"Cazadores" de famosos: Una exposición en Viena retrata a los paparazzi más allá de su mala fama
Muestra con 120 instantáneas entre 1950 y 2000 muestra célebres capturas de estrellas del cine y de la música, con especial acento en Lady Di y Britney Spears.
Difamados, incomprendidos, alguna vez admirados: los paparazzi y su persecución de los ricos y famosos protagonizan una exposición en la galería Westlicht de Viena sobre una profesión llena de luces y sombras.
Con unas 120 instantáneas tomadas entre los años 1950 y principios de los 2000, la muestra, titulada "Paparazzi!", presenta hasta el 11 de febrero un recorrido por las fotografías robadas más célebres de estrellas del cine y de la música, con especial acento en los casos de Lady Di y Britney Spears.
"Se podría decir que, mientras que durante los años 1980 y 1990, probablemente Diana, Princesa de Gales, fue la mujer más fotografiada del planeta, a finales de los 1990 y en los 2000 lo fue Britney Spears", asegura a Efe el comisario de la exhibición, Fabian Knierim.
Según el comisario, los paparazi y las celebridades se necesitan mutuamente; los fotógrafos se benefician de la fama de sus "víctimas" pero también contribuyen a aumentarla.
Profesión del paparazzi
"Existe una analogía entre fotografiar y cazar, por supuesto", afirma Knierim frente a una instantánea de 1958 de uno de los primeros paparazzi, el italiano Tazio Secchiaroli.
Tras retratar a turistas pasó a ser el modelo para el fotógrafo sensacionalista Paparazzo en el clásico de Federico Fellini "La Dolce Vita" (1960), y así se convirtió en el epónimo de su profesión.
En efecto, el gremio del paparazzi ha tenido, desde sus inicios, una constante necesidad de conseguir captar lo que las celebridades en ocasiones no quieren mostrar al público. Lo que más cotiza es aquello que no se quiere revelar.
"Lo que todos los paparazzi al final quieren es que la gente famosa deje caer sus defensas, su máscara, para mostrar lo que nosotros percibiríamos como un cierto tipo de verdad", sostiene Knierim.
Esto, algunos de ellos, lo consiguen poniendo a la celebridad al límite, acribillándola a flashes de cámara a pocos centímetros de la cara para forzarla a enfrentarse directamente y revelar su verdadera personalidad.
La exposición se centra en las décadas de 1960 y 1970, cuando fotógrafos como Galella, Geppetti, Secchiaroli o Elio Sorci definieron el oficio y capturaron con sus cámaras a Brigitte Bardot, Marlon Brando, Romy Schneider, Richard Burton o Jackie Kennedy.
El reconocido paparazi estadounidense Ron Galella, fallecido el año pasado, es el protagonista de la sala principal de la exposición, por su amplia cobertura fotográfica a celebridades desde sus comienzos en la década de 1960.
"Galella logró lo que probablemente todo paparazzi sueña. Él mismo se hizo famoso", destaca Knierim mientras observa algunas de sus fotografías más icónicas: las que le tomó a Jackie Kennedy, ex primera dama de Estados Unidos.
"Él tenía una obsesión con ella y con su profesión. Incluso contrató a alguien vestido de Viejo Pascuero para acercarse a ella, la esperaba durante horas en la puerta de su casa y se ponía bigotes y barbas falsas. Todo lo que puedas imaginar que un tipo haría para conseguir una buena foto", relata el comisario.
Entre las fotos de la muestra destaca una de Anita Ekberg, estrella de "La Dolce Vita", defendiéndose de los paparazzi con arco y flecha, y una de Ron Galella con casco para protegerse de los golpes de Marlon Brando.
El acoso de los paparazzi
El acoso de los paparazzi a los famosos puede desembocar en situaciones trágicas.
El caso más conocido fue el de la muerte de Lady Di en 1997 en un accidente de tránsito cuando el conductor de su coche trataba de huir de los paparazzi.
En la muestra se puede ver la última imagen de la princesa de Gales con vida, realizada por los propios fotógrafos de los que huía, recuerda Knierim, lo que causó "una gran discusión sobre la moral de la fotografía paparazzi"-
Otra de las grandes fotos de la exposición es la de Britney Spears cuando se rapó la cabeza en 2007.
La cantante sufría el asedio de los fotógrafos después de su divorcio y su inestable situación y aquel día estalló rapándose la cabeza con una máquina y atacando a los paparazzis.
"Fue un momento de empoderamiento para no dar a la gente lo que quería de ella", explica el comisario.
No obstante, esta foto de Spears, con media cabeza rapada, cuenta Knierim, "fue una de las fotos más caras, pues hizo entre 300.000 y 500.000 dólares en sus ventas a periódicos", lo que, al mismo tiempo, "muestra el lado oscuro de esta profesión".