Quienes circulan por Castellón entre Maipú y Freire en Concepción, habrán notado una placa de mármol, instalada por el Instituto de Conmemoración Histórica de Chile en 1974 (estuvo perdida entre 1998 y 2006). Refleja la importancia de una antigua infraestructura que allí existe, y que hasta hace unos años aún era cuidada por el cardiólogo Carlos Martínez Gaensly, quien financió la recuperación de la placa el 2006. Es el "muro de La Merced", en alusión a su pertenencia a la parroquia de dicho nombre. A los mercedarios pertenece también el Colegio San Pedro Nolasco, que este mes cumple 73 años, si bien no fue el primer centro educativo en ese lugar.
¿De cuándo data este muro? ¿Qué cosas testimonió? La placa da parte de la información, pero el trabajo del padre Alfonso Morales, Historia General de la Orden de la Merced en Chile (1535-1831), entrega valiosos antecedentes.
Así, se sabe que el convento, al cual pertenecía el muro, fue levantado entre 1770-1772, cinco años tras la vigencia de la Cédula Real (1765) que obligó a los vecinos de la antigua Concepción, situada en el valle de Penco, a trasladarse al valle de la Mocha a raíz del terremoto y maremoto de 1751.
A los mercedarios se les reservó la manzana entre las actuales calles Tucapel, Maipú, Castellón y Freire, donde levantaron el templo, el convento y una escuela de primeras letras (que funcionó hasta la independencia) y una biblioteca (contaba con 400 volúmenes). Albergó incluso un cementerio, como era costumbre en esos siglos.
Los avatares de las dos guerras (de independencia y la "a muerte", 1819-1824) interrumpieron su trabajo educativo y religioso, agravado porque en 1824 se decretó la secularización de los frailes, es decir, debieron salir de su vida conventual para prestar servicio donde el Estado los enviase. Asimismo, se decretó que los conventos que no contasen con ocho integrantes como mínimo pasaban a manos del fisco: Concepción no contaba con ellos, por lo que su infraestructura se hizo estatal. Así, en 1824 abrió sus puertas el Instituto Literario (base del Liceo de Hombres, hoy Enrique Molina). Asimismo, en este espacio, se creó en 1833 el periódico El Faro del Bío-Bío, pero el terremoto de 1835 echó por tierra lo construido: templo, convento, escuela, imprenta, con lo que acabó el primer informativo penquista. Siete años después, nació El Telégrafo (1842-1843), un par de años después de que el fisco devolviera los bienes a la orden. También ofició de cárcel para los 'revolucionarios' que participaron contra el Gobierno en la Guerra Civil de 1851. Pero tras ello, la labor pastoral y educativa no se detuvo: el periódico El Correo del Sur (1849-1862) evidencia la presencia de una escuela a mediados del siglo XIX.
Otros hitos se identifican ya en el siglo XX: en 1920, la capilla pasa a ser parroquia de Nuestra Señora de La Merced. Lamentablemente, el templo cae en 1939 a raíz del terremoto. No obstante, sobre las bases -de las cuales se conservan sus adoquines- se reconstruye otro edificio religioso, y en 1948 se creó el Colegio Privado San Pedro Nolasco, destinado a la educación primaria, siendo reconocido por el Estado en 1959. En 1976, se inició la Enseñanza Media, que se mantiene hasta hoy. En la década de 1980, en tanto, pasa a ser mixto, a la par de la construcción de las alas de edificios que miran a Tucapel (1987-1988). Una nueva infraestructura se agregó tras el sismo del 2010 anexa a calle Freire. Estos hitos y muchos otros se vivieron tras los muros de La Merced. Por ende, este monumento cuenta con una importante carga histórica, además de ser la única estructura sobreviviente de la Colonia en Concepción, lo que implica que ha soportado estoicamente los sismos de 1835, 1939, 1960 y 2010.
