Reactivación y conectividad digital
Es un hecho que la emergencia sanitaria vinculada con la propagación del coronavirus covid-19 ha reflejado con singular intensidad la relevancia que tiene la conectividad digital en la vida diaria. Desde el teletrabajo, a las clases en la modalidad remota, la medicina a distancia, el comercio electrónico y hasta las múltiples opciones de entretención a través de Internet pasan, necesariamente, por una buena conexión a la red y sus plataformas.
En ese contexto, un reciente informe del Foro Económico Mundial junto a la firma de consultoría estratégica estadounidense Boston Consulting Group (BCG) pone el foco precisamente en la importancia de contar con una adecuada infraestructura que facilite el acceso continuo a la red en periodos de emergencia, pues esto asegura la continuidad de esas actividades que ayudan a mitigar los impactos en la economía y bienestar general.
De acuerdo al análisis, la pandemia ha puesto de manifiesto las fuertes brechas que persisten en el acceso digital, ya que cuando servicios esenciales como la salud, educación, finanzas o simplemente poder continuar con la actividad profesional dependen de la conectividad, las inequidades se exacerban. Esto se expresa en las divisiones existentes entre aquellos que tienen buen acceso a conectividad tanto fija como móvil de alta velocidad, y quienes no cuentan con esa posibilidad por factores como la ubicación de sus viviendas, poder adquisitivo o simplemente falta de las habilidades y conocimientos básicos para conectarse.
Esto se expresa incluso entre los usuarios de la banda ancha fija, muchos de los cuales no obtienen las velocidades suficientes para un acceso adecuado a sus actividades, lo que es especialmente grave cuando esto obedece a la mala operación de las empresas. Por eso es tan importante avanzar en las normativas que regulan y fiscalizan las velocidades y calidad de la conexión a la web, de manera que las firmas cumplan efectivamente con lo que ofrecen en sus contratos.
Indudablemente, estos problemas se extienden a las empresas, que han enfrentado dificultades similares durante la crisis, en particular las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes), que obviamente suelen ir a la zaga de las grandes corporaciones en estas materias y, por consiguiente, son las organizaciones más vulnerables a los cierres y pérdida de empleos.
Por ello, es tan importante ayudar a las mipymes que se sumen con urgencia a los nuevos entornos digitales, especialmente porque la denominada "nueva normalidad", viene asociada necesariamente a una economía de "bajo o nulo contacto", donde las transacciones digitales adquieren un valor como nunca antes habían tenido.
Según recomienda el Foro Económico Mundial, la conectividad digital debería convertirse en la máxima prioridad y regiones como Biobío deberían contar con grupos de trabajo directamente enfocados en esta materia, con preocupación especial por la infraestructura terrestre y no terrestre, con opciones adicionales para acceder a servicios fijos de alta calidad, así como banda ancha inalámbrica e incluso alternativas satelitales a un costo más accesible en los sectores apartados.
En la elaboración de estas estrategias deben estar presentes las firmas de telecomunicaciones, las grandes empresas, las pymes, organizaciones gubernamentales y de la sociedad civil, de manera de asegurar un avance en al menos tres áreas claves: crecimiento de la cobertura, financiamiento y mejoramiento de las tecnologías.
En cada uno de estos aspectos, sin duda, hay mucho que desarrollar para contar con una mejor inclusión digital, con un trabajo público-privado que ayude a acelerar la reactivación de nuestras regiones y, conjuntamente, contribuya a hacer frente a una de las inequidades más relevantes con miras al futuro: la del acceso y adecuada conectividad a internet como clave para la generación de ingresos de las empresas y el mejoramiento de la calidad de vida de todos los habitantes de la Región y el país.
La pandemia ha puesto de manifiesto las fuertes brechas que persisten en el acceso digital, ya que cuando servicios esenciales como la salud, educación, finanzas o simplemente poder continuar con la actividad profesional dependen de la conectividad, las inequidades se exacerban.