La difícil recuperación de empleos
Era esperable que durante el período más crítico de la pandemia sus efectos se traducirían en cierre de empresas, el desempeño a media marcha de otras, en una notoria baja en las actividades productivas y en el incremento de la cesantía. Fue un duro golpe que afectó a todas las economías en el mundo y Chile no fue la excepción.
El menor crecimiento de la economía, influido por el estallido social desde octubre de 2019 y luego por las cuarentenas, incidieron en un incremento en el desempleo, por el cierre de empresas y la menor producción. Se estima que durante 2020 se perdieron en Chile 1,8 millones de ocupaciones y 700 mil se suspendieron temporalmente.
Un estudio de Quant Research y la Cámara Nacional del Comercio detectó entonces que como consecuencia de la emergencia sanitaria y de las medidas preventivas adoptadas, la caída en el empleo en el sector comercio había sido cercana a seis veces lo observado durante las crisis mundiales asiática de 1997, y subprime de 2007 y 2008. En ambas, el empleo formal del comercio demoró cerca de diez meses en retomar los niveles normales. Sin embargo, en esta oportunidad, la digitalización, la automatización de muchos empleos y las ventas en línea, que en las otras crisis no estuvieron presentes, incidieron en una nueva configuración del mercado laboral del sector comercio.
El año pasado el Gobierno puso en vigencia el programa de subsidios al empleo, para dar un impulso a la reactivación económica y a la recuperación de la fuerza laboral, con la creación de hasta un millón de puestos de trabajo. En el programa se invirtió para establecer subsidios a las empresas que contrataran o reincorporan a trabajadores que debido a las consecuencias económicas que se derivaron de la pandemia tuvieron que ser suspendidos.
El Informe Económico Regional de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas de la Universidad de Concepción ha realizado un análisis de la pérdida de empleos debido a la pandemia y la recuperación de esos puestos de trabajo en la medida en que se alcanza una mayor normalidad de las actividades productivas. Indica que uno de los grandes problemas de la recuperación económica de la Región del Biobío es el rezago del empleo, pese a que ciertas actividades ya han logrado reponerse tras momentos críticos vividos desde el estallido social y la emergencia sanitaria.
Según el informe, la región perdió 129.240 puestos de trabajo tan solo entre marzo y junio de 2020, de los cuales a abril pasado aún faltaba recuperar 28.639. A juicio de los investigadores de esa facultad, la región tardará más de dos años en reponer lo perdido en solo los tres primeros meses de pandemia, sin considerar los 11.572 empleos perdidos entre octubre de 2019 y marzo de 2020, después del llamado estallido social.
Se plantea que la crisis ha consolidado al sector industrial como motor de la economía regional, abriendo la posibilidad a otros sectores que necesitan profundizar su capacidad de generar empleo para proyectar un dinamismo sostenible. No obstante, áreas importantes en la creación de empleo como la agrícola, educación y el sector público siguen estando entre un 10% y un 20% por debajo de los niveles previos a la pandemia. Asimismo, la Región del Biobío ha perdido participación en la generación del Producto Interno Bruto del país. Entre 1986 y 1990, tenía una participación de 10,8% promedio, pero entre 2011 y 2020 ésta bajó a 7,9%. Una situación similar enfrentó Valparaíso, mientras la Región Metropolitana aumentó su presencia desde 41% a 46,1% en el período. Asimismo, durante las últimas décadas persiste un desempleo más alto en la Región del Biobío en relación a la RM y al promedio del país.
Será una tarea difícil reponer los empleos perdidos, si se considera que hoy ya se habla de una posible recesión económica mundial, derivada de los efectos de la emergencia sanitaria y de la invasión rusa en Ucrania, que ha alterado a las economías.
A juicio de los economistas de la UdeC, la región tardará más de dos años en recuperar los empleos perdidos en solo los tres primeros meses de pandemia, sin considerar los del estallido social.