Preocupación por el trabajo infantil
Vivir la infancia es el derecho prioritario de los niños, proclamado por los organismos internacionales. Sin embargo, para una parte de la población infantil, esos derechos se ven coartados, cuando tienen que ingresar a temprana edad al mercado laboral. Se estima que 168 millones de menores en todo el mundo y 12,5 millones en Latinoamérica, han abandonado su infancia y sus estudios para ingresar al mercado laboral y tener recursos para sostener a sus familias.
De ahí que en el año 2002 la Organización Internacional del Trabajo (OIT) declaró el 12 de junio como el Día Mundial Contra el Trabajo Infantil, con el fin de que los gobierno, las instituciones y personas en general reflexionen acerca de este tema y adopten las medidas necesarias para proteger a la infancia.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Actividades de Niños, Niñas y Adolescentes, en Chile hay 229 mil niños, niñas y adolescentes que trabajan, incluso en labores prohibidas y riesgosas. En el caso de nuestra Región del Biobío, los estudios que ha realizado el Comité Regional por la Erradicación del Trabajo Infantil indican que lo hacen especialmente en actividades agrícolas, como temporeros, plantaciones y cosechas. También se ha diagnosticado que hay niños dedicados al cuidado de animales.
En Concepción, es posible ver a menores haciendo faenas ocasionales en las ferias libres, en el comercio ambulante, limpiando y cuidando vehículos, recolectando cartones o ejerciendo como malabaristas en las esquinas. Sin embargo se carece de cifras actualizadas acerca del trabajo infantil en la región, porque como esos menores lo hacen en una situación de informalidad, van rotando de una a otra función.
La mayoría de ellos ingresó al mundo laboral entre los 13 y los 15 años, pero detrás de esas cifras hay un problema oculto, que es el que genera las situaciones más dramáticas, porque en casos extremos se encuentra la explotación y el comercio sexual. Basta recorrer las calles céntricas de las principales ciudades en las noches para darse cuenta de esa realidad.
El trabajo infantil es un fenómeno complejo cuya responsabilidad no sólo recae en las familias, sino que también revela que el sistema social, político, económico y cultural han contribuido a generar los contextos de precariedad y riesgo para un porcentaje importante de la población. En Chile, los organismos oficiales aceptan el empleo infantil entre los 15 y 18 años cuando son autorizados ante notario por sus padres, con una remuneración legal, en jornada diurna y desarrollando labores livianas. Pero hay que considerar que en ocasiones son los propios padres los que incentivan a los menores a concurrir a ayudarles en faenas pesadas o no aptas para niños.
La pregunta es por qué los niños no van a clases y deben optar por salir a trabajar. Muchas veces, por un padre ausente, una madre enferma, falta de recursos y otros elementos que están presentes en estas dramáticas realidades. Pero no hay condiciones aceptables para que un menor realice trabajos permanentes y excluyentes, incluso sólo apropiados para adultos. Lo inaceptable es que deban hacerlo porque la sociedad no brinda las oportunidades necesarias a sus progenitores para contar con el mínimo sustento.
El trabajo que muchos jóvenes realizan en forma ocasional, que no interfiere con sus obligaciones escolares o que se realiza en vacaciones, es una cosa. Otra muy distinta es lo que la realidad brutal de la infancia nos muestra: el abandono de los estudios, asumir responsabilidades que alejarán su infancia y, en casos extremos, pasar a formar parte de redes de explotación sexual.
Porque al dejar los estudios se repite el círculo de la pobreza. El niño no se educará, no tendrá preparación, por lo tanto carecerá de un buen empleo y así seguirá marcado por la pobreza.
El trabajo infantil es un fenómeno complejo cuya responsabilidad no sólo recae en las familias, sino que también revela que el sistema social, político, económico y cultural han contribuido a generar los contextos de precariedad y riesgo para un porcentaje importante de la población.