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GRAVEDAD EN UN INSTANTE
Tras saber que un paciente que había tratado había dado positivo en coronavirus, Alexandra esperó ocho días para tomarse el PCR y salió negativo. Al día siguiente, estaba trabajando y se sintió mal, así que fue enviada a la casa.
"Tenía mucho dolor de espalda y de cabeza, pensé que era estrés porque esa semana había hecho muchos turnos seguidos y creí que mi cuerpo sólo estaba somatizando, especialmente tras el PCR negativo", confiesa la enfermera.
Volvió a trabajar el día 23 de septiembre en turno de noche y a las 5 de la mañana se comenzó a sentir muy agotada con taquicardia, se tuvo que sentar y cuando intentó ponerse de pie, se desmayó. Cuando la atendieron en Urgencias le volvieron a tomar el PCR y volvió a dar negativo.
Alexandra cuenta que "ese día lo tengo borrado, fue de golpe el desplome". Al día siguiente la examinó su jefe, el doctor Reinaldo Venegas, cardiólogo y quien la envió a tomarse un electrocardiograma que reveló que la joven tenía un derrame pequeño en su corazón y que éste no latía bien. Como su previsión de salud es privada, fue derivada a la Clínica Universitaria donde nuevamente se le realizó un PCR y nuevamente salió negativo.
"Me hicieron un escáner que mostró focos de neumonía, pero yo no tenía secreciones ni ningún síntoma y el equipo médico me decía que todo era muy raro porque la falla estaba en el corazón", sigue relatando la joven.
La misma noche que llegó al centro privado de salud tuvo un paro cardiorespiratorio y fue intubada. En total le habían tomado cuatro PCR y todos salieron negativos, así que cuando la conectaron a ventilación mecánica le realizaron un lavado de secreción bronquial, analizaron la muestra y dicho examen recién salió positivo para covid-19.
Dos semanas permaneció inconsciente Alexandra León y cuando despertó lo hizo en la UCI del Hospital Regional, intubada y sin entender nada. "Yo juraba que seguía en la Clínica Universitaria, estaba súper desorientada, de a poco me fueron entregando información, me dijeron que tenía coronavirus y que cuando estuve en la clínica me agravé más de lo normal y tuve una falla cardiaca fulminante. Me tuvieron que conectar a ECMO, cinco días", cuenta la profesional.
La desorientación le duró varios días, mezclaba la realidad con la imaginación y le costó entender todo lo que había pasado porque incluso su memoria borró los últimos días y ni siquiera recordaba que se había hecho exámenes de PCR. Además, tampoco entendía que tuviera problemas al corazón porque no existían antecedentes familiares y su salud era impecable.
UNA PEQUEÑA VENTANA
Marcela Stuardo, de 39 años, salió positiva de covid el viernes 4 de diciembre y está viviendo su cuarentena en su casa, sola. Es enfermera de la UCI Médica del Hospital Las Higueras de Talcahuano y atiende pacientes covid.
"Cuando desde la dirección del hospital nos llaman para contarnos lo que se venía, nos pusieron en el panorama más extremo y desde ahí surgen muchos temores, personalmente era el contagio y que uno pudiera llevar el virus a la familia. Yo no tengo hijos, pero mis padres son mayores y de alto riesgo. El segundo temor era que como sistema no fuéramos capaces de dar abasto a la población", cuenta la enfermera.
Reconoce que estaba consciente de que como funcionaria de la salud tenía un algo riesgo de contagio, "tratamos de seguir todas las medidas, el hospital en ese sentido actuó bastante a tiempo con los elementos de protección personal. Pero el temor siempre existe".
Por eso en su caso se tomó con mucha tristeza el haberse contagiado. "Llevamos tantos meses de pandemia, tenemos una rutina muy asumida en la forma de trabajo, todo este tiempo he trabajado con pacientes covid, he visto compañeros contagiarse de forma paulatina y la verdad es que es triste no saber en qué momento te contagiaste, no darse cuenta en el momento. Pensaba que a lo mejor me iba a dar cuenta que hice esto mal, que me saqué la mascarilla en tal momento, pero las acciones son las mismas", indica.
En esa misma línea el médico Esteban Canteros recalca que hay cosas que como ser humano se realizan de forma automatizada y eso lleva a errores. "Hay que saber que aunque tomemos todas las medidas de prevención, con todos los elementos de protección personal disponibles el riesgo nunca es cero, baja pero no desaparece. La fatiga mental y física también tienen que ver con esto, no hay duda de que el personal está fatigado y no sólo del turno, sino que se va a su casa y está solo", precisa el internista.
Marcela ha presentado una cefalea intensa, congestión nasal y pérdida de olfato y gusto, agradece no haber tenido una sintomatología más severa.
Alexandra León, en tanto, lleva un mes de alta en su casa y con kinesioterapia. Tras superar el coronavirus quedó con algunas secuelas más graves que otros de sus colegas: perdió cerca de siete kilos y masa muscular, quedó con temblores en sus manos y resultó con una neuropatía del paciente crítico, no puede hacer la dorsoflexión de su pie izquierdo, aunque mantiene la sensibilidad.
"Cuando estuve autovalente me paré y me miré al espejo y vi que estaba en los huesos, perdí todo, parecía un niñito. Al irme de alta fui feliz, no hay como estar en tu casa, tu cama, tu baño. Ahora sólo estoy con un kinesiólogo y fisiatra, para recuperar la fuerza y la masa muscular, además de la movilidad en el pie, aunque puede caminar con dificultad.
Alexandra sentencia "que ya puedo hacer mis actividades básicas como cocinar, ir al super, traer las bolsas, porque al principio ni un kilo de arroz me podía. Ahora ya no me canso, lo más lento es la recuperación del pie que me dijeron sería un proceso de seis meses".
Agradece no haber quedado con una secuela mayor, pese a su gravedad, los médicos le reconocieron que gracias a su buen estado físico logró recuperarse, por eso recalca que "ahora le tomo más el peso y tengo más miedo por la gente que conozco, porque si esto me pasó a mí, le puede pasar a cualquiera, da lo mismo si te cuidas o no. Se han preocupado de los factores de riesgo, pero no sabemos en realidad cómo te puede atacar".
La vida familiar y social que se cerró en marzo
Marcela Stuardo reconoce que es una persona sociable y participativa en distintos grupos, pero cuando llegó la pandemia "yo era un factor de riesgo muy alto que podía transmitir el virus a mis amigos, así que desde marzo que mis salidas son del hospital a la casa, de la casa al hospital y las cosas básicas del supermercado. Dejé de ver a mis papás y al resto de la familia también".
Hace un par de meses, eso sí, volvió a ver a sus padres porque su mamá estaba muy triste y casi con depresión, así que retomó visitas esporádicas para mantener el contacto.
En tanto Esteban Canteros agrega que "el personal de salud tenemos -en su mayoría- el mínimo contacto social, han sido fiel a los principios de respetar las normas, sino qué sentido tiene protegerse si te vas a hacer un asado con la familia. Y ese mínimo contacto social produce un agotamiento mental".
A lo anterior se agrega que algunos funcionarios esconden el hecho de haberse contagiado de covid porque sienten que van a ser discriminados por la población, ya sea como entes contagiantes o porque les reprochan que no se hayan cuidado.
Renán Durán cuenta que regresó a su domicilio en un furgón de la Seremi de Salud, sus vecinos lo vieron y cuando hizo su primera salida "hubo gente que me saludaba de lejitos, cruzaba la calle o algunos ni siquiera eso. La gente ignora muchas cosas de la enfermedad".
Y agrega que salvo con quienes vive, no ha visto a sus sobrinos ni nietos. "Se limita eso, cambiaron todos los hábitos y en la casa todo es aislado, todo se desinfecta con cloro, cada uno tiene su plato y así, como medida preventiva".
Marcela agrega que hasta los espacios de relajo dentro del hospital, como la hora de almuerzo o al momento de tomar un café, cambiaron. "También se pierde ese contacto con tus colegas, todos esos espacios están regulados, todo está con acrílico y eso influye en el ánimo porque tu equipo es tu segunda familia".
Y así como algunos han tenido licencia por contagiarse de covid, no son pocos los que también han debido salir con días libres por salud mental.
El médico Canteros explica que es normal que el desgaste mental y el estrés conlleve a que se cometan pequeños errores involuntarios.