Otra vez las inundaciones
Impactaron a nivel regional e incluso nacional las voladuras de techos, caídas de árboles y derrumbe de cerros registrados la semana pasada en el sur de Chile y, particular, en el Gran Concepción. Aunque sobre todo las inundaciones de Ramón Carrasco y Tucapel Bajo en la capital penquista, como también la de Parque Central en Hualpén, que se han repetido ayer.
Es comprensible la inquietud de los vecinos que critican a los organismos públicos, porque no se trata de una situación nueva ni ocasional. La temprana instalación de motobombas y sacos de arena en los puntos críticos fue la respuesta parche a una situación de riesgo que se arrastra por décadas y que cada año es previsible viendo el pronóstico del tiempo. No hay que olvidar que el Plan de Obras Públicas para el Gran Concepción, fechado en diciembre de 2006, ya reconocía que un gran porcentaje de los sistemas colectores no poseía capacidad suficiente para captar las lluvias de la zona, situación que, según el documento, se tornaría más crítica a futuro.
Los últimos aguaceros y temporales han confirmado la urgencia de implementar el nuevo plan de mitigación de aguas lluvia de la intercomuna. Un plan que el seremi de Obras Públicas dio a conocer en enero y que involucra una inversión de 45.900 millones para materializar los canales Ifarle, Egaña, Gaete y de Lomas de San Andrés.
La canalización del Ifarle es uno de los puntos pendientes de mayor relevancia. Este estero, que históricamente estaba llamado a cumplir un rol clave en la evacuación de aguas lluvia de Concepción, Hualpén y Talcahuano, desembocando en el Pacífico, tiene varios cuellos de botella que vienen causando anegamientos hace cerca de 30 años.
Sus atraviesos en Avenida Jorge Alessandri y la Autopista Concepción-Talcahuano son demasiado estrechos para soportar precipitaciones como las de la semana pasada, las de ayer, las de 2019 y 2017. De hecho, en el invierno de ese último año se inundaron 47 viviendas en Parque Central y luego 125 residentes presentaron una demanda contra el MOP y el Servicio de Vivienda y Urbanismo por no concretar el plan maestro de aguas lluvias.
Se valora que hoy ya haya proyectos en etapa de ingeniería de detalle y se entiende que las soluciones no pueden concretarse en un par de meses. Sin embargo, lo ocurrido el jueves pone de relieve la importancia de asegurar los recursos y evitar que esta contingencia pase a segundo plano cuando el otoño y el invierno sean solo un mal recuerdo.
La coyuntura mundial del covid-19 nos había hecho olvidar, en parte, este tipo de problemas de base que nos acompañan desde el siglo pasado. Ciertamente, la crisis social y sanitaria repercutirá en las partidas de presupuestos que el Ejecutivo maneje para 2021. Por ello, es clave no olvidar el drama de quienes hoy, en medio del confinamiento propio de la pandemia, además resultan damnificados por el agua.
En los últimos años, Concepción ha figurado en diversos ranking de urbanismo como una de las mejores ciudades para vivir en Chile. No obstante, uno de sus principales déficit es no asumir su carácter fluvial, dándole la espalda a sus afluentes, cuerpos de agua y humedales, tal como por años se ha hecho con el río Biobío. Sus comunas vecinas, como Hualpén y Talcahuano, por desgracia han seguido el mismo derrotero.
Esa mirada debe cambiar. La segunda urbe en importancia en el país debe asumir que un desarrollo sustentable en lo ambiental, lo social y lo económico pasa por integrar sus canales a la vida citadina, ponerlos en valor haciendo las inversiones necesarias para que sus crecidas no amenacen a los vecinos y para que su biodiversidad sea una plusvalía para todos. La fuerte lluvia de ayer ha significado que de nuevo se inunden sectores como Ramón Carrasco, Collao, acceso a Valle Nonguén, Edmundo Larenas, y las avenidas de Chiguayante, entre otras. Es tiempo de romper esa inercia, dejar de esquivar el charco y hacer lo necesario para que la lluvia sea una oportunidad y no una debilidad.
Ciertamente, la crisis social y sanitaria repercutirá en las partidas de presupuestos que el Ejecutivo maneje para 2021. Por ello, es clave no olvidar el drama de quienes hoy, en medio del confinamiento propio de la pandemia, además resultan damnificados por el agua.