El impacto de la diabetes en la población
El 14 de noviembre ha sido instaurado como el Día Mundial de la Diabetes, para formar concienciar sobre la enfermedad que está en constante aumento en el mundo y, especialmente, en Chile. Según el Ministerio de Salud, 1,5 millones de chilenos padecen esta enfermedad que afecta los niveles de glucosa y de insulina en la sangre, aunque su impacto podría ser mayor ya que muchos no han sido diagnosticados porque aún no presentan síntomas. De acuerdo al Informe Epidemiológico del Ministerio de Salud de julio último, el 20,1% de los hospitalizados a causa del covid-19 correspondían a diabéticos.
La obesidad y el sedentarismo tienen un impacto alto en esa enfermedad. Chile tiene una de las tasas de prevalencia de diabetes y obesidad más altas del continente y junto con la hipertensión se han convertido en patologías causantes de enfermedades invalidantes, que pueden llevar a la muerte. La obesidad y el sobrepeso, especialmente en los niños, debido a la alimentación poco sana y la falta de actividad física, han conducido a un fuerte aumento de los índices de diabetes y el riesgo de la enfermedad es cada vez más precoz, cuestión que este año podría agravarse por la mayor inactividad física, como consecuencia de la pandemia de coronavirus.
La Organización Mundial de la Salud afirma que el número de personas con diabetes en América se triplicó desde 1980 hasta 2017, y se ubicó como la cuarta causa de muerte, después del infarto, el accidente cerebrovascular y consecuencias de las demencias. Una de cada doce personas -62 millones- viven con diabetes en América del Norte, Centro y Sur y si no se toman medidas, se estima que casi 110 millones de personas la padecerán el 2040, por lo que la OMS plantea la urgencia de intensificar los esfuerzos para prevenir y controlarla, con políticas que faciliten un estilo de vida saludable y que los sistemas de salud sean capaces de diagnosticar, tratar y cuidar a los pacientes para revertir la tendencia actual.
En los últimos siete años, el ingreso de pacientes diabéticos a los programas cardiovasculares en Chile creció 57%, lo que se traduce en que cada año entra un promedio de 10 mil personas. En la Región del Biobío, había el año pasado 267.754 personas en control por hipertensión y 126.526 por diabetes. Ésta es una enfermedad crónica y progresiva, y una causa importante de ceguera, insuficiencia renal, amputación de miembros inferiores y otras consecuencias a largo plazo que impactan de manera significativa en la calidad de vida y elevan el riesgo de muerte prematura. La atención a la diabetes y sus complicaciones representa un costo elevado para las familias y los sistemas de salud. Es interesante mencionar que el 78% de las personas con diabetes conoce su diagnóstico, pero solo el 34% de ellas la tiene controlada. La mala nutrición ocupa un lugar protagónico al evaluar el estilo de vida que llevan los chilenos, siendo uno de los factores de riesgo que potencia el desarrollo de esta enfermedad.
Los expertos señalan que la mejor forma de prevenirla es que la población siga una alimentación saludable, evitando sobre todo los alimentos ultraprocesados -altos en calorías y pobres en nutrientes- y las bebidas azucaradas, a la vez que realicen actividad física en forma regular para mantener un peso saludable.
Si bien leyes como el etiquetado de los alimentos ayudarán a reducir los problemas de obesidad y con ello las patologías de diabetes e hipertensión, todo dependerá de que haya verdaderamente cambios en los hábitos de alimentación de las familias, por ejemplo, desterrando el consumo de comida chatarra -sobre todo en los niños- y realizando más actividad física. Como hay una estrecha relación con las enfermedades cerebro o cardiovasculares, tiene importancia la atención oportuna de las causas de estas patologías, como es el caso de la obesidad, la diabetes, la adicción al cigarrillo y al alcohol, entre otras.
La obesidad y el sedentarismo tienen un impacto alto en esa enfermedad. Chile tiene una de las tasas de prevalencia de diabetes y obesidad más altas del continente y junto con la hipertensión se han convertido en patologías causantes de enfermedades invalidantes, que pueden llevar a la muerte.