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Buscando siempre cómo conectarse con la comunidad

Casa de la Cultura de Coronel festeja 10 años mirando al futuro

La entidad ha logrado establecer un vínculo con los artistas y gestores de su propio territorio. Afianzar estos lazos es parte fundamental del trabajo proyectado.
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espectaculo@diarioelsur.cl

Celebrar 10 años siempre es un hito. Bien lo sabe la Casa de la Cultura de Coronel Jorge Villegas Llanos que por estos días festeja su primera década de vida.

Durante este tiempo y a través de la mirada de diversos encargados a lo largo de los años, se ha podido generar una política cultural alineada desde las directrices del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio.

"Todas estas acciones han generado bases de consolidación de lo que hoy nos toca desarrollar a nosotros, por lo que creemos que ha sido una década de crecimiento continuo, desarrollo y madurez en gestión cultural", destaca Yhony Camus, director de Cultura de la Municipalidad de Coronel y encargado del lugar.

La dirección en particular existe desde marzo pasado, pues antes la Casa de la Cultura dependía directamente de la Dirección de Desarrollo Comunitario de Coronel.

A partir de ahí, de acuerdo a quien también fuera encargado entre 2017 y 2018, el trabajo de la institución se proyecta desde una mirada de gestión territorial.

"Está muy conectada con lo que la comunidad necesita. Por eso es que se han establecido mesas de trabajo en diferentes áreas con el fin de absorber la mayor cantidad de información desde el mundo artístico y la ciudadanía", señala el encargado del espacio.

En pro de la cultura

Este último año de trabajo, ciertamente, todo se ha orientado a la reactivación luego de la pandemia. "Generar nuevamente la conexión en vivo con la ciudadanía", destaca Camus.

Así se han generado mesas artísticas en las áreas de danza, folclore, artesanía, patrimonio, música, artistas visuales y escritores. Desde ahí se busca generar diversas actividades junto a la comunidad artística local. Siempre en beneficio de la ciudadanía.

"173 cuecas por Coronel", "Abril danzas mil", la itinerancia de artes visuales por escuelas, la exposición artesanal "Hecho en Coronel", la celebración del Mes del Patrimonio, las visitas de Miguel Ángel Pellao y Valentín Trujillo, y la generación de alianzas de trabajo con instituciones locales como Artistas del Acero o Corcudec, son hitos que anota la entidad cultural durante este 2022.

Gracias a eso, la Casa de la Cultura ha sido invitada a participar del Congreso Nacional de Gestión Cultural, que se realizará durante noviembre en Santiago.

Buscando abrir puertas a los artistas de Coronel, Camus y el equipo directivo realizaron una visita a la capital entre el 21 y 23 de septiembre pasado. La instancia permitió generar alianzas con instituciones como el Centro Cultural Gabriela Mistral, el Museo de Arte Precolombino, la Corporación Cultural Quilicura, el Centro de Producción Musical Valentín Trujillo, la Asociación de Pintores y Escultores de Chile y la Escuela de Gestores y Animadores Culturales de Chile.

De acuerdo a Camus, han acordado con ellos acceder primero a la oferta cultural que tienen, a través de visitas de delegaciones de artistas locales que esperan concretar en corto y mediano plazo.

"Para así ir avanzando, por ejemplo, en acceder a capacitaciones constantes que tiene el Teatro Municipal de Santiago. Ya se encuentra agendada para una próxima fecha, a la que asistirán algunos artistas de la comuna para entregarles más herramientas para sus áreas de trabajo", resume el representante directivo.

El intercambio de obras de teatro también es otro punto a destacar, ya que la idea es establecer a Coronel como sede de presentaciones de la capital.

-¿Cómo es la relación con artistas locales y cómo los apoyan?

-Es buena y siempre estamos trabajando en hacerla más solida, sobre todo porque venimos de muchos años de pandemia. Esto hace que tengamos el deber de trabajar con más fuerza para aunar todos los esfuerzos y que ellos se desarrollen de la mejor manera. Hemos aprendido a que tenemos que ser facilitadores de los espacios y recursos. Sabemos que nos es fácil llegar a todos, porque nuestra comuna es una ciudad, pero todos los días trabajamos para llegar a cumplir nuestra meta: dignificar la cultura, el arte y el patrimonio. Sin nuestros artistas no somos nada, ellos son el pilar fundamental de esta gestión.

La asa Jorge Vigueras Llanos que antes era una sala de cine

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La Casa de la Cultura lleva el nombre del profesor coronelino Jorge Vigueras Llanos, importante docente del Liceo de Coronel, quien se dedicó a formar coros y personas ligadas a la música. "Producto de todo ese esfuerzo la comunidad reconoce que nuestro centro cultural debe llevar su nombre. Fue un ciudadano muy destacado y un hombre que logró trascender con su enorme labor musical al servicio a la comuna y su gente", puntualiza Camus.

Las oficinas de la Dirección e instalaciones se emplazan en el ex Teatro Cine Coronel, inaugurado en 1910 gracias a la familia Burgos. Luego del terremoto de 1939, el espacio vuelve a abrir en 1941 y, con mayores y menores daños, también soportó los sismos de 1960 y 2010.

En 2008, fue adquirido por el entonces Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, para -en septiembre de 2012- ser inaugurado como la nueva Casa de la Cultura de Coronel.

Comentario de música

Violeta Parra y aquellos días que pasó en Hualqui

La artista llegó al sector rural para recopilar tonadas campesinas, desde el compartir con sus propios creadores.
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Por Nidia Smith Oñate

Abarcar la vida y obra de Violeta Parra parece ser siempre una labor titánica, fundamentalmente por su gran productividad en distintas áreas de las artes, que dieron frutos fértiles que por sí mismos han forjado un cuerpo identitario rico en expresiones plásticas, visuales y, fundamentalmente, musicales.

Es que el genio que reposa en Violeta no solo se reflejó en su compleja e innegable capacidad creadora, también en el ejercicio lúcido y sostenido de rescatar desde las zonas olvidadas del territorio de Concepción las expresiones más auténticas y anónimas del profundo campo sureño.

En su residencia en Concepción, desde los años 1957 hasta 1960, la cantautora se radicó juntos a sus hijos en pleno centro de la capital penquista.

Conocido fue su paso por la Universidad de Concepción gracias a la beca de investigación que le entregó el rector de entonces, David Stitchkin Branover, conocido amante de las humanidades.

En la Universidad impartió cursos y charlas, además de participar activamente en la radio universitaria, difundiendo el folclore y su propia obra.

Sin embargo, su arraigo más profundo lo logró al involucrarse con la comunidad de Hualqui, lugar desde donde se desprende un legado colonial de más de 250 años, y las identidades culturales perviven suspendidas en el tiempo.

Violeta llegó a Hualqui con la intención de recopilar tonadas campesinas desde el compartir con sus propios creadores; Rosa Viveros Cid, Olimpio Fuentes, Margarita Quezada, entre otros.

Así, tonadas como "Adiós que se va Segundo", "La mariposa", "Yo vi de llorar a un hombre" y "Son las once y no ha llegado", brotaron de ese fértil territorio.

El semillero

El fundo El Maitén, en Hualqui, fue su lugar predilecto para alojar y convivir breves estancias, describiendo este lugar como un semillero del arte popular.

Así, la cantautora prefirió encontrarse con la sociedad popular de los sectores rurales al sur de Concepción antes que con la elite cultural penquista de entonces.

Comprendiendo la recopilación de canciones de folclore también como una práctica cultural que debía envolver todos sus elementos, implicando el luminoso ejercicio de ponerse en el lugar del otro; participar de sus trillas, zapatear sus bailes, tocar con sus instrumentos, vestirse con sus lanillas, recolectar sus frutos en sus cestas, aprender a cabalgar para recorrer sus quebradas nativas en busca de sus más escondidos cultores.

Esto nos muestra que la artista primeramente necesitó vivenciar las poéticas y sutilezas subjetivas que derivan de sus sujetos-objetos de estudio. Sumergiéndose en la idea de experienciar y reconocer lo propio a través de lo colectivo.

Y allí nace la generosidad de darle palco a las y los autores por sobre ella misma, reivindicando el valor de la identidad popular, ya que no solamente recopiló canciones, sino además registró a sus autores con sus particularidades y genialidades.

Ante ello, conocer a Violeta en esta faceta nos permite hacer un contraste frente a las actuales prácticas culturales que sin tapujo hacen de la apropiación autoral un nuevo hábito de construir arte. La música como la literatura tienen esa ventaja atemporal que su soporte les permite.

Cuando hablamos de ella, hablamos de una artista que ofreció no solo sus creaciones, además construyó puentes entre un pasado heredado que se desvanecía en el olvido y la ignorancia.

Violeta puso en valor aquello que desde el mundo intelectual chileno se veía sin interés, y que la llevó a ser reconocida internacionalmente como una artista integral derramada en el amor a lo auténtico que la acompañó siempre.

En la UdeC impartió cursos y charlas, además de participar activamente en la radio universitaria, difundiendo el folclore y su propia obra.