Relato visual de una emergencia
En una semana se sumaron 159 mil hectáreas consumidas por el fuego en la Región del Biobío. El impacto de las llamas va desde vidas humanas, casas, fuentes de trabajo y paisajes que desaparecieron por completo, como si una bomba atómica hubiese caído intempestivamente en una tierra que se caracteriza -para bien y para mal- por sus amplias plantaciones forestales.
Todo comenzó a fines de enero cuando las autoridades alertaron a la población sobre una ola de altas temperaturas. El calor extremo, la negligencia y la intencionalidad fueron tan grandes que hicieron efecto de forma inmediata en los días posteriores. El jueves 2 de febrero ocho comunas debieron activar alertas rojas a raíz de distintos focos de incendios forestales que se detectaron en Arauco, Penco, Florida, Tomé, Los Ángeles, Yumbel, Santa Juana y Nacimiento. Con los días la emergencia se complicó aún más.
De ahí en adelante, la Región fue testigo de evacuaciones por mar y tierra, equipos extranjeros arribaron a la zona para apoyar a los cansados combatientes locales, un súper avión estadounidense nuevamente cruzó los aires del Biobío para lanzar miles y miles litros de agua y el Presidente piso por primera vez esta tierra desde que asumió hace casi 11 meses. Y la emergencia aún continúa.