"Quienes apuntan con el dedo a Carabineros gobernaron 24 años y en ese tiempo no hicieron nada en formación"
Mientras se prepara para la elección interna de la UDI, donde competirá por la presidencia, el exsenador por Biobío y Ñuble reflexionó sobre los 98 días que fue secretario de Estado, los episodios de violencia en Arauco y el proceso de acusación constitucional que lo hizo renunciar a inicios de mes.
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Su cargo partió el 28 de julio de 2020, pero no tenía claro cuándo iba a acabar. En este caso, el día llegó el 3 de noviembre, 98 días después de haber asumido y luego de que la Cámara de Diputados aprobara la acusación constitucional en su contra. Ese día concluyó el periodo de Víctor Pérez Varela en el Ministerio del Interior, la tercera persona en ejercer el cargo en los dos años y ocho meses que lleva el actual gobierno.
"Forma parte de los gajes del oficio", dijo el abogado de la Universidad de Concepción que durante 30 años representó a la Región del Biobío en el Congreso, primero como diputado (desde 1990 a 2006) y luego como senador (desde 2006 hasta julio, cuando renunció para ser ministro). Está conforme con lo realizado en la cartera y el capítulo ya está cerrado. El punto final fue el rechazo de la acusación constitucional por parte del Senado el pasado lunes 16.
En el texto, que fue aprobado por la Cámara de Diputados el 8 de noviembre, se cuestionó la actuación del ministro en el paro de camioneros, se le acusó de vulnerar el derecho constitucional de igualdad ante la ley por este mismo tema y de haber infringido la Constitución y las leyes por la actuación de Carabineros.
-¿Está más tranquilo después del resultado del lunes?
-Siempre estuve tranquilo. Manifesté desde el primer momento que la acusación constitucional era absolutamente predecible, porque tenemos una oposición especialmente obstructiva y que iba a utilizar todos los mecanismos para complicarle la vida al gobierno y buscar la manera de interrumpir mi ejercicio. Cualquier observador desapasionado lo captaba fácilmente. Desde el momento en que el Presidente me ofreció el cargo de ministro del Interior sabía que esa era una alternativa. Cuando llegó la acusación constitucional supe que era muy difícil superar eso en la Cámara de Diputados, aunque tenía la más íntima convicción de que no había cometido ningún ilícito constitucional ni legal, como quedó demostrado en el debate y con las votaciones en el Senado.
-¿Con otra persona en el cargo habría pasado lo mismo?
-Creo que cuando hay una oposición obstructiva que no utiliza el parlamento para buscar acuerdos, sino para tratar de causar derrotas y obstáculos al gobierno, era una posibilidad real.
-¿Cómo ayudó que usted renunciara?
-Uno nunca sabe, pero las dos razones que di cuando renuncié fue que el Presidente no podía quedar sin ministro del Interior diez días (que es el plazo que se demoró el Senado en ver la acusación), porque tiene una serie de tareas que son imprescindibles en el trabajo político del gobierno. En segundo lugar, porque renunciando sacaba al gobierno del debate y, por lo tanto, se debían analizar solamente las actuaciones que realicé en los 98 días que estuve en el Ministerio del Interior, y como éstas estuvieron apegadas a la ley y la Constitución, el resultado fue el rechazo.
-Más allá de estar apegado a la ley, ¿cree que fueron buenas decisiones? A veces uno toma decisiones que cumplen con la normativa, pero son cuestionadas desde otras perspectivas.
-Indudablemente que todas las decisiones que toma una autoridad política de por sí son opinables, pero el hecho de tener diferencias políticas, de opinión, no implica necesariamente utilizar el recurso de la acusación constitucional que tiene como propósito destituir. Eso demuestra lo injusto, inadecuado y obstructivo de la medida. Falta ver el debate para darse cuenta que la mayoría de los diputados y particularmente el acusador (Gabriel Ascencio, DC), se refirieron muy poco al mérito de la acusación, sino a posiciones políticas preconcebidas. La ciudadanía va a empezar a darse cuenta de eso y va a ser un búmeran para quienes lo están utilizando tan arbitrariamente.
-¿Cree que fue un error dentro de los argumentos en la acusación constitucional lo del Ministerio de Defensa? Porque se pudo interpretar que se estaba desligando de su responsabilidad...
-Quienes decían eso no leyeron la defensa. Esa fue una expresión objetiva para demostrar la inconsistencia jurídica de la acusación y se quedaron en una acusación política que no tenía sentido. Los que leyeron en profundidad el tema vieron claramente que tenía un punto jurídico importante.
-Da la impresión que en las acusaciones constitucionales los argumentos no tienen impacto en la decisión que se toma...
-Es una discusión más bien política, pero la causal número 3 era que yo no había ejercido mi control jerárquico y eso fue rechazado por el Senado, con el voto de gente de la oposición.
Carabineros
-Algo que se le cuestionó fue el apoyo a Carabineros, entre ello al general Mario Rozas, que renunció el jueves. ¿Cómo recibe esa renuncia y cuál es la lectura que hace de esto?
-El apoyo a Carabineros es por una cosa muy objetiva. Me llama la atención que quienes gobernaron 24 años hoy apuntan con el dedo acusador a Carabineros y durante ese tiempo no hicieron nada en formación, especialización, en transparencia, en mejorar la estructura. Lo único que hicieron fue aumentar de 20 mil a más de 50 mil funcionarios sin mover un ápice en los temas que son fundamentales y que Carabineros requiere para enfrentar los desafíos en materia de orden publico, narcotráfico y la violencia que se ha instalado en nuestro país.
-¿Y qué ha hecho el gobierno?
-Este gobierno ha asumido este tema. Impulsó un acuerdo sobre seguridad, ha impulsado proyectos de ley sobre modernización. No hay duda de que Carabineros debe ser reformado, pero los culpables no son los carabineros, sino quienes durante mucho tiempo no generaron una reforma. La mejor expresión es el caso Huracán, donde no había pruebas, se intentó condenar a personas por delitos inexistentes y el gobierno de la época ni siquiera hizo un sumario.
-¿Por qué las discusiones se entraban en que el gobierno dice que los de la oposición no hicieron nada y los de oposición, que la derecha les puso trabas cuando ellos quisieron avanzar?
-Por primera vez hay proyectos reales, uno que se aprobó, está el proyecto de modernización y el de especialización. Los proyectos de los gobiernos anteriores sólo eran aumentar carabineros. Cuando digo que no se hizo nada es porque objetivamente no existen propuestas en temas fundamentales. Hoy hay proyectos en discusión y esperamos que sean aprobados, porque todos queremos que el país tenga más seguridad con una policía con alto estándar de eficacia, respeto a los derechos de las personas y capacidad para enfrentar a los violentos.
-¿En el caso de Rozas, ¿cree que su renuncia debió haber sido antes? Hace rato que estaban pidiendo que se fuera.
-Lo más fácil es pedir que se vayan los generales. Este gobierno asumió toda la crisis de Carabineros e hizo un cambio de generales, más de 48 en los últimos dos años, pero la solución no es que salgan. La solución es modernizar, reformar, especializar a Carabineros para que sus estándares sean lo más altos posible para una población que pide día a día más seguridad. Pedir la renuncia de los generales es un ejercicio político muy simple y que no resuelve absolutamente nada.
-¿Y qué opina del general Rozas?
-Trabajé con él durante tres meses y me pareció una persona extremadamente bien intencionada, muy dispuesta a llevar adelante la modernización de Carabineros.
-Independiente de la reforma, Carabineros igual puede adoptar ciertos ajustes. También la molestia de sectores de la ciudadanía pasa por la forma en la que se ha trabajado en relación a las protestas que se generaron después de octubre.
-Hay mucha molestia también en la ciudadanía por los violentistas que destruyeron los centros de nuestras ciudades, que saquearon locales y no teníamos a los carabineros con la capacidad y preparación para enfrentar ese nivel inusitado de violencia. Carabineros, a pesar de todas las falencias, ha tomado una serie de medidas, con nuevos protocolos en el uso de la escopeta que incluso fueron aprobados por el INDH, se recogieron todas las propuestas de las organizaciones internacionales de DDHH, pero la violencia también cobra víctimas.
Arauco
-¿Cuál es el balance de estos tres meses que alcanzó a estar como ministro del Interior? Le tocaron momentos complejos, como la muerte del carabinero Naín, del joven Moisés Orellana en Cañete, en una zona que usted representaba antes de llegar al ministerio.
-El país está viviendo una situación extraordinariamente compleja, difícil, en que los problemas políticos no resueltos han generado niveles de violencia inusitada. Yo era representante de Cañete, Tirúa y Contulmo. Hasta 2017 me iba de mi casa de Los Ángeles a Cañete por Purén, Los Sauces, Contulmo, tenía mis actividades, a las 9 de la noche terminaba, comía en el Club Social de Cañete y me volvía manejando solo por la misma vía y no pasaba nada. Hoy esa ruta de día es un peligro y de noche un suicidio, lo que muestra cómo se ha ido degradando por la presencia de grupos violentos. Mi experiencia en estos tres meses es la demostración que la convivencia se ha ido deteriorando y por eso el esfuerzo que tenemos que hacer todos los actores políticos es restablecerla. No significa no superar nuestras discrepancias, sino hacerlo en un marco de tolerancia. El camino es la elección, la democracia y el diálogo.
-¿Cómo se aborda desde el ministerio del Interior? Los contratistas forestales dicen que no conoce a las autoridades y que como las cosas no pasan en Santiago a las autoridades no les interesa. ¿Cómo se puede trabajar el tema? Cada vez que ocurre algo las autoridades condenan la violencia, pero siguen pasando hechos.
-Es que la violencia no es condenada. Se mata al cabo Naín y las declaraciones de amplios sectores políticos fue lamentar el hecho, pero no condenar ni enfrentar a los violentos. No tenemos una condena clara a la violencia y mientras eso no suceda, ninguna política pública va a poder ser efectiva. La voluntad de aislar a los violentistas y llevarlos a los tribunales y que los condenen es un elemento central. Y creo que eso es débil en nuestro país.
-¿Y el Ministerio del Interior puede hacer algo?
-El Ministerio del Interior es un actor en la vida política. Tenemos que hacer todos el esfuerzo para avanzar, pero concordando que el diálogo, la conversación es el mecanismo.
-¿Se arrepiente de haber cambiado el Congreso por el Ministerio del Interior?
-Para nada. Estoy muy agradecido de haber tenido el honor de ser ministro y traté de esforzarme lo más posible.
Víctor Pérez es el tercer ministro del Interior de la actual administración. Es el secretario de Estado que menos ha durado en este cargo desde el regreso de la democracia.