Clases online impactan en aprendizajes y salud mental
Estar atentos a las señales y evitar sobre exigir a los niños son recomendaciones a las familias en un contexto en que ha faltado apoyo desde las políticas públicas para abordar un problema que tendrá efectos futuros.
Las clases online han significado un esfuerzo para las familias y los profesores, pero sobre todo para los niños y adolescentes que han debido adaptarse a aprender y sociabilizar a través de una pantalla. Los efectos se evidencian no sólo en los aprendizajes, sino también en la salud mental de los escolares. Un problema de tristes consecuencias.
Paulina Spaudo Valenzuela, psicóloga y académica de la Facultad de Psicología de la Universidad San Sebastián, dice que en su opinión hay preocupación por la salud mental de los estudiantes, pero absolutamente insuficiente.
Llama a estar atentos a los cuadros de ansiedad. Como indicadores menciona "que el alumno no se muestra en la clase, por lo general tiene apagada su cámara, plantea como excusa que tiene mala conexión, que se le cayó el sistema. Otro punto es que muchas veces no contesta la lista, para no ser escuchado, sólo escribe en el chat, a veces cuando el profesor lo nombra tampoco contesta, no responde a las preguntas".
La psicóloga indica que, si el estudiante se anima a hablar y está afectado por la ansiedad,
"tartamudea, quiere dar una idea, pero no la puede ordenar, por la misma ansiedad que tiene se empieza a bloquear o se le olvida lo que quiere decir".
Duro contexto
No ha sido fácil para nadie lidiar con la pandemia. "La duración de la cuarentena, el temor a la enfermedad personal o familiar, la frustración en el aprendizaje, el aburrimiento y monotonía de las clases, las dificultades generadas por recursos insuficientes, los problemas económicos derivados de la cuarentena, entre muchos otros factores, generan, en un número significativo, niveles de ansiedad y estrés en los estudiantes, lo que puede afectar su salud mental", dice Roberto Reinoso Bascuñán, académico de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad San Sebastián.
El académico agrega que los docentes "están observando en sus estudiantes, y en ellos mismos, agotamiento mental, falta de ánimo y pesimismo, lo que se expresa en una presencia ausente de la clase online, es decir, estudiantes que figuran conectados, pero que no participan en la clase, no dan opiniones ni responden a preguntas, dejan de cumplir o realizar sus tareas, no prenden sus cámaras o demuestran rápidamente sus frustraciones ante la dificultad de seguir la clase".
En ese escenario, asevera, "los docentes se enfrentan al desafío de conducir un aprendizaje sin disponer de la cercanía ni medición de avance que tienen cuando están frente a frente con su estudiante, cuando pueden observar y sentir el estado de ánimo de cada uno de sus alumnos".
Falta de apoyo
Roberto Reinoso coincide con la psicóloga en que el apoyo para enfrentar la situación ha sido escaso. "Las autoridades se han centrado en resolver, principalmente, el tema de aprendizaje: ¿Qué ajustes a la programación son necesarios para dar continuidad al proceso formativo en tiempo de pandemia?, ¿cómo se logra alcanzar a todos los estudiantes a pesar de los múltiples problemas de conectividad que se han identificado?, etc. Pero, a mi juicio, los problemas de salud mental que están sufriendo estudiantes y docentes, no han sido abordados con la profundidad y amplitud que se requiere", comenta el académico de Educación.
En su opinión, "la autoridad educacional debería avanzar hacia el establecimiento de un plan de reintegración a la presencialidad que considere el fortalecimiento de aquellos factores emocionales y psicológicos que se han visto afectados y que influyen en el aprendizaje y en el desarrollo integral de los individuos, estudiantes y docentes".