El asesinato de los tres Carabineros de Chile durante la madrugada del 27 de abril conmocionó a todo un país, y especialmente, a quienes todos los días trabajamos con Carabineros por la seguridad de la zona y vivimos en la Región del Biobío. Este episodio viene a remecer, además, los resultados que hasta el momento se demostraban en la provincia de Arauco, donde los delitos asociados a violencia rural y específicamente, al crimen organizado exhibían un franco descenso. De esta manera, los atentados incendiarios y bloqueos de ruta entre 2022 y 2023 mostraban una disminución superior al 60%, mientras que los detenidos por robo de madera aumentaron un 40% y la investigación de este ilícito se incrementó un 78%, así como la incautación de maquinaria asociada al robo de madera aumentó un 71% junto con el descenso de un 51% en la sustracción de vehículos.

Sin embargo, estas cifras y todo el trabajo coordinado entre las distintas entidades del Estado para la disminución de delitos y la mejor persecución de delincuentes parecen diluirse ante un crimen tan horrendo como el que sufrieron Carlos Cisternas, Misael Vidal y Sergio Arévalo. Ante el dolor, la angustia y el miedo, solo puede haber una respuesta y debe ser enfática e inmediata, hacer justicia y multiplicar los esfuerzos que se estaban haciendo en la zona.

En este sentido, tanto las policías como el Ministerio Público están llevando adelante una investigación profunda y encarnizada para llegar a detener a los culpables, una investigación que no deja espacio al descanso. Porque ante un delito de estas características lo que no se puede permitir es la impunidad. Adicionalmente, el gobierno con las Fuerzas Armadas y las policías hemos reforzado la estrategia de persecución a las bandas de crimen organizado. Esta estrategia, instaurada desde el inicio del Estado de Excepción Constitucional ha generado resultados concretos en la desarticulación de orgánicas radicales y bandas dedicadas a diversos delitos violentos, pero claramente no ha sido suficiente si tenemos bandas que no temen actuar contra carabineros y con ese nivel de violencia.

Como primera medida es necesario encontrar a los criminales que perpetuaron este horrible crimen y es necesario hacerlo porque los delincuentes deben entender que vivimos en un país donde estas acciones no van a ser toleradas y la justicia caerá sobre ellos con toda su fuerza. También es necesario revisar las estrategias de combate contra el crimen organizado, la cantidad de contingentes, las brechas tecnológicas que aún existan y cerrarlas. Recordemos que en 2022 cuando llegamos al gobierno Carabineros en la zona no tenían vehículos blindados, que ahora tienen, no tenían armas adecuadas, que ahora tienen, no tenían el apoyo y la coordinación con las FFAA, que ahora sí tienen. Pero, hay que seguir avanzando hasta que no quede ninguna brecha que les impida o dificulte hacer el trabajo de entregar seguridad.

De esta manera, con el reforzamiento del contingente policial y militar en la zona, la entrega de mayores recursos para su operación y la puesta a disposición de las mejores herramientas con las que cuenta el Estado para profundizar las investigaciones se espera reforzar la senda que hemos transitado para la desarticulación de estos grupos delictuales que han sembrado el terror en la provincia de Arauco en la última semana. Y si hay un mensaje claro que hay que dar es que no vamos a permitir que exista espacio para la impunidad en nuestra sociedad.

Ha sido muy interesante la discusión sobre la revalorización de la actividad industrial, rol de las empresas para la generación de prosperidad, futuro y sostén de grandes territorios fuera de Santiago, todo lo que vimos las últimas semanas sobre el casi impensado cierre de Huachipato.

Se habló de la pérdida de 22 mil empleos directos e indirectos, de la destrucción de cientos de pymes y de la desaparición de valiosos encadenamientos productivos. Pero por, sobre todo, de cómo las regiones se empobrecen cuando pierden grandes industrias productivas y estratégicas. El Biobío, Gobierno Regional, sus comunas, alcaldes y parlamentarios de todos los colores políticos pelearon a todo nivel la protección y resguardo de una industria fuertemente arraigada en la zona y que les ha brindado trabajo y futuro a miles de familias. Buenas noticias para nosotros los habitantes de esta zona.

El Gobierno comprendió bien lo que se estaba jugando y observó con atención como de manera unánime la región se unió con los trabajadores de Huachipato y solidarizó en las calles con su futuro. Todo ello pesó -junto con la variable técnica- en la decisión tomada por la Comisión Antidistorciones para aplicar salvaguardas frente al acero chino.

Ese correcto análisis del Ejecutivo sobre la centralidad de la actividad productiva industrial regional, intensiva en mano de obra y que arrastra muchas actividades económicas conexas, lamentablemente no se está produciendo en el proyecto de nueva Ley de Pesca que ha ingresado en el Congreso.

Hemos señalado que se trata de un proyecto de carácter refundacional y que hace saltar al vacío a una actividad productiva sólida, próspera, sostenible, que genera crecimiento, empleo y encadenamientos económicos virtuosos fuera de Santiago y más aún en comunas costeras. El proyecto se basa en un correcto punto de partida que todos compartimos: es necesario mejorar las condiciones y problemáticas de la pesca artesanal, pero eso no se logra destruyendo y desestabilizando a la pesca industrial. Los problemas del sector artesanal a lo largo de Chile no tienen que ver y no han sido causados por la pesca industrial.

El proyecto del Ejecutivo tuvo otra expresión la semana recién pasada y tuvo como protagonista a los parlamentarios oficialistas. Sesionó en nuestra zona la Comisión de Pesca con el objeto de "conocer y empaparse de las distintas realidades del país pesquero. Bueno, no llegó ningún parlamentario de fuera del Biobío. Ni siquiera el presidente de la instancia, el diputado frenteamplista Jorge Brito.

Frente a modificaciones refundacionales, lo primero que esperaríamos es el compromiso real del parlamento por visitar la capital pesquera de Chile. El desconocimiento en materia pesquera, en el pasado, le hizo un daño muy grave a la Región del Biobío cuando fue aprobada la Ley de la Jibia: se perdieron casi 2 mil empleos, se pararon 5 barcos industriales y se cerraron dos plantas de proceso, basados en las mismas ideas que hoy vuelve a empujar el Gobierno y sus parlamentarios.

Quiero valorar y reconocer el compromiso de los parlamentarios regionales por velar por el desarrollo de la zona y que han planteado que es muy necesario que la discusión se dé con tiempos razonables para una adecuada tramitación, considerando la complejidad y alcances que tiene el sector pesquero en su conjunto en el Biobío. Como sector productivo fundamental para la economía regional y pieza insustituible de la seguridad alimentaria nacional solo pedimos reglas claras, certezas jurídicas y estabilidad para poder mantener y proyectar la actividad pesquera en beneficio del país en su conjunto.

La tarde del 27 de abril de 1924 se inauguraba el primer curso de medicina de la Universidad de Concepción, cinco años después de la fundación de la casa de estudios, transformándose así en la primera Facultad de Medicina regional del país y la segunda en todo Chile.

100 años de historia, de perseverancia y también de sueños como el del visionario Dr. Virginio Gómez G., principal impulsor de la creación de la Facultad de Medicina y de un hospital clínico para la ciudad de Concepción, para atender las necesidades de una población azotada por la pobreza y agravada por la situación sanitaria de la época.

Hoy, la Facultad de Medicina de la U. de Concepción recibe a más de 400 estudiantes cada año, con los más altos puntajes de ingreso, futuros profesionales de la Fonoaudiología, Kinesiología, Medicina, Obstetricia y Puericultura y Tecnología Médica y es líder en la formación de postgrado y postítulo en salud con 31 programas de especialidad médica y matronería, además de un doctorado en salud mental, único en su tipo en Latinoamérica y 3 magister en Salud Sexual y Reproductiva, Kinesiología y Rehabilitación y Educación Médica para Ciencias de la Salud. Se suman 17 programas de diplomado y 80 diplomas, formación que imparte y apoyan más de 750 funcionarios y funcionarias entre cuerpo académico y personal profesional, administrativo, laborante y auxiliar.

De un pequeño hospital en sus inicios, el San Juan de Dios, hoy la Facultad de Medicina cuenta con 7 campos clínicos hospitalarios y más de 50 en Atención Primaria en las regiones de Biobío y Ñuble, donde estudiantes, docentes, funcionarios asistenciales y principalmente pacientes, acompañan y forman parte de la transformación de estudiante a profesional.

Estos 100 años, sin duda, nos plantean importantes desafíos tanto en la formación universitaria como en el impacto que queremos lograr en la comunidad a través de la investigación y la vinculación con el medio que desde el origen marcó nuestro quehacer. Desde la formación nos proponemos humanizar este proceso en nuestras carreras de pregrado y programas de especialidad, haciendo énfasis en la ética del cuidado y respeto a la autonomía del paciente; mantener la excelencia en la formación abordando y haciendo uso de nuevos recursos para el mejor ejercicio de la disciplina, como la salud digital, la robótica, la inclusión y la innovación, entre otros; ampliar las áreas de especialidad y subespecialidad, creando nuevos programas que abarquen nuevos desafíos sanitarios como la infertilidad y la oncología; potenciar la investigación multidisciplinaria centrada en el beneficio de la población y con los resguardos éticos necesarios, desde investigación en estilos de vida saludable, generación de activos en salud, hasta medicina traslacional y ensayos clínicos. Todo desde la generación de un Centro de Investigación en Cáncer y el desarrollo de un nuevo doctorado en Ciencias de la Salud, entre otros proyectos.

¿Cómo podemos enfrentar los próximos 100 años y estos desafíos? Como Facultad de Medicina hemos construido de manera participativa un Plan Estratégico que nos muestra fortalezas y oportunidades de crecimiento para lograr la visión en la que hemos priorizado el bienestar de la comunidad y ser una comunidad universitaria, destacada por su contribución a la sociedad a través de la formación de profesionales, especialistas y postgraduados de excelencia en ciencias de la salud, como también mediante la generación, difusión y transferencia del conocimiento para abordar los desafíos sanitarios del presente y del futuro. Una facultad con historia de logros, perteneciente a las 20 facultades de medicina más importantes de Latinoamérica.