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Pamela Manríquez Ulloa, jefa de operaciones del Servel en Biobío

"Luego del incendio en nuestra oficina tuvimos que trabajar desde nuestras casas y desde las calles"

Un año muy intenso, que partió con el ataque incendiario a sus instalaciones en noviembre de 2019, siguió con una forzada labor a distancia y continuó con la preparación de las votaciones, es el que ha marcado al Servicio Electoral en Biobío. La vocera del organismo relata cómo ha sido el periodo para sus trabajadores y la forma en que -además- han debido lidiar con las singulares circunstancias de organizar las elecciones en medio de una pandemia.
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guido.rodriguez@diarioelsur.cl

Con 20 años en la institución, la jefa de Operaciones del Servicio Electoral (Servel) en Biobío, Pamela Manríquez Ulloa, es hoy el rostro más visible del trabajo que a nivel local realiza el organismo encargado de la administración, supervigilancia y fiscalización de los procesos electorales.

Hace algunos meses ella asumió la vocería del Servel en Biobío -trabajo que realiza en coordinación con el director regional, Juan Eduardo Toledo- lo que la ha llevado a ser fuente frecuente de consultas de los medios de comunicación, en especial debido a la recargada agenda que comenzó a vivir la institución a partir del proceso de preparación del plebiscito constitucional del 25 de octubre pasado.

Pero los días de verdadera complejidad para los trabajadores y directivos del organismo en la Región partieron exactamente un año antes. En rigor, a partir de la última semana de octubre de 2019, cuando en medio del denominado "estallido social" el edificio de la Caja de Compensación Los Andes -donde funcionaban las oficinas de Servel Biobío- sufrió una sucesión de ataques incendiarios.

El más destructivo de esos episodios para el Servel ocurrió el domingo 3 de noviembre, cuando un ataque incendiario destruyó el piso 11 y 12 de la construcción.

-¿Cómo vivieron ese proceso previo al incendio en sus oficinas?

-Fue bastante difícil. Y se ha cumplido un año muy pesado como Regional, ya que por nuestra ubicación estábamos en el lugar donde empezaban, terminaban o se mantenían las manifestaciones. Y algunos tomaron como edificio emblemático de los ataques el edificio de la Caja de Compensación Los Andes. Nosotros, en un principio, nos vimos afectados indirectamente por los ataques. No se hacían por que nosotros estuviéramos ahí; fue una lamentable casualidad. Pero el incendio que se produjo en nuestras instalaciones yo creo que sí fue intencional. Claro, porque dentro de los destrozos y los ataques que se daban durante el día empezaron a haber saqueos durante las noches, hasta que llegaron a nuestro piso, donde lograron ingresar a pesar de las medidas de resguardo que tomábamos.

-¿Previeron que algo así podía ocurrir una vez que el edificio comenzó a ser el escenario de esos sucesivos ataques?

-Sí, por eso -afortunadamente- previo al incendio (del 3 de noviembre) conversé con el director regional y le dije que si en esa semana no sacábamos la información importante que teníamos, la iban a quemar. Así lo hicimos, contratamos una empresa con la cual nos dedicamos a sacar información, papelería, lo más importante, como documentación de candidaturas de años anteriores, el registro especial de inscripciones y otras de interés.

-¿Y qué se perdió?

-No pudimos sacar nada del mobiliario -sillas, escritorios- perdimos todo lo que quedaba, porque en realidad los saqueos fueron tremendos. Yo subí al piso antes y después del incendio y las condiciones eran lamentables. Pero no sufrimos pérdidas de importancia histórica, que para nosotros era muy relevante. Lo que no se pudo rescatar fueron empastes de oficios y ordinarios que se guardaban desde que comenzó nuevamente a funcionar el Servicio Electoral, en 1987.

EL TELETRABAJO

-¿Y qué vino después, al no contar con un espacio físico donde cumplir sus labores?

-Tuvimos que innovar con el teletrabajo. Afortunadamente, muchos de nosotros ocupábamos notebook, los que antes del primer saqueo los pudimos sacar. Entonces, teníamos la información y luego del incendio de nuestra oficina tuvimos que trabajar desde nuestras casas y desde las calles, para -por ejemplo- digitalizar los aproximadamente mil oficios de respuesta a juzgados. Con ese fin tuvimos que contratar los servicios de fotocopiadoras y escáneres profesionales.

-¿Cuánto tiempo duró ese proceso?

-Desde fines de octubre fueron como tres meses. En enero comenzamos el arriendo en nuestras nuevas dependencias, aunque a esa fecha no teníamos mobiliario. En la administración pública los procesos de compra son bastante lentos, a los que se sumaron las limitaciones generales que implicaron las consecuencias del estallido social en las compras públicas. Pero ya en febrero estábamos completamente instalados con todo lo que se requiere para un adecuado funcionamiento. Pero fueron meses muy complejos, porque no teníamos las instalaciones adecuadas para trabajar. Hay que recordar también que producto del estallido y la convocatoria al plebiscito, hubo entremedio un cierre del registro electoral para preparar el padrón para la elección. Y eso hizo que tuviéramos mucha convocatoria de personas queriendo actualizar su domicilio electoral. Por eso, tuvimos que solicitar el apoyo de las municipalidades para poder atender en sus instalaciones a quienes querían realizar ese trámite y no podían hacerlo a través de la plataforma, que es un trámite bien sencillo teniendo la clave única.

-¿Han reflexionado en relación a que vivieron las dos caras de un periodo que estuvo marcado por hechos de violencia, pero también por el ejercicio cívico que significó el plebiscito constitucional?

-Lo comentamos en algún minuto. Porque el plebiscito partió como una respuesta al estallido social, así que no era ajeno el comentario de que en el marco de lo que nos sucedió -perder la oficina donde el servicio había funcionado desde 1987- se derivó a un proceso que tuvimos que preparar, quizás para que participen algunas de las mismas personas que atacaron el edificio donde estábamos.

Plebiscito constitucional

-Y luego de todo lo vivido en los meses previos, ¿qué significó para ustedes la jornada del plebiscito del 25 de octubre?

-Fue un proceso que marcó la historia del país y también del Servicio Electoral, porque se trataba de nuestro primer plebiscito nacional después de 1988, por lo que para nosotros era sumamente importante que todo saliera perfecto. Obviamente, se agregó el tema de la pandemia, donde -ahí sí- era todo novedad: desde el funcionamiento de los vocales de mesa a la incorporación de estos nuevos funcionarios, que eran los facilitadores. En este último caso, no teníamos forma previa de probar que funcionaran y lo probamos en marcha, el día de la votación, y realmente funcionó. Todos los actores -votantes, delegados de local, jefes de las fuerzas- así lo reconocieron. Así que lo vivimos tranquilamente, porque además habíamos empezado a trabajar de lleno -con el material electoral en nuestras manos- desde agosto. La gran duda era si todo iba a funcionar producto de la pandemia y, además, teníamos que considerar que en el caso de los locales de votación -que se acostumbra que sean recintos educacionales- los municipios tuvieron un desafío adicional, porque habían estado cerrados prácticamente todo el año. Eso los obligó a destinar más tiempo y recursos a su preparación para esa jornada.

-¿Cómo evalúa la colaboración de los municipios para que todo saliera como esperaban en esa jornada, especialmente desde la perspectiva sanitaria?

-La coordinación resultó bastante bien, salvo algunos detalles que se resolvieron antes del proceso. Me tocó reunirme con los alcaldes de la Provincia de Biobío a raíz de una solicitud de la Gobernación y todos estaban bien dispuestos a colaborar, sobre todo en materia sanitaria. Recordemos que siempre es el alcalde quien tiene la obligación legal de preparar los locales de votación, pero en esta oportunidad además se le agregaba el tema sanitario, que incluía una sanitización de los locales y una preparación más acuciosa.

-¿Y qué impresión le dejó el comportamiento de la ciudadanía en el proceso? La votación fue precedida de algunas jornadas con hechos de violencia y había cierta incertidumbre en relación al grado de participación debido a la pandemia.

-Para cualquier tipo de elección y sobre todo ésta, que sabíamos que iba a generar una concurrencia más alta que en las últimas elecciones, por eso siempre se prepara el material para el 100% de los votantes. Si una mesa tiene el padrón con 450 votantes, nosotros enviamos 450 cédulas para esa mesa, de tal forma que nunca ocurra que llegara a faltar una papeleta para el voto de un sufragante.

-¿Qué le pareció el ambiente de la jornada electoral, de acuerdo a lo que vio en terreno?

-En los locales que me tocó visitar vi que todos estaban trabajando con un ánimo bastante cordial y tranquilo. No fue una jornada con tanto alboroto como en algunas ocasiones ocurre. Estaban todos muy dispuestos a hacer cada uno su labor y los votantes se presentaron con una disposición distinta: con mucha tranquilidad y sin hacer muchos reclamos. Eso, pese a que tuvieron que hacer una fila fuera del local y, posterior a ello, se les iba haciendo pasar paulatinamente. Y en su mesa también eventualmente tuvieron que hacer una pequeña fila. En las primeras horas siempre la situación es tensa, por el hecho de tener que realizar la instalación del 100% de las mesas, algo que siempre cuesta. Pero esta vez antes de las 10 de la mañana eso se había logrado en la Región. Aquello nos dio la tranquilidad muy temprano, porque detrás de una mesa que no se instala hay 350 o 400 personas que no podrían votar.

La intensa agenda electoral

A nivel regional son 16 los funcionarios de planta que se desempeñan en Servel Biobío. Además, para la preparación y desarrollo de las elecciones se contratan a 40 personas a honorarios, que contribuyen a la entrega del material electoral destinado a cada mesa. A raíz de la pandemia, se dividieron en dos grupos de 20 personas, que se turnaban por semanas, para evitar que ante un eventual contagio en alguno de los grupos se tuviera que realizar una cuarentena de la totalidad de los trabajadores.

-¿Cómo se preparan para las elecciones primarias del próximo domingo 29, que es el desafío más próximo?

-Estamos trabajando en similares condiciones. La diferencia es que las elecciones primarias permiten que los padrones de mesa se conformen de una manera distinta. Tenemos menos cantidad de mesas y menos locales de votación, porque la participación también es más baja en este tipo de elecciones, a pesar de que si comparamos el padrón del plebiscito con el de primarias en la Región la diferencia es de menos de 31 mil personas. En cuanto a mesas, en el plebiscito tuvimos 4.087 mesas y en las primarias, 1.449. Es bastante menor la cantidad y en materia de locales para el plebiscito fueron 260 y ahora serán 209. Se mantendrá la función de los facilitadores en los locales, porque seguimos en pandemia y además fue una figura que funcionó bastante bien para mejorar la agilidad de la votación. Personalmente, cuando fui a votar me encontré con una fila larga, pero que avanzaba muy rápido. Y eso fue gracias a la coordinación que tenían los facilitadores que estaban en los accesos a los locales y aquellos que se encontraban distribuidos cada cinco mesas en el interior. Ahora habrá menos facilitadores -uno cada 10 mesas- porque la concurrencia va a ser menor.

"El Servel ha sido reconocido siempre por su transparencia"

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En sus dos décadas de trayectoria laboral, la administradora de empresas Pamela Manríquez se ha desempeñado en prácticamente todas las áreas del Servel. Luego de ingresar a Operaciones, en un periodo en que existían las juntas inscriptoras, el voto obligatorio y la inscripción voluntaria, pasó a la Unidad de Finanzas y Atención de Público.

Además, en el 2008 participó en el proceso de instalación de la Dirección Regional de Arica y Parinacota, tras la puesta en marcha de esa nueva región, y ocupó el cargo de directora regional subrogante.

También sumó un periodo en la División de Desarrollo de Personas de la Dirección Nacional y luego -desde 2012- regresó a Biobío, donde junto con estar a cargo de las operaciones realiza la subrogancia del director regional.

-¿A qué atribuye el reconocimiento de la ciudadanía a la labor del Servel? Es llamativo en un periodo donde prima el descrédito hacia las instituciones.

-La memoria es sumamente frágil, pero siempre el Servicio Electoral ha sido reconocido en nuestro continente debido a su funcionamiento: la transparencia, rapidez de los resultados provisorios y que éstos no varían en gran porcentaje con los que define el tribunal que califica una elección. Pero eso no siempre se reconoce e incluso hasta cercanos a veces me dicen: "Pero ustedes trabajan cada cuatro años". Y no es así, porque el servicio está permanente trabajando para mantener un registro electoral actualizado, atender público, ver la inscripción en partidos políticos, entre otras múltiples funciones.