo, la duda que surge es si disminuir en un día la semana laboral implica redistribuir las horas o bien rebajarlas.

Daniela Catalán sostiene que eso tendría que legislarse. Ricardo Ávila Quezada, abogado de la Clínica Jurídica de la USS, plantea que una medida de este tipo requiere "una modificación legal, en razón que la jornada ordinaria de trabajo no puede distribuirse en menos de cinco días".

El abogado enfatiza que "no se pueden condensar las 45 horas de la jornada ordinaria de trabajo en cuatro días, pues se excede el máximo de horas diarias permitidas por el Código Laboral. Por lo anterior, habría que disminuir necesariamente las horas de trabajo semanales".

Sobre si esta disminución de horas trabajadas puede implicar una baja de sueldo, indica que es factible, pero se requiere lograr un acuerdo con el colaborador.

En conclusión, aunque la mayoría de las organizaciones esté lejos de una posibilidad como ésta, no se debe descartar a priori considerando los impactos positivos en términos de productividad y compromiso con la organización. "Para los empleados es necesario sentir que son personas dentro de una empresa, que existe preocupación por su salud mental, lo que potenciará su rol dentro de ella, su compromiso y productividad", sentencia Daniela Catalán.