La urgencia de la cohesión social
Paulina Henríquez Rivera, Presidenta (s) Comunidad de Vida Cristiana CVX Biobío-Ñuble,
"Espero un país mejor para ti, para la Rayén, y para mis futuras nietas y nietos que vengan… y para mis vecinos, chiquititos que son". Con esta frase la Sra. Nancy, una mujer mapuche, pobladora de Lo Hermida, en Santiago, no pudo contener su emoción al ser consultada por sus expectativas frente al Plebiscito, en un video que se hizo viral el pasado 25 de octubre. Al verlo agradecí la sencillez y, al mismo tiempo, la complejidad de sus palabras. Su respuesta no fue pensando en sí misma sino en otros.
Con el estallido social comenzó a despertar el deseo dormido del bien común, pero también se develó la poca cohesión social que existe en Chile. Sin cohesión social los países pierden capacidades de desarrollo que se sustentan en la colaboración y el esfuerzo común, y deterioran su sentido de la solidaridad, que permite distribuciones más equitativas de los bienes que se obtienen.
Un informe recientemente publicado del Consejo de Cohesión Social señala que, en nuestro país, algunos vínculos fundamentales se han debilitado significativamente en los últimos 10 años. Por ejemplo, las personas tienen menos amigos, cuentan con menos apoyo en caso de necesidad y un tercio de la población tiene, a lo más, una persona con quien hablar. Desde esta perspectiva, el "distanciamiento social" no pareciera ser algo nuevo en Chile, ni tampoco exclusivo de la emergencia sanitaria por covid-19.
Desde la Red Apostólica Ignaciana, de la cual forma parte la Comunidad de Vida Cristiana CVX, reconocemos que una pandemia más antigua, la del individualismo, ha venido contribuyendo al debilitamiento del tejido social y ha profundizado la soledad y la pobreza en nuestro país. Similar diagnóstico realiza el Papa Francisco en su última encíclica, Fratelli Tutti, donde puntualiza diversas tendencias del mundo actual que obstaculizan la fraternidad universal.
El Papa nos invita a la "fraternidad abierta", a salir de uno mismo hacia el verdadero encuentro, porque "no hay vida cuando pretendemos pertenecer sólo a nosotros mismos y vivir como islas". Sugiere que la fraternidad y la amistad social son vías para generar una mayor cohesión social, para así caminar hacia la construcción de un mundo mejor, más justo y pacífico, con el compromiso de todos y todas en nuestras relaciones cotidianas, en la vida social, en la política y en las instituciones.
Estos son precisamente los desafíos que debemos afrontar como país. Reconocer, valorar y amar a cada persona, no es tarea fácil, pero urge que promovamos entre la sociedad civil el sentido del bien común, el conocimiento del otro y la ayuda mutua. Urge que todos, como la Sra. Nancy, seamos capaces de pensar en los demás. De esta manera, encararemos el futuro con un tejido social fortalecido y construido desde un nosotros.